“Lo malo” arde en San Antón

Miles de jiennenses se abrigan del intenso frío en las treinta y ocho lumbres prendidas en la ciudad

17 ene 2016 / 10:43 H.

Adiós a lo malo de 2015. Es el momento de afrontar 2016 con energías renovadas. Y los jiennenses, como manda la tradición, queman “lo viejo”, lo que no sirve, en las lumbres. Treinta y ocho hogueras ardieron a lo largo y ancho de toda la ciudad gracias al trabajo de asociaciones de vecinos, parroquias, hermandades, asociaciones de madres y padres de alumnos de algunos colegios y otros colectivos y particulares. Las lumbres, además, llegaron en el mejor momento; cuando el frío del invierno parecía haber alcanzado a la capital, los vecinos “dieron mecha” a la leña, quemaron los muñecos y, en torno a ellas, se calentaron.

La noche más mágica del año para Jaén se vivió por todo lo alto. Los jiennenses, hermanados gracias a esta costumbre, brindaron con botas de vino alrededor del fuego, comieron las rosetas e, incluso, muchos “se atrevieron” con los populares melenchones. En algunas lumbres hasta se aprovecharon las ascuas para hacer unas parrilladas de chorizos, morcillas y panceta que sentaron muy bien a todos los presentes, que demostraron que la tradición de San Antón está más viva que nunca. Y es que, como apuntó la concejal de Cultura, Francisca Molina, la participación fue de las más altas de los últimos años.

El Ayuntamiento, en esta edición, se encargó de aportar la arena y la leña necesarias, así como de la limpieza posterior. El resto lo puso el vecindario. Pepi Alcántara, presidenta de la Asociación de Vecinos Guadalquivir, explicó que miembros de la junta directiva del colectivo recolectaron palés, poda de olivos y de pino y, con no poco trabajo, crearon la hoguera. Una tradición que “de siempre” han vivido, como subrayó una vecina del barrio, María del Carmen Navas. “Recuerdo cómo, de niños, íbamos por las calles pidiendo sillas viejas y restos de madera, lo que aquí llamamos tirajitos”, expresó. Con rosetas y buen vino rememoraron aquellos tiempos. También junto a la iglesia la asociación Unidos por la Merced quemó “lo malo” y “lo viejo”. Instaló una barra para hacer barbacoas y, como subrayó la vicepresidenta, Nuria Aguilar, durante un mes se organizó la lumbre, que culminó con la quema de un “currupipi”. Hasta última hora hubo personas que llevaron restos de madera y niños que se acercaron, con sus antorchas, para disfrutar de la velada.

El barrio de San Juan también vivió la tradición. Mariam López, presidenta de la asociación Torre del Concejo, destacó que lo fundamental es fomentar la convivencia entre los vecinos y, junto a la iglesia de San Juan y San Pedro, rieron, brindaron y admiraron la gran hoguera.

Por otro lado, uno de los lugares más concurridos fue la Plaza de Cambil, donde la asociación vecinal Pilar del Arrabalejo prendió su lumbre. José Serrano, un vecino del barrio de setenta y cuatro años, miraba, con nostalgia, el fuego mientras el grupo Jacaranda interpretaba el “Pasodoble a Jaén”. “Toda la vida he participado en las lumbres, pero antes era más especial. Se hacían en todas las cortijadas con restos de poda, palés, lo que no servía. Dábamos vueltas a la hoguera y se jugaba mientras se cantaban melenchones”, manifestó. Mientras, en Loma del Royo numerosos vecinos disfrutaron de la actuación del grupo Lola Torres e hicieron arder su “pelele”, alusivo “al sectarismo”. El mismo esquema se repitió en todas las hogueras la noche más mágica para los jiennenses.