La lluvia de caramelos vence al mal tiempo
El visto bueno de los técnicos con una seguridad “garantizada” da la salida a la Cabalgata de Reyes más esperada







Hay decisiones ante las que uno traga saliva, coloca en una balanza pros y contras y, después de analizarlos, aun sin despejar todas las dudas, decide echarse la manta a la cabeza y salir para adelante diciendo aquello de que “sea lo que Dios quiera”. El equipo de Gobierno se encontró, ayer, en una de las encrucijadas más difíciles. No había que elegir sobre préstamos con duras condiciones añadidas para un Ayuntamiento en quiebra técnica. Pero no era menos trascendente lo que estaba en juego.
En esa balanza estaba la ilusión de miles de niños de la capital del Santo Reino y, a las siete de la tarde, pocos minutos después de anunciar que la salida de la Cabalgata de Reyes Magos se aplazaba media hora ante el pronóstico de lluvia, en la cara de la concejal de Educación y Cultura, Paqui Molina, se vislumbraba una dura batalla interior, compartida por el alcalde, Javier Márquez. Se enfrentaban la obligación del Ayuntamiento de garantizar la seguridad del desfile y el hambre de magia que llevaban grabada en sus rostros los “locos” de la casa. “Es una decisión muy complicada”, se sinceraba la concejal, que llevaba, “desde las ocho de la mañana”, siguiendo a sus Majestades de Oriente y coordinando la que para muchos es la jornada más ilusionante del año. Alrededor de las seis y media de la tarde, un aguacero había puesto en jaque la salida de la Cabalgata y la previsión de lluvia para las ocho de la tarde era un motivo más de incertidumbre.
“Esto es mucha responsabilidad. No podemos arriesgarnos a que salga y que haya un accidente y le ocurra algo a alguien”, sopesaba Molina, al pie del cañón, junto a la primera carroza de la Cabalgata, al comienzo de la Carrera de Jesús. Pe- ro ¿y la ilusión de los más pequeños? ¿Y todos esos días, esperando impacientes para ver apenas de refilón a Melchor, Gaspar y Baltasar? “Estamos para morirnos”, confesó la concejal. Y, entonces, la noticia más esperada. Antes, incluso de que el Ayuntamiento la oficializara, un trabajador del Patronato de Cultura anunció a Molina la información que recibía por un transmisor: “El técnico dice que la seguridad está garantizada”.
Tras unos minutos de vacilación y con la certeza de que la seguridad estaba asegurada, pasadas las siete y media de la tarde, fuentes municipales confirmaban la salida de la Cabalgata de Reyes 2016 y, casi a la velocidad de la luz, el entusiasmo se apoderó de la Plaza de Santa María para alcanzar, casi inmediatamente, las calles Campanas y Bernabé Soriano en un boca a boca en el que se escuchaba un “¡que sale, que sale!” lleno de gozo.
“¡Es fabuloso!”, señalaba Nati López, que estaba en primera fila, aguardando con sus dos hijos el comienzo del desfile. “No hay otro día como este. Estamos todo el año esperándolo y, aunque llueva y tengamos que sacar los paraguas, tiene que salir”, indicaba esta madre que, por la mañana, había llevado también a sus dos vástagos al encuentro con los Reyes. La expectación llenaba el ambiente y parecía inmunizar también contra el frío y el viento que se cebaban con la ciudad a las ocho de la tarde de la noche más gélida de un invierno por fin parecía tal. Poco a poco, empezaron a surgir de la oscuridad los dibujos animados más populares de ayer y de hoy: Willy Fog y Romy, los divertidos Minions o las princesas del siglo XXI que presenta “Frozen”, con el magnético Olaf al lado. El tiempo no acompañaba, los pies y las manos se quedaron helados en segundos y la extensión del desfile acabó resultando más corta. Las precipitaciones volvieron a hacer acto de presencia apenas media hora después de la salida de la Cabalgata, pero todo valió la pena cuando aparecieron Melchor, Gaspar y Baltasar y, con la misma magia que les atribuyó la Iglesia, regalaron una lluvia de caramelos que hizo que se olvidara la que caía del cielo.