La Borriquilla, entre esperanzas y lágrimas

El mal tiempo provoca que la procesión se posponga, en dos ocasiones, hasta ser anulada

26 mar 2018 / 09:02 H.

Parece que las plegarias lanzadas por la vuelta de la tan preciada lluvia fueron escuchadas. Sin embargo, el día escogido hizo que se rompieran las ilusiones de muchos jiennenses. El Domingo de Ramos amaneció entre tonos grises y olor a tierra mojada. Una mañana cubierta por las nubes que impidió que la querida Borriquilla se luciera por las calles de la capital y que el agua, además de caer del cielo, también cayera por el rostro de los devotos de esta procesión. Fieles que, desde bien temprano, se agolparon a las puertas de la parroquia de Belén y San Roque para poder ver a Nuestro Padre Jesús de la Salud y a María Santísima de la Paz antes de que comenzase una procesión que nunca llegó.

Los blancos nazarenos llegaron, poco a poco, a la iglesia, junto con muchas mujeres vestidas con mantillas. Algunos de ellos portaban la tan característica palma propia de este día, símbolo de la llegada de Jesucristo a Jerusalén, que marca el inicio de la Semana Santa. Sin embargo, hubo otros que decidieron dar un toque más jiennense a esta jornada. Tal es el caso de Juan Antonio Muñoz, quien decidió llevar no solo una ramita de olivo, sino lo que más bien parecía una rama entera. “Para mí, personalmente, igual que se traen palmas altas, también se deberían de traer ramas de olivo. Y más en Jaén, porque estamos en un mar de olivos. Además, creo que acompaña muy bien a nuestro santo”, comentó Muñoz, quien se lamentó de que sea una costumbre que se está perdiendo. “Yo resisto y vengo con mi buena rama. Que tiene que ser bien representativa de Jaén”, sentenció.

Pero aunque persona como Antonio Muñoz, mantuvieron intactas sus esperanzas toda la mañana, parecía que el cielo no quería dar tregua. Y, por muchas consultas que se hicieron al Aeropuerto de Málaga, la incertidumbre era cada vez mayor. Por ello, se decidió aplazar la procesión hasta en dos ocasiones, pues la esperanza, como bien se dice, es lo último que se pierde.

A pesar de todo, esta vez fue el mal tiempo quien ganó el pulso, y dejó su huella en las miradas de todos los fieles, que abarrotaron la iglesia, hasta tal punto que se hacía imposible entrar o salir de ella. Muchas lágrimas cayeron durante la mañana pero, como indicó Juan Francisco González, hermano de la Cofradía de Nuestro Padre de la Salud: “Es un día de alegría, no debemos de estar tristes. Trabajamos todo el año para que esto sea el colofón final, pero no por ello tenemos que dejar a un lado nuestros valores. Por lo que ya solo hay que esperar al próximo Domingo de Ramos”.