“Espero que encuentren pronto a ese muchacho”
El acusado rebate los indicios en su contra y defiende su inocencia

Pasadas las siete de la tarde, el presidente del tribunal, Pío Aguirre, dejó visto para sentencia el juicio por el caso “Tidiany”. Enseguida, el acusado de hacer desaparecer al joven temporero maliense se levantó del banquillo de la Audiencia. Mientras caminaba hacia la salida como una exhalación, se dirigió a dos guardias civiles de la Policía Judicial que estuvieron en la sala presenciando la vista y explotó: “Espero que estén contentos con lo que habéis hecho con mi vida”, les espetó con cierto desdén. A continuación, el empresario agrícola Ginés V. L. añadió: “Solo espero que encuentren pronto a ese muchacho”.
Durante las ocho horas de juicio, esa fue, prácticamente, la única referencia a Tidiany que hizo el sospechoso de estar detrás de su enigmática desaparición, ocurrida el 17 de diciembre del año 2103. Para la familia del joven maliense, que ejerce la acusación particular, Ginés V. L. lo secuestró después de discutir con él por las condiciones laborales que sufrían aquella campaña de recolección de la aceituna y lo llevó a la finca de “La Moratilla”, propiedad de su familia, donde lo hizo desaparecer. Para los investigadores, se deshizo del cadáver aquella misma tarde-noche.
“Yo la última vez que vi a ese muchacho fue el 17 a las nueve y media de la mañana”, contestó a preguntas del abogado Javier Pulido. ¿Qué argumentos empleó la acusación particular para tratar de incriminarlo? El principal, sin duda, es el hallazgo de unas orejeras pertenecientes al temporero. Fueron encontradas por la Guardia Civil en la finca 24 días después de la desaparición: “Cualquiera pudo ponerlas allí, porque esa parcela no estaba precintada y habíamos estado cogiendo aceituna”, señaló Ginés V. L. con una pasmosa calma. Una tranquilidad que mostró a lo largo de las más de dos horas en las que fue interrogado por las partes.
El acusado también se mostró impertérrito cuando le recordaron que el perro especialista en la detección de cadáveres humanos “marcó” un olivo muy cercano al lugar en el que estaban las orejeras. “¿Qué marcaron?”, repreguntó el sospechoso. Y retó a las acusación: “Allí no se halló ni un resto de sangre siquiera”.
Otro de los indicios utilizados por la representación de la familia de Tidiany es que no se ha encontrado un llamativo jersey a rayas que llevaba el procesado aquel 17 de diciembre y con el que fue captado por varias cámaras de seguridad. “Esa prenda habla por sí sola. Por eso no la aportó”, le reprochó el letrado de la familia en su alegato final. “La seguí utilizando después. Probablemente, se debió de quedar enganchada en algún olivo”, se justificó el sospechoso.
Y un último indicio esgrimido por la acusación particular para tratar de demostrar que Ginés V. L. hizo desaparecer a Tidiany fueron “las diversas contradicciones” cometidas en sus declaraciones sobre lo que hizo aquella mañana. Unas discordancias que, según el letrado, estaban motivadas por el hecho de que Ginés no tenía coartada para lo que hizo entre las doce y las una y media de la tarde, el periodo “crítico” en el que se cree que Tidiany desapareció. “En las primeras horas, yo estaba en estado de shock. Tenía encima una jauría, que me señalaban a mí y me llamaban asesino”, aclaró el procesado, con una parsimonia sorprendente.
Una de esas discrepancias es clave para el caso. Ginés V. L. sostiene que, aquella mañana, no salió de Villacarrillo. Sin embargo, los investigadores de la Guardia Civil sostienen que sí y que, además, lo hizo en ese intervalo de tiempo en el que, presuntamente, secuestró a Tidiany. ¿Por qué? Los especialistas del Instituto Armado rastrearon las llamadas de su teléfono móvil. Una de ellas fue realizada gracias a la antena de Villanueva del Arzobispo, que da cobertura a la finca de “La Moratilla”. Ginés V. L. trató de explicar esa circunstancia. Alegó que llegó hasta la rotonda de la Fuensanta —situada a ocho kilómetros de su pueblo— y que se dio la vuelta al comprobar que no tenía combustible en su todoterreno. “Para mí, eso no es salir de Villacarrillo”, insistió. Además, su defensa puso en entredicho las conclusiones de este informe de la Guardia Civil: “También lo situaron en Iznatoraf cuando está más que comprobado que se encontraba en el centro de salud de Villacarrillo”, recordó el letrado Leopoldo Rubiales en sus conclusiones.
Y es en ese marco de búsqueda de coartada en el que, presuntamente, Ginés V. L. presionó a una pareja para que testificaran a su favor a cambio de condonarles una deuda por el alquiler de un bar propiedad de su familia. Según las tesis de la Fiscalía, los coaccionó para que dijeran que lo vieron alrededor de las doce y media de la mañana del día de autos: “Eso es mentira. A él le pedí únicamente que dijera la verdad, porque estaba en juego mi vida”, señaló el acusado.
Para la familia de Tidiany, todos estos indicios son más que suficientes como para mantener los cargos por un delito de desaparición forzada. “Es que todo apunta a él (...). El acusado miente desde el primer momento. ¿Por qué? ¿Qué trata de ocultar?”, se cuestionó el abogado de la acusación particular. “No hay ni una sola prueba que sitúe a Ginés con Tidiany más allá de las diez de la mañana del aquel 17 de diciembre. Ninguna”, respondió la defensa para pedir “la libre absolución con todos los pronunciamientos favorables”. Es el turno de palabra del tribunal, que no resolverá la principal incógnita de este caso: ¿Dónde esta Tidiany?

16/12/2013. Tidiany Coulibaly y sus compañeros de la cuadrilla discuten con el patrón sobre sus condiciones laborales. Los temporeros querían cobrar un jornal y el empresario les paga a destajo. Al día siguiente, se pierde el rastro de Tidiany.
17/12/2013. Coulibaly estuvo el día de su desaparición con un familiar. Este lo dejó solo en la vivienda para llevar a otro temporero extranjero a la estación de autobuses. Poco más de media hora de ausencia y, cuando regresó, el joven maliense ya no estaba.
18/12/2013. Dos compatriotas del desaparecido interponen la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil. Desde el primer minuto, las sospechas se centran en el patrón, que es llamado a declarar en calidad de testigo esa misma tarde. El juez decreta secreto de sumario.
6/01/2014. Más de un millar de personas —casi todos temporeros africanos— se manifiestan en Villacarrillo para reclamar avances en la investigación. La marcha termina en disturbios y causa destrozos en diferentes calles del pueblo.
10/01/2014. En la finca de “La Moratilla”, propiedad de la madre del sospechoso, aparecen unas orejeras con estampado de camuflaje militar, propiedad de Tidiany. Cerca, un perro especializado marca el rastro de un cadáver.
06/05/2014. Ginés V. L., el patrón de los temporeros, es detenido como principal sospechoso de la desaparición de Tidiany. Quedó en libertad. Ya en marzo de 2015, tras declarar por segunda vez, tuvo que pagar una fianza.
08/10/2015. La Fiscalía pide archivar la causa contra Ginés V. L. por el delito de la desaparición forzada de Tidiany. El Ministerio Público no ve pruebas de la detención ilegal, un cargo que sí mantiene la familia del temporero maliense.