DÍA 47. Adiós a un mes triste

30 abr 2020 / 12:29 H.

Querido diario: Hoy ha despertado el sol entre las nubes, tímidamente, casi sin que su luz se colara y dibujara en el intenso azul, que otros días colorea las mañanas recién estrenadas.

Una golondrina detenía su vuelo en el balcón, parecía que quería decirme algo, cantaba su canción de primavera en el silencio de la placeta, sus trinos envolvían el espacio. Las flores del jardín que ya han florecido escuchaban atentas su sin par melodía. De pronto alzó el vuelo cuando me vio acercarme.

En su cantar dejaba un dulce, tierno y sencillo mensaje de primavera, de colores y suaves brisas matinales regalando su música al corazón.

Cuando calló su canto los versos florecieron en mi alma, sentí cómo su fuerza en mí se derretía y un nuevo poema volaría a un blanco espacio donde los sentimientos se escriben con la tinta del alma.

Hoy, querido diario, han vuelto los poemas a las rimas, la lira ha despertado de los sueños, floreciendo en la tinta como una margarita abrileña, que se abre a la mañana para mirar al sol y saber que otro día podrá exornar un jardín o morir, poco a poco, en un quieto jarrón sobre una mesa.

Este abril se nos va, como se va la vida, lentamente, sin apenas notarlo, es un abril extraño, un abril que no hemos disfrutado. Ni a la primavera que ha tendido su manto sobre sierras, campiñas y olivares, vistiendo el campo de alegre colorido, en un desordenado orden perfecto.

Este abril de tristes cumpleaños, de calles silenciosas y voz en las ventanas...

De lluvias que dejan que vuelva el azul y pueda brillar el sol entre las nubes, un abril de sonrisas en la inquieta ventana que me mira.

Hoy te cuento, diario, cómo mi corazón sueña con otros días de abril en los que un palio rojo recorría las calles y plazas con perfume de claveles, en un exorno entre los varales donde un llanto derramaban sus ojos, que como dos estrellas iban llorando luceros. Una pálida rosa de angustias perfumada, que por verla el corazón la sigue en su itinerario, porque Ella llena el alma de consuelo, dulzura y esperanza.

O ver salir en la noche de un abril cálido a ese Cristo moreno, clavel esbelto y elegante, con sus manos amarradas, que me miraba y me hacía sentir el dulce latido de un poema de amor.

O una madrugada ver a Jesús de los descalzos recorrer las calles con el alma jaenera, sentir al Señor que pasa bendiciendo a esta ciudad y que es el más dulce de los lirios del campo, que coronan la alta cumbre donde un castillo es centinela de los sueños, de la vida que pasa.

O ese abril de jaras y romero, con luz de amaneceres, ver a esa Morenita bajar por la calzada como un desafío entre los romeros y peregrinos de esta tierra, que alza un altar entre las peñas de un cerro lleno de aromas, sonidos y luces celestiales.

Hoy se despide abril y no hemos podido disfrutarlo, ni en las ciudades, ni en los campos, ni en los arroyos, ríos y montañas...

Querido diario, me despido hoy con estas palabras de recuerdo cuando otros días en los que no existía el confinamiento, volaban nuestros ojos hacia la primavera de abril recién amanecida.