55 casetas populares “mueren” en el ferial en la última década

Cofradías, asociaciones y organizaciones sociales se marchan del recinto

24 oct 2018 / 11:35 H.

El ferial es como la vida y tiene un grave problema de mortandad. A Alberto Palomo, presidente de la Asociación de Caseteros de Jaén, sus amigos lo apodan “El Papelillos” porque no hay documento que se le pierda o escape. Ver su archivo es analizar la evolución de la vida en el ferial durante los últimos diez años.

El recinto va perdiendo vida, simplemente, porque se mueren sus casetas. Analizar la última década es idóneo, ya que, en 2009, todas las casetas abandonaron las plataformas superiores y se bajaron a la gran explanada en la que ahora se ubican. Entonces, había 90 y una interesante lista de espera para coger los módulos que se quedaban vacíos. Un año después —en 2010—, todo siguió igual, es decir, continuaron los 90 caseteros. En cambio, a partir del siguiente, el mapa comenzó a moverse. Y, como en la propia vida, algunas casetas murieron; otras nacieron, y hubo algunas que les fue mejor y se hicieron más grandes. No obstante, la evolución del ferial ha tendido a expulsar a las casetas populares, es decir, las de toda la vida que estaban compuestas por organizaciones sociales, cofradías, colectivos económicos o empresas representativas de la provincia. Entonces, su lugar ha sido para otras que han probado suerte —muchas con inversiones mínimas— y, si les ha ido bien, se han quedado. Si no, han hecho las maletas. No obstante, todas estas tienen el denominador común del escaso arraigo con San Lucas.

En 2011 comenzó el éxodo. Entonces, se marcharon seis, pero se notó poco porque entraron cuatro. Aún había recuerdos de la lista de espera y la aventura de San Lucas llamaba la atención. En cambio, la fuga continuó en 2012. Ese año se perdieron otras seis, algunas tan representativas como la de la Peña Flamenca de Jaén, CajaGranada, “Entre Palmas y Olivos” o Unicaja. Un año después, se marcharon otras seis, entre ellas la del Colegio de Aparejadores, La Pañoleta o el Real Jaén. Sin embargo, el golpe duro llegó en 2014. Ese año, hubo nueve casetas que se marcharon para no volver. Durante 2015 tampoco se cortó la “sangría”. Ese año se perdieron otras ocho, mientras que las nuevas que se incorporaban no llegaban a cubrir los huecos vacíos. No obstante, estas circunstancias se aprovecharon por otras para, como en la propia vida, aprovechar el hueco vacío de la “difunta” caseta y crecer un poco más.

En cambio, la caída más fuerte fue hace dos años. En 2016, hubo catorce casetas que abandonaron el recinto ferial de San Lucas frente a solo dos que pidieron entrar. En 2017 se fueron otras cinco y solo entró una, de nombre El Bombazo, que salió este mismo año.

Si se hacen las cuentas de la última década, había 90 casetas en 2009, aunque, desde ese año hasta ahora, se han perdido 55 casetas. Esta feria se han visto 18 módulos vacíos, pero porque otras han ocupado los lugares perdidos. En la última década nacieron otras 23 —algunas murieron también—, mientras que otras se han hecho más grandes.

Los caseteros. Alberto Palomo, presidente de la Asociación de Caseteros de Jaén, dice que su colectivo no quiere un enfrentamiento con los hosteleros. “Nosotros hacemos las críticas de lo que ha pasado, pero los gobernantes tienen que asumirlas como trabajo. Nada más. Ahora hablan de diálogo, pero nosotros llevamos intentándolo desde septiembre y no nos han recibido”.

Además, Alberto Palomo continúa: “Lo que queremos es que el Ayuntamiento garantice una convivencia justa teniendo en cuenta lo que unos y otros desembolsan para las fiestas. No puede ser que diga eso por un lado y después esté fomentándolo por otro y que siempre sean los mismos los beneficiados. Muchas agrupaciones, cofradías y organizaciones sociales se han marchado de la feria por los precios abusivos de las casetas. Era gente que hacía una labor social todo el año con lo que recogían de San Lucas”. De ahí parece evidente que la vida en La Vestida tiene un sistema darwinista que está acabando, poco a poco, con los habitantes del recinto ferial. Algunos han crecido, pero ha sido a costa de la muerte de otros dentro de un proceso que tiende a la extinción si no tiene correcciones.