Sal de tu tierra

La periodista Pilar Rahola, que en los últimos años suele definirse
como una agnóstica muy cercana al cristianismo, fue la encargada de pregonar el Domund de este año, en la Sagrada Familia de Barcelona

    23 oct 2016 / 11:34 H.

    Sal de tu tierra! Este es el lema de la Jornada del Domund que hoy celebramos en toda España. Es una invitación a superar las fronteras geográficas, a ser misioneros del Evangelio con todo lo que esto conlleva, a seguir el mandato de Jesús que nos lleva a dejar las seguridades y dar un salto al vacío. Este año la Exposición “Domund al descubierto” se ha realizado en Tarragona y es por esto que el pregón ha sido en esta región, en la Sagrada Familia de Barcelona. Es la primera vez en cinco años que el pregón lo hace una mujer que se confiesa además no creyente, pero que admira profundamente la labor de los misioneros y su tarea de evangelización. Es la periodista Pilar Rahola, que en los últimos años suele definirse como una agnóstica muy cercana al cristianismo. Os dejamos algunos fragmentos de este pregón que nos han llegado especialmente al corazón:

    “No soy creyente, aunque algún buen amigo me dice que soy la no creyente más creyente que conoce... Sin embargo, esta dificultad para entender la divinidad no me impide ver a Dios en cada acto solidario, en cada gesto de entrega y estima al prójimo que realizan tantos creyentes, precisamente porque creen. ¡Qué idea luminosa, qué ideal tan elevado sacude la vida de miles de personas que un día deciden salir de su casa, cruzar fronteras y horizontes, y aterrizar en los lugares más abandonados del mundo, en aquellos agujeros negros del planeta que no salen ni en los mapas!... No imagino ninguna revolución más pacífica ni ningún hito más grandioso. Vivimos tiempos convulsos, que nos han dejado dañados en las creencias, huérfanos de ideologías y perdidos en laberintos de dudas y miedos. Somos una humanidad frágil y asustada que camina en la niebla, casi siempre sin brújula. En este momento de desconcierto, amenazados por ideologías totalitarias y afanes desaforados de consumo y por el vaciado de valores, el comportamiento de estos creyentes, que entienden a Dios como una inspiración de amor y de entrega, es un faro de luz, ciertamente, en la tiniebla.

    Es cierto que los misioneros tienen un doble deseo, una doble misión: son portadores de la palabra cristiana y, a la vez, servidores de las necesidades humanas. Es decir, ayudan y evangelizan, y pongo el acento en este último verbo, porque es el que ha sufrido los ataques más furibundos, sobre todo por parte de las ideologías que se sienten incómodas con la solidaridad, cuando se hace en nombre de Cristo. De esta incomodidad atávica, nace el desprecio de muchos. [...] Si es pertinente hacer proselitismo político, cuando quien lo hace cree que defiende una ideología que mejorará el mundo, ¿por qué no ha de ser pertinente llevar la palabra de un Dios luminoso y bondadoso, que también aspira a mejorar el mundo? [...] He dicho al inicio de este pregón que no soy creyente en Dios, y esta afirmación es tan sincera como, seguramente, triste. ¡Estamos tan solos ante la muerte los que no tenemos a Dios por compañía! Pero soy una creyente ferviente de todos estos hombres y mujeres que, gracias a Dios, nos dan intensas lecciones de vida, apóstoles infatigables de la creencia en la humanidad. El papa Francisco ha pedido, en su Mensaje para este Domund, que los cristianos “salgan” de su tierra y lleven su mensaje de entrega, pero no porque los obliga una guerra o el hambre o la pobreza o la desdicha, como tantas víctimas hay en el mundo, sino porque los motiva el sentido de servicio y la fe trascendente. Es un viaje hacia el centro de la humanidad. Esta llamada nos interpela a todos: a los creyentes, a los agnósticos, a los ateos, a los que sienten y a los que dudan, a los que creen y a los que niegan, o no saben, o querrían y no pueden. Las misiones católicas son una ingente fuerza de vida, un inmenso ejército de soldados de la paz, que nos dan esperanza a la humanidad, cada vez que parece perdida.

    entrega misionera
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    Según Pilar Rahola, hay que poner en valor la entrega de miles y miles de cristianos que, a lo largo de los siglos, han hecho un trabajo de evangelización, convencidos de que difundir los valores fraternales, la humildad, la entrega, la paz, el diálogo, difundir, pues, los valores del mensaje de Jesús, era bueno para la humanidad.

    el cartel
    de este año
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    El cartel de este año de la campaña del Domund nos anima a los cristianos a salir de nuestra tierra y a hacerlo de la forma más sencilla, dando pequeños pasos.

    “gracias por
    la entrega”
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    Con esta frase dirigida a los misioneros acabó Pilar Rahola su pregón del Domund: “Solo puedo decir: gracias por la entrega, gracias por la ayuda, gracias por el servicio; gracias, mil gracias, por creer en un Dios de luz, que nos ilumina a todos.”

    exposición
    del domund
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    Desde el lunes 3 de octubre hasta el día 12, las puertas del Centro Tarraconense El Seminario permanecieron abiertas al público mostrando los 90 años de labor de las Obras Misionales Pontificias.