Por las sendas de Mackay

El parque de Cazorla, Segura, Las Villas y El Pozo, a finales del siglo XIX, tras un intenso y descontrolado proceso de tala, se encontraba arruinado, deforestado, inmerso en un proceso de erosión y aridez

09 feb 2020 / 11:39 H.

Nuestro mayor espacio natural, el parque de Cazorla, Segura, Las Villas y El Pozo, a finales del siglo XIX tras un intenso y descontrolado proceso de tala, se encontraba arruinado, deforestado, inmerso en un proceso de erosión y aridez progresiva. A comienzos del siglo XX llega a Cazorla un entusiasta ingeniero de montes Enrique Mackay Monteverde; hombre profundamente entregado y completamente enamorado de nuestra sierra. A tal punto llevó la defensa del monte, que llegó a enfrentarse abiertamente a la explotación madera abusiva, siendo incluso apartado de su trabajo durante tres años. Desde 1899 hasta su jubilación en 1946, su profesión y su vida se centró en ejecutar los planes de Ordenación de varios de los montes mas devastados (Navahondona, Guadahornillos y Vertientes del Guadalquivir) y que hoy, gracias a su trabajo, constituyen el corazón y la reserva de mayor valor medioambiental de todo el parque (Grado A). Aficionado a la fotografía dejó testimonio gráfico de la situación de los montes antes y tras su ordenación.

Como parte de todos estos trabajos, introduce la guardería forestal, construye tanto casas forestales como su comunicación mediante sendas de vigilancia. Pensados, esos caminos, primero para el mero uso forestal y de control, posteriormente facilitaron tanto el desplazamiento más cómodo y rápido de la población, como el incremento de las transacciones comerciales. Supusieron así la primera infraestructura de comunicación relevante dentro de todo este espacio natural. Con un diseño impecable y un acabado intachable, éstos han llegado a nuestros días, la gran mayoría de ellos en muy buen estado de conservación. Esta red de caminos, junto a las casas forestales supone uno de los atractivos más desconocidos del parque.

El hecho posterior de que la población se marchara de amplias zonas, quedando las edificaciones, las casas forestales ya en desuso y los sensacionales caminos que las unían, ha hecho que, hoy en día, quede un extenso patrimonio etnológico, que muestra la forma de vida de antaño y que estamos obligados a preservar y mostrar. El cambio de uso del territorio, junto a la conversión de todos estos parajes en un espacio protegido, ha producido una situación inaudita en España. Un extenso paraje natural protegido con una antigua red de senderos, trazados y bien conservados, junto al auge del turismo de naturaleza. La puesta en marcha del uso recreativo y turístico de estos senderos, bajo una adecuada gestión y normas de uso correctos es una realidad que fácilmente puede llevarse a la práctica, sin necesidad de hacer inversiones ni actuaciones agresivas para el medio natural. Supone, esta situación, una singularidad única a nivel nacional. No existe en España un espacio tan rico, tan variado, tan bien conservado y tan accesible como éste, nuestro parque. Hoy día existen numerosas publicaciones sobre senderismo y otras actividades en el parque natural. Son decenas de libros los existentes, cientos de rutas en wikiloc y otras aplicaciones web, miles de artículos relacionados con el parque, miles de entradas en blog sobre senderismo y miles de opiniones en foros especializados. La información sobre el parque es vastísima. Sin embargo, aún no había nada parecido a este libro, nada. El libro titulado “Por la Sendas de Mackay”, Casas Forestales y sus Sendas de Unión y cuyos autores son José Ramón Navarrete Moreno y Cesar Albusac Amador es un delicioso, ameno e intenso compendio de información sobre sendas inéditas dentro del Parque Natural.

Recopilar tanta información y tan dispersa, abarcando comienzo y fin de los caminos, las casas forestales que unían, identificarlas y localizarlas, es un trabajo ingente. Un verdadero trabajo de tesis doctoral, que abarca desde información escrita y gráfica existente en la Fundación o Casa Mackay, a multitud de archivos bibliográficos, información recogida “boca a boca” de guardas forestales y personas que vivieron y trabajaron en esta época. Además de la colosal tarea, la investigación llevada a cabo sobre el terreno, durante años, tejiendo así una tupida red de maravillosos senderos que discurren por toda la piel del parque. El poder identificar y catalogar las sendas de Mackay y diferenciarlas de otro tipo de caminos pastoriles de trazado mucho más endeble ha sido encomiable pues estas sendas llevan en desuso más de 80 años y muchas de la casas forestales derrumbadas o inexistentes, salvo unos montones de piedra y algunas tejas rotas.

El libro se estructura iniciando con una breve y necesaria semblanza de Enrique, sobre su vida y su trabajo. Describe a continuación 18 rutas con sendas que recorren algunos de los rincones mejor conservados y de mayor biológico de todo este espacio. Posee además planos sobre los diferentes tipos de casas forestales, la relación completa de ellas en función de cada monte, las reformas necesarias en cada una, un precioso plano perfectamente detallado con las dimensiones de la senda tipo y un pequeño anecdotario de historias serranas. Espléndido, realmente jugoso. El formato en anillas y su volumen permite fácilmente su consulta y transporte en mochila. Éste no es un libro muerto, de estantería, sino todo lo contrario, un libro ágil, joven, vivaz y alegre. Es un libro de estudio, de deleite y consulta para los todos los aficionados al senderismo, a la naturaleza y a la historia. La presentación oficial del libro se hará este próximo miércoles día 12 a las 13:00 en el salón de Plenos del Ayuntamiento de Cazorla con presencia de los Alcaldes de Cazorla, La Iruela y Pozo Alcón y la Directora Conservadora del Parque.