Navidad con ojos de niño

Mirar con ojos de niño la vida nos hace más humanos y nos acerca a lo mejor de nosotros mismos. El Papa Francisco subraya la importancia de los niños en la Iglesia y las lecciones que dan su forma de ver el mundo

    11 dic 2016 / 11:23 H.

    Hoy queremos hablaros de los niños y de su especial sensibilidad misionera. En estos días hemos escuchado noticias en que los protagonistas son niños que quieren ayudar a otros, como los de la escuela de Ibros que han regalado las felicitaciones de Navidad de este año a los internos de la cárcel de Jaén para que puedan felicitar a sus familiares. La Navidad nos vuelve a todos un poco niños y son los recuerdos de las navidades de nuestra infancia los que nos hacen a los adultos vivir estos días con una mirada de amor hacia los que tenemos cerca y a veces descuidamos. Mirar con ojos de niño la vida nos hace más humanos y nos acerca a lo mejor de nosotros mismos. El Papa Francisco durante una Audiencia habló de los niños: “Después de haber pasado revista a las diversas figuras de la vida familiar, madre, padre, hijos, hermanos, abuelos, quisiera concluir este primer grupo de catequesis sobre la familia hablando de los niños. Los niños nos recuerdan que todos, en los primeros años de vida, hemos sido totalmente dependientes de los cuidados y de la benevolencia de los demás. Y el Hijo de Dios no se ahorró este paso. Es el misterio que contemplamos cada año en Navidad. [...] Es curioso: Dios no tiene dificultad para hacerse entender por los niños, y los niños no tienen problemas para comprender a Dios. No por casualidad en el Evangelio hay algunas palabras muy bonitas y fuertes de Jesús sobre los “pequeños”. Este término “pequeños” se refiere a todas las personas que dependen de la ayuda de los demás, y en especial a los niños (cf. Mt 11,25 y 18,10) [...]. Por lo tanto, los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos remiten constantemente a la condición necesaria para entrar en el reino de Dios: la de no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda, amor y perdón. Y todos necesitamos ayuda, amor y perdón. Los niños nos recuerdan otra cosa hermosa, nos recuerdan que somos siempre hijos [...]. Y esto nos reconduce siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros mismos, sino que la hemos recibido. El gran don de la vida es el primer regalo que nos ha sido dado. A veces corremos el riesgo de vivir olvidándonos de esto, como si fuésemos nosotros los dueños de nuestra existencia y, en cambio, somos radicalmente dependientes. En realidad, es motivo de gran alegría sentir que en cada edad de la vida, en cada situación, en cada condición social, somos y permanecemos hijos. Este es el principal mensaje que nos dan los niños con su presencia misma: solo con ella nos recuerdan que todos nosotros y cada uno de nosotros somos hijos. Y son numerosos los dones, muchas las riquezas que los niños traen a la humanidad. Recordaré solo algunos. Portan su modo de ver la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tiene una confianza espontánea en el papá y en la mamá; y tiene una confianza natural en Dios, en Jesús, en la Virgen. Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, aún no está contaminada por la malicia, la doblez, las “incrustaciones” de la vida que endurecen el corazón. Sabemos que también los niños tienen el pecado original, sus egoísmos, pero conservan una pureza y una sencillez interior.”

    Miles de niños de todos los continentes participan cada año en la Obra Pontificia de Infancia Misionera, cuyo lema es “Los niños ayudan a los niños”. Infancia Misionera es pionera en la defensa de la Infancia. Se adelantó 80 años a la Primera Declaración de los Derechos del Niño —la Declaración de Ginebra— y más de 100 años al nacimiento del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Infancia Misionera nació en 1843, por iniciativa de un obispo francés que invitó a los niños de su diócesis a colaborar con los niños de China. En 1922, el Papa Pío XI asumió esta iniciativa como suya, y dio a esta Obra el carácter de “Pontificia”.

    la ternura de un niño
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    El Papa nos dice que “los niños llevan consigo la capacidad de recibir y dar ternura. Ternura es tener un corazón “de carne” y no “de piedra”, como dice la Biblia... Los niños pueden enseñarnos de nuevo a sonreír y a llorar

    Donativos para misiones
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    Los donativos para misiones recogidos a través de la Obra Pontificia de Infancia Misionera en todo el mundo forman un Fondo Universal de Solidaridad. El dinero se distribuye equitativamente entre los 1103 Territorios de Misión.

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    Durante todo el año se reciben donativos para Infancia Misionera. Los niños son los primeros colaboradores que entregan generosamente su donativos para ayudar a otros niños.

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    Christma ganador del concurso que hace cuatro años las Obras Misionales Pontificias convocan para felicitar la navidad y que ésta sea misionera.