Los niños de Nigeria precisan de protección

pobreza. Medicos sin Fronteras alerta de que los menores necesitan cuidados especiales como consecuencia de la guerra

08 sep 2019 / 12:28 H.

Para grupos especialmente vulnerables, como las familias encabezadas por mujeres o los menores no acompañados, se necesita protección inmediata tan pronto como lleguen para evitar exponerlos a otros riesgos de violencia. Para los niños y niñas, crecer en medio de un conflicto cambia completamente sus vidas a largo plazo. No tienen acceso a la educación ni a la atención médica, y no reciben nutrición o vacunas adecuadas. También existe la posibilidad de quedarse huérfanos. Con ello, las niñas corren el riesgo de ser obligadas a casarse, con el agravante de partos difíciles si se quedan embarazadas.

De enero a junio de 2019 se identificaron a 320 menores no acompañados entre las personas que habían llegado recientemente a Pulka desde áreas controladas por grupos armados de oposición, desde otros campos o que regresaban de Camerún. Todas estas personas necesitaban protección y otra asistencia. Identificar a los menores no acompañados es clave para garantizar su protección: si no se identifican cuando llegan, pueden perder un apoyo importante y estarán expuestos a todo tipo de riesgos asociados con su vulnerabilidad. Tendrán dificultades para acceder a la atención médica y a los alimentos, puede que se les roben sus cosas y experimentar violencia y explotación sexual.

Cuando evalúan a los recién llegados, explican que están abiertos a cualquier inquietud que tengan y que pueden acudir a un hospital de MSF en cualquier momento. También contactan a personas que ya están en los campos o comunidades para hablar sobre los servicios disponibles. Hay niños y adolescentes adoptar mecanismos de adaptación dañinos, incluida la aceptación del trabajo peligroso, el abuso de drogas y la explotación sexual, que afectan tanto a su salud como a su dignidad. Hay hogares encabezados por niños con demasiada responsabilidad sobre ellos, donde los más mayores tienen que cuidar a sus hermanos pequeños. La situación en el campo de tránsito hace que proporcionar esta protección sea aún más difícil. Las personas se apiñan en refugios comunales sin privacidad; algunos se ven obligados a dormir afuera, exponiéndolos a un mayor riesgo. Los residentes del campamento dependen en gran medida de la ayuda humanitaria y no hay suficiente agua, comida o leña para satisfacer sus necesidades.

Como resultado, deben arriesgarse a salir del perímetro de seguridad que rodea el campo, donde su seguridad no está garantizada. Las autoridades civiles están generalmente ausentes del campo, por lo que apenas hay ningún tipo de servicios sociales. Además, todavía hay una presencia limitada de organizaciones de protección, debido, en parte, a problemas de seguridad. En todo Borno, el registro insuficiente de los recién llegados a los campos y su seguimiento está haciendo que la reunificación familiar sea un gran desafío.

En lo que respecta a la protección, cada caso tiene una dinámica diferente. Cada historia tiene su propio drama y no existe una solución única o directa para todos ellos. Existe un estigma asociado con el regreso de un área controlada por grupos armados de oposición, especialmente para las mujeres que están embarazadas o tienen hijos. Esas madres adolescentes tienen dificultades para reintegrarse con sus familias, si es que le quedan familiares, y sus necesidades de salud mental pueden ser mayores. Tan pronto como los niños puedan escapar del área de conflicto directo, deben volver a conectarse con su infancia. Necesitan momentos para jugar, reír y reunirse con sus amigos. Necesitan volver a la escuela. Deben estar en un entorno seguro donde puedan confiar en los adultos y sentirse amados y respetados. Sus necesidades básicas, como alimentos, agua y vivienda, deben satisfacerse para reducir el riesgo de explotación o violencia. Los menores no acompañados necesitan un espacio amigable donde puedan permanecer temporalmente hasta que puedan reconectarse con su familia o se encuentre otra solución.

Cada caso necesita atención y manejo individual; para eso, las organizaciones humanitarias deben estar presentes en el terreno, trabajando juntas dentro de un sistema de coordinación mejorado.

Cualquier niño, en cualquier país y en cualquier situación, debe protegerse con cuidado, amor y dignidad. Tal y como se adoptó claramente en la Convención sobre los Derechos del Niño, es el derecho de cualquier niño recibir toda la protección necesaria y debe respetarse incluso en un conflicto. Se debe hacer más para ayudarlos a vivir una ‘vida normal’, incluso en una situación que está muy lejos de lo normal.