Hace 25 años que Bar Vicente, situado en la calle Alicante de la capital, abrió por primera vez sus puertas. Desde entonces su capitán, Vicente Martos, no ha perdido la ilusión de alimentar a todos los jiennenses que pasan por su hogar con su apuesta por la tradición y la calidad. Ahora que se cumplen sus bodas de plata, reflexiona sobre lo conseguido, con las mismas ganas de seguir sumando muchos más años.

—Se cumplen 25 años desde que abriera por primera vez Bar Vicente. ¿Qué balance realiza?

—Muy positivo. Han sido años de intenso trabajo, especialmente al principio, pues hay que luchar mucho y son bastantes los inconvenientes que hay que sortear. La última etapa ha sido la mejor, con más tranquilidad, pero en general estoy muy contento del camino que hemos recorrido hasta ahora porque hemos conseguido que la ciudadanía nos conozca, que Bar Vicente sea una marca y un referente cuando se trata de comer.

—¿Qué significa Bar Vicente?

—Es mi vida entera. Yo comencé a trabajar en la hostelería con tan solo quince años, por aquel entonces fregando platos y vasos, hace ya 37. Cuando cumplí los 28, decidí emprender y montar mi propio negocio y, aunque fue una apuesta arriesgada, ahora, tras más de dos décadas, puedo decir que fue una buena decisión.

—¿Qué le hizo dar ese paso?

—Yo llevaba algunos años en este sector, me gustaba y creía que tenía posibilidades de tener mi propio negocio, por lo que decidí intentarlo. Los inicios fueron muy duros, con una gran incertidumbre de no saber con certeza como iba a terminar cada mes, si íbamos a tener aceptación. Con paciencia y mucho trabajo conseguimos hacernos un hueco en el barrio y tener clientes que empezaron a venir hace 25 años y siguen visitándonos todavía.

—¿Siempre tuvo claro que la hostelería era su mundo?

—La verdad que no, al principio era un trabajo que realizaba por necesidad, pero me di cuenta que tenía posibilidades. Ahora, tras varias décadas, no podría vivir sin Bar Vicente.

—El 2019 está cerca de terminar. ¿Cómo ha sido el año de las bodas de plata de Bar Vicente?

—Para nosotros es un año más donde sigue primando la ilusión y las ganas de ofrecer nuestra mejor versión. Sí que a través de las redes sociales hemos compartido este aniversario con mucha gente y hemos organizado algunas actividades.

—¿Qué siente cuando mira atrás?

—Una gran nostalgia y cariño. Cuando pienso en el camino recorrido hasta ahora se me acumulan muchos recuerdos, la enorme ilusión con la que empecé este proyecto. Además, a lo largo de estos 25 años he pasado por todos los puestos que abarca el funcionamiento del bar, desde la cocina a la barra, por lo que el trabajo ha sido extenso y muy enriquecedor. Lo más bonito de todo esto es que esa ilusión se mantiene muy viva y cada día levanto la persiana con las mismas ganas.

—¿Cuáles son las claves del éxito de Bar Vicente?

—Además de mantener esa ilusión, hay que ser muy constantes y ofrecer a los clientes una buena relación entre calidad y precio para que todo aquel que venga se vaya satisfecho y con ganas de regresar. Yo intento buscar ese equilibrio cada día.

—¿Cómo es su día a día?

—Los primeros años eran de un gran desasosiego al no saber si estaba haciendo bien las cosas. Ahora, tras décadas de experiencia, trabajo con un ritmo muy diferente y cada noche al cerrar me voy con la tranquilidad de saber que todo está bajo control.

—¿Recuerda alguna anécdota especial que haya protagonizado?

—Son muchas, pero lo que más me ha marcado ha sido conocer gente muy interesante, tanto clientes como compañeros que se han quedado entre mis mejores recuerdos.

—¿Cómo ha cambiado Bar Vicente desde sus inicios?

—Nosotros nos hemos ido adaptando a las necesidades del mercado y las propias exigencias de la ciudadanía. Comenzamos siendo un bar de desayunos y hemos ido ampliando hasta tener un horario prácticamente ininterrumpido. Comenzamos a las ocho con los desayunos, a partir de las doce ofrecemos comidas y seguimos por la tarde para quien quiera tomar café o copa y, de nuevo, a las ocho ofrecemos cenas. También ha cambiado el público, se ha vuelto más exigente, con demandas concretas, se deja asesorar más que antes y valoran mucho el papel del camarero.

—¿Y en el caso del local?

—Nunca nos hemos trasladado a otro lugar, pero a lo largo de estos 25 años hemos realizado varias reformas. En mi caso concreto, me gusta pintar todos los años o cambiar el mobiliario cada cierto tiempo. En definitiva, ir mejorando para ofrecer una buena imagen, donde la limpieza es otra de las prioridades.

—Cuando comenzó, ¿pensaba que iba a llegar tan lejos con su apuesta por Bar Vicente?

—Siendo franco, no. Las ganas de llegar hasta aquí siempre se han mantenido, pero no esperaba que fuera a tener una aceptación tan grande por parte de los jiennenses, que son sumamente fieles.

—Volviendo a la actualidad, ¿cuáles son las especialidades que se pueden degustar en Bar Vicente?

—Tenemos una cocina que ofrece un amplio abanico de posibilidades, con una gran apuesta por la tradición. Las opciones pasan desde ensaladas, revueltos, salteados o arroces hasta una amplia apuesta por la carne de cerdo y vaca. En el caso de los pescados, trabajamos el atún rojo de Cádiz, ventresca, sepia, entre otros.

—¿Y en el caso las tapas?

—Las tapas son una de las señas de identidad de nuestra tierra, por lo que ofrecemos tanto frías como calientes. En el primer caso contamos con gambas, ensaladilla rusa o caballa. En tapas calientes tenemos migas, callos, carne en salsa o arroz, como algunos ejemplos. Lo que sí intentamos siempre es ir cambiando para que sean variadas y el comensal se sorprenda. Por otro lado, el aceite premiun de nuestra tierra nunca nos falta, pues es una de las delicias que intentamos que conozcan quienes nos visitan.

—¿Qué momento atraviesa el sector de la hostelería?

—Creo que bueno. Ha cambiado con el tiempo a mejor, pues ahora los gerentes de los restaurantes y bares de la ciudad son grandes profesionales y eso se traslada a los resultados. Creo que tanto Jaén como el resto de los pueblos de la provincia tiene grandes hosteleros y una calidad gastronómica, así como una variedad de productos indiscutible que nos deja entre las mejores tierras cuando se trata de comer.

—¿Y se necesita reforzar algún aspecto del sector?

—Tengo que confesar que, en ocasiones, cuesta encontrar profesionales que quieran dedicarse a esto. La hostelería es un mundo muy duro que requiere de gran sacrificio por lo que no todo el mundo está dispuesto a dedicarse a ello.

—¿Para quien no haya visitado aún Bar Vicente, ¿cómo les invitaría?

—Siempre digo lo mismo, es un lugar al que se puede venir sin prisas, a disfrutar de una agradable conversación acompañada de un buen vino y una rica comida. Además, como no cerramos, no tenemos problema en que la comida se alargue por la tarde. Yo les diría que prueben y estoy convencido de que querrán volver porque se van a sentir como en casa.

—Tras 25 años de experiencia al frente de Bar Vicente se ha convertido en un referente para aquellos que estén pensando en emprender. ¿Qué le diría a todos ellos?

—Humildemente les diría que lo primero es la formación, que se preparen bien para el área en la que quieran emprender. Cuando lo tengan claro y sepan que los comienzos son complicados, que apuesten con fuerza por ello, que sean muy constantes en su trabajo. Y lo más importante, que nunca decaigan y mantengan la ilusión, esa es la fuerza que te hace levantarte cada día para mejorar y seguir luchando por lo tuyo y, a la larga, todo esfuerzo incluye su recompensa.