La cascada del arroyo

Ya sea por dejadez o apatía, algunas de las más bellas maravillas de Jaén permanecen ignotas, es el caso de la impresionante cascada que se puede ver en el municipio de Torredelcampo

29 dic 2019 / 11:34 H.

Bien por cercanas, bien por apatía, por dejadez o simplemente por desconocimiento, algunas maravillas de Jaén permanecen ignotas. Este es el caso de la preciosa cascada del Arroyo de la Cueva en el barranco del mismo nombre y situado en el término de Torredelcampo. En este caso particular, su desconocimiento tal vez ocurra por ser una cascada temporal que brota y se forma en momentos de fuertes lluvias, como sucede en primavera o en algunos otoños como ha sucedido este pasado fin de semana. Cuando llueve en abundancia buscamos los grandes cauces de nuestro “Gran Río” o sus caudalosos afluentes más conocidos como el caso del río Borosa o el Aguasmulas.

Pero este discreto rincón permite en una corta y deliciosa excursión. Si venimos desde Jaén tomaremos el primer desvío de la autovía al municipio “Torredelcampo este” y tras rebasar el paso elevado en lugar de seguir hacia el municipio, tomamos la desviación hacia la urbanización del Megatín. Seguiremos cruzando casas de campo, hasta un depósito de agua, donde dejaremos el vehículo. Aquí comenzamos nuestro paseo por la carreta asfaltada. Enseguida un cartel de madera nos indica el camino a seguir. Un sendero descendente entre un denso pinar “de carrascos” (pinus halepensis) nos acompaña por esta preciosa senda. También podemos apreciar resto del antiguo bosque de encinas, según nos adentramos en el barranco.

Al estar muy encajonado, formando una cerrada, hay mucha humedad ambiental por lo que es habitual ver mucha vegetación trepadora o colgante. Zarzaparrillas (de suave y dulce fragancia) y clematis vitalba (parra borde) forman paredes de bosque vertical y lianas, impregnando el paseo de un halo místico y encantado. Si seguimos remontando el cauce del arroyo, que al estar crecido produce un agradable sonido durante todo el recorrido, llegaremos a un gran salto de agua. El llegar a la hermosa cascada de más de cinco metros es el mejor premio a nuestro pequeño esfuerzo en este precioso paseo por una de las Maravillas de Jaén. Merece la pena recorrer el cauce de este arroyo y sumergirnos en este hermoso barranco.

Esta humedad reinante facilita la aparición de muchas especies de setas. Además de las archiconocidos níscalos, existen muchas otras especies menos populares. Muy abundante el “Calamar de monte”, en este caso Sarcosphaera crassa. Especie que aparece semienterrada con cuerpo globoso y un pequeño orificio de borde estrellado para terminar abriéndose, mostrando su bello color violeta del interior.

Es una especie muy tóxica en crudo. Para su consumo, además de limpiarla bien de tierra (operación laboriosa y concienzuda) y ser de carne muy frágil, hay que dar un hervor previo o guisarla de forma prolongada; en caso contrario provoca intoxicaciones graves. La textura y grosor de su carne hace que se le denomine “Calamar de Monte”, por su similitud. Hay muchas otras especies llamativas como es el caso de estas dos; Ramaria stricta, literalmente del latín “rama estrecha”. En una seta en forma de pequeñas ramas que vive sobre madera muerta. Vive a orillas de ríos y arroyos. Hay una especie similar que habita en pinar, pero con los extremos teñidos de verde. No es comestible. O también Peziza repanda, curiosa seta en forma de copa cerrada, que crece en pinares. Tiene un suave olor a caucho. Es comestible previa cocción. A la hora de consumirla, no es conveniente mezclarla con otras especies pues le da una aroma extraño a la fritura.