Encanto, bohemia y paisaje

El municipio de Torres destaca, entre otras muchas cosas, por ser cuna de grandes artistas, así como por tener un rico patrimonio cultural y paisajístico

24 nov 2019 / 12:26 H.

La especie humana no está exenta de errores, aunque tampoco faltan los aciertos. Nosotros hemos tenido una confusión porque nuestra colaboración de hoy tenía mucho que ver el marquesado de Cama Rosa pero, como habrán comprobado en el titular y las propias imágenes, el contenido versa sobre otro asunto. Pero no hay de que preocuparse, pues aún quedan varios domingos en los que hablar sobre las virtudes de Torres.

La disposición vertebrada del caserío torreño aporta un especial encanto a este pueblo peculiar, situado a los pies del Aznaitín. Magnífica perspectiva urbana es la que ofrece el arco con espadaña para campanas, situado junto al Ayuntamiento. Allí, las casas blancas con tejas árabes, se superponen escalonadamente en singulares planos encontrados en lo más alto. Dominando el pueblo, una torre cúbica con reloj, también coronada con espadaña. Era en 1927 cuando Alfredo Cazabán, en una visita a Torres, hizo elogios merecidos de dicho pueblo, ponderó su “inconfundible” tipismo al que no ha llegado, avasalladora y brutal, la transformación de la urbanización, “caprichosa y exótica”. Admiró su fuente y la comparó con la de Orcera. Escribió en su Don Lope de Sosa el sencillo monumento que semeja firme contrafuerte ante una pared de gigantes rocas, que pertenece a Torres, la encantadora villa que fue de la orden de Calatrava.

Las calles de Torres nos muestran ejemplos de la arquitectura vernácula de los siglos XVII y XVIII, como la casa en piedra de Eduardo Ortega que, a pesar de sus muchas modificaciones, conserva la portada de arquitectura regionalista de principios de siglo, como la casa de piedra y ladrillo de M. Hervás López, con balcones ordenados simétricamente. En Torres, llama la atención la rambla de San Gil, una canalización de aguas llevada a cabo en 1965, en el centro de una empinada calle con escalones y que tiene dos tramos, liso el primero, y rectilíneo el segundo.

Por lo que concierne a bohemia y paisaje, la pintura de Torres es destacable. No vamos a silenciar el extraordinario quehacer del pintor torreño Juan Hidalgo Fernández, nacido en 1970. Autodidacta, recibió en torno a la práctica del dibujo, su primer contacto en la Escuela de Artes y Oficios de Jaén y con la figura del excelente pintor Pablo Martín del Castillo y del, igualmente gran artista, Rafael Rubio.

Juan Hidalgo marchó a Barcelona y se encontró con la pintura abstracta. Enseguida encontró afinidad sensible con la manera de hacer de los pintores catalanes que mostraban sus obras en la tradicional sala “parés”. Unos años en la Ciudad Condal e Hidalgo Fernández regresó a Jaén alternando su trabajo habitual con la pintura que, poco a poco, centró su atención y actividad. Él no había olvidado a Torres pese a haber estado inmerso en la vorágine de las grandes urbes.

Juan Hidalgo, bohemio y soñador, trayectoria ejemplar, sincero, gran pintor, en cuya biografía están reflejadas las innumerables muestras personales con las que disfrutó, las exposiciones colectivas, las cuales también significaron el reconocimiento de críticos, público... Y, sin olvidarnos de los premios logrados con su pintura. Torres, sin duda, es cuna de artistas.

Juan Hidalgo Fernández perteneció a los grupos de pintura cantera y Jaén, caracterizándose por realizar paisajes desenfadados y, paulatinamente, fue haciéndose más convencional a la hora de interpretar los repertorios que caracterizan su pintura: paisajes y bodegones de colores luminosos y dominantes cálidas. Más pintores han nacido en Torres y, lógicamente, ellos significan una enorme satisfacción porque la pintura en su más elevada expresión, gusta, entusiasma, atrae, embelesa...

Paisajes, bodegones, casas, portadas... de Eduardo Ortega, Juan Hidalgo y otras personas de Torres enriquecen sobremanera el patrimonio de Torres, no añadimos nada nuevo, aunque sí abogamos por la continuidad, la superación en cualquier faceta que lo merezca y, Torres es, sin duda, un sitio delicioso con merecimientos en gran número. Con la documentado bibliografía “Jaén, pueblos y ciudades”, que publicó, hace años, “Diario JAÉN, algo más que un periódico”, ofrecemos hoy con gran placer nuestra colaboración. Se la dedicamos a Fermín López Fernández, su esposa Casilda del Águila Montesinos y sus seres queridos. Forman parte de la familia querida por nosotros, son muy buenas personas. Aunque no nos vemos ni hablamos cuanto quisiéramos, otra vez recordamos con las más absoluta seguridad, que “la distancia no es el olvido”. ¿Próxima colaboración? Esperamos que llegue el siguiente domingo, seguro que sí. Con uno u otro título, lo que importa es que Torres está en el diario del muy antiguo Santo Reino. Hasta dentro de siete días. Saludos cordiales a todos los lectores del periódico y esperamos que os guste.