El “último” de Las Villas

El ganadero Pablo Espinar vuelve, con su ovejas, cabras y numerosas vacas, a su pueblo, desde Sierra Morena. Es el único de la zona que aún practica la trashumancia, el resto, transportan los animales mediante camiones

16 jun 2019 / 11:32 H.

Pablo Espinar es el último trashumante de la Sierra de Las Villas, el único que mantiene viva esta tradición milenaria. El resto, los pocos que van quedando, transportan su ganado en camiones. En estos días, regresa ya a casa y guía a casi mil trescientas cabezas de ganado, la mayoría ovejas, algunas cabras y numerosas vacas por los campos, caminos y pueblos de Jaén.

Como un sinfín de ganaderos hicieron antes que él, ahora, una vez superado el invierno en la templada Sierra Morena, realiza el camino contrario, para regresar al Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas y, en su larga ruta, que dura ocho días, el rebaño de ovejas atraviesa Mogón, en Villacarrillo. Es la última etapa antes de entrar en su sierra. Allí, a lo largo de sus puentes y su paseo, regala estampas únicas y envidiables a los vecinos, que cada año, las esperan como parte imprescindible de los meses de primavera. Al mismo tiempo, estos trayectos cada vez son más dificultosos debido, como dice el pastor, “a las apropiaciones indebidas” de la Cañada Real. Esto hace que el histórico camino se estreche, año tras año.

El pastor no va solo, ya que le acompaña parte la familia, incluidos los más pequeños, que colabora con las muchas tareas de logística que son precisas en una travesía que siempre resulta ser bastante larga y muy dura, este año más liviana por el buen tiempo, aunque es muy necesario que llueva para que haya pastos en la sierra.

Que cada vez sean menos los pastores que dejan esta milenaria tradición no es casual. Y es que las dificultadas que encuentran a lo largo de su camino, desde que salen de Sierra Morena hasta llegar a Las Villas, son innumerables. Pablo Espinar realiza la trashumancia, como dice, desde que era un niño y ahora, a sus 65, sabe bien todo lo que ha cambiado: “Antes era mucho más dificultoso todo el camino, se hacía andando y ahora, como los vehículos llevan todo el equipaje y los enseres, es mucho más fácil”. “Lo peor está, principalmente, en la apropiación indebida de la Cañada Real, en donde no dejan de poner nuevas vallas al campo que impiden el tránsito libre del ganado; también junto a la orilla de los ríos no hay mantenimiento ninguno y se hace imposible que los animales se acerquen. En el trayecto de este año incluso han llegado a estar dos días sin poder beber”, explica el ganadero.

Además, comenta: “En algunas poblaciones el paso es cada día más dificultoso también, puesto que en calles estrechas aparcan los vehículos”. Pablo Espinar reconoce que le queda poco para jubilarse y que ve muy difícil que la trashumancia se mantenga muchos más años con las numerosas dificultades actuales. “A mi hijo le gusta la ganadería, pero tal y como están los precios del ganado y los altos costos, esto tiene muy poco futuro”, comenta. Él, Eladio Espinar, sonríe y afirma que él continuará, pero que cada vez es más inviable realizar el camino, ya que cada año aparecen nuevas dificultades. Por ejemplo, explica que, cuando pasan por zonas en las que los agricultores han tratado con herbicidas las hierbas del camino, las ovejas se intoxican y, a los pocos días, enferman, sobre todo, las que están preñadas que abortan y algunas, mueren, a lo que reflexiona: “A ver cuándo y dónde reclamas, por qué no sabes el lugar exacto dónde ha sucedido”.