Titular pepep fpepepepe fpe

05 abr 2020 / 11:23 H.

Cuando llegué el viernes 13 a la Audiencia para hacer la entrevista concertada con el juez, alargué la mano y el magistrado me dijo: ¡no, no, no! La costumbre de respetar las normas sociales me hizo cometer una imprudencia. La pandemia ha cambiado nuestras maneras de relacionarnos... y de trabajar. El coronavirus tiene varias aristas espinosas, las más trágicas son la pérdida de la vida y de la salud, o las despedidas de seres queridos en solitarios, dolorosos y desconsolados velatorios. Pero el maldito bicho también ha provocado pérdidas económicas, de miles de empleos y de libertad de movimientos.

Lo estamos contando cada día en los medios de comunicación. Pero ahora, cuando más preciso es el Periodismo como servicio público, más trabas hay para ejercerlo. Paro forzoso de miles de profesionales y teletrabajo condicionan la labor periodística. También el derecho a la información de la ciudadanía se ve bombardeado por bulos en redes sociales, ruedas de prensa virtuales con preguntas seleccionadas, o emisión de imágenes y declaraciones grabadas con móviles, que en otras circunstancias no serían aceptadas. Redacciones, ahora vacías, se sustituyen por oficinas hogareñas con ordenador y estantería de fondo. El equipo de profesionales, necesario en las noticias para televisión, se dispersa. El conductor, operador de cámara, técnico montador y redactor mantienen desconfiadas distancias, parapetados tras mascarillas y guantes. La limpieza y desinfección de equipos y lugares de trabajo se intensifican. La habitual relación durante toda la jornada laboral ahora se reduce al mínimo tiempo. Las únicas imágenes posibles de exteriores se repiten hasta el hartazgo: calles vacías, viandantes con perrito, grupo de personas separadas a la puerta de la panadería o la farmacia, policías y guardias civiles controlando, aplausos desde los balcones... Las entrevistas en cámara requieren de negociación previa para romper, sólo el mínimo imprescindible, el enclaustramiento.

Y todo esto ocurre cuando, confinados, más tiempo tenemos y dedicamos a mirar pantallas. No es fácil contar noticias de forma interesante con tan mermados recursos. Pero ahí está el colectivo de los medios de comunicación, dando la cara ante hospitales, residencias de mayores, aeropuertos, estaciones de tren, o desde casa a través de la pantalla del portátil. El Periodismo se ha hecho acreedor de la bula de trabajo esencial en estos adversos tiempos donde las tareas están tan limitadas. El estado de alarma ha obligado a valorar cuales son las tareas realmente necesarias: limpiadoras, agricultores, ganaderos, panaderos, empleados de supermercados, repartidores, transportistas, maestros y profesores, agentes de las fuerzas de seguridad y del Ejército... Y sobre todo los profesionales de la sanidad: celadores, auxiliares de enfermería, enfermeras, médicos e investigadores. Profesiones imprescindibles para que siga funcionando el pulmón que permite respirar a la sociedad global, defendiéndola del ataque del virus inmisericorde. Cuando la comunidad consiga salir del estado comatoso en el que se encuentra, debería saber valorar lo realmente importante para gozar de los privilegiados dones que nos ofrece la vida: nuestra salud, los besos y abrazos de quienes nos quieren y a quienes queremos, los paseos con los niños por parques, calles y plazas, las reuniones con los amigos los fines de semana, la lectura de un buen libro, la contemplación de la naturaleza tras esta primavera perdida... El desolado transitar por el duro confinamiento acabará. Nuestros pequeños problemas cotidianos nos parecerán irresolubles; nos agobiará el fastidioso calor del verano, tanto como el impertinente frío de invierno; nos molestará hasta la lluvia que ahora vemos con nostalgia a través de la ventana. La rutina en los medios de comunicación nos volverá a hacer creer que las informaciones de interés son las que destacan en titulares, noticias sobre las declaraciones de tal o cual gobernante o político, sobre independentismos y venezuelas, sobre jugadores que están baja y no entran en la convocatoria llenarán periódicos, radios y televisiones; se contará más los culebrones de fichajes que los méritos de los premios Nobel, primaran las entrevistas a famosos antes que a expertos en virus o médicos; habrá más debates con tertulianos sabelotodo que con especialistas, leeremos más titulares sobre las millonarias inversiones en ciudades deportivas que en centros de investigación... En fin, volverá todo a ser como antes... O no. En todo caso ahí estaremos los periodistas para contarlo.

ReSSSSdo.

1

1

1

1

1

1

1

1

1