Con Olvido García

10 nov 2019 / 12:25 H.

Entre sus libros: El tercer jardín (1986); Exposición (1990); Ella, los pájaros (1994); Caza nocturna (1997); Del ojo al hueso (2001); La poesía, ese cuerpo extraño (Antología) (2005), y Todos estábamos vivos (2006), premio Nacional de Poesía 2007. También: Esa polilla que delante de mí revolotea. Poesía reunida (1982-2008); Racines d'ombre (2009); Lo solo del animal, (2012); Poesie (antología preparada por Mariano Peyrou) (2012); Obraz, który trwa tyle, co zycie (antología), traducción al polaco de Marta Eloy Cichocka, Lokator (2018).

Sus plaquettes: Mimosa de febrero, Si un cuervo trajera, Todo acaba cayendo del lado que se inclina, Siete poemas. Con monotipos —Serie Babel 15106—, Poética y Poesía. Sus ensayos: Teresa de Jesús, Los poetas de la República, Perdidas en el espacio. Formas de ocupar, recorrer y representar los lugares y En torno a Velázquez. Antes de finalizar el siglo XX, de 1982 a 2000, destacamos cuatro de sus obras: La caída de Ícaro (1982-1987) con tres apartados: “Del jardín”, “Exposición” y el homófono “La caída de Ícaro”. En “Exposición” bien aclara Francisco Morales Lomas lo siguiente: “la información pictórica y los referentes textuales a ella son un instrumento para la retórica de vida; sus imágenes pictóricas son un alimento para la poesía, una forma de mirada reivindicadora de un orden vital”, que cuestiona su intervención en los catálogos de exposiciones.

En Ella, los pájaros (1989-1992) es importante el cuerpo y sus sombras, la usura del tiempo, una intensa presencia de la naturaleza, el diálogo con el arte..., deviniendo en una dicción fragmentaria y elíptica y en una brevedad que no elude una narratividad recortada y esencial. Consiste en la extrañeza de lo propio, el universo íntimo y su réplica en el mundo exterior, ilustrando el protagonismo de lo femenino, la reflexión y el acercamiento afectivo a la experiencia marginal de las mujeres. Ella, esa tercera persona del singular constituye en su obra la voz de todas las mujeres, como indica Araceli Iravedra en la obra Hacia la democracia. La nueva poesía (1968-2000). En Caza nocturna (1992-1996) con un juego de hipótesis y ensayos, de conclusiones provisionales, se deja un escaso lugar a la certeza, el yo se disgrega, el poema se erige en centro de incredulidad y duda. Se produce la síncopa sintáctica, los encabalgamientos abruptos, una dicción elíptica que obedece a la voluntad de nombrar lo esencial. Se relaciona con el arte plástico, bajo la advocación de tres pintores como Malévich, Uccelo y Gorky. La luz y el color son elementos clave, con lo que podríamos llamar como “poética de la mirada”, en el que el acto de ver genera al poema. Del ojo al hueso (1997-2000) es escrito en un momento biográfico marcado por la enfermedad, desde lo aparente, colorido y retiniano del ojo, a lo descarnado del hueso que nos enfrenta con la muerte, pero además lo que nos sostiene en el gozo de la vida.