Con el poeta Julio César Quesada

28 jul 2019 / 13:08 H.

Julio César Galán es autor de “El ocaso de la aurora” (2004), “Tres veces luz” (2007), “Márgenes” (2012), “Inclinación al envés” (2014), “El primer día” (1996-2003) y (2016), entre otros. Su poesía quiere sacar el antes, el durante y el después del poema, además de sus identidades. Son las vidas de un poema a través de los versos excluidos, de sus numerosas notas, de lectores integrados en el texto, heterónimos, tachados, reescrituras, lexicalizaciones, símbolos que hablan del inacabamiento de cada textualidad.

Se hurga en las zonas ocultas de la identidad, en la relación de los heterónimos (Luis Yarza, Pablo Gaudet o Jimena Alba), con el ortonónimo en una misma obra o la relación y difuminación del lector-autor. Pues ha publicado como heterónimo: “Gajo de sol” (2009), de Luis Yarza, “¿Baile de cerezas o polen germinando?” (2010) de Pablo Gaudet e “Introducción a la locura de las mariposas” (2015), de Jimena Alba. En efecto, con los heterónimos resulta necesario un proceso de aceptación de contradicciones y paradojas de los otros posibles, de las vallas culturales y sociales, de concienciación extrema del tiempo y de transformación en uno mismo por medios de la otredad. Sólo así resulta viable ir hacia la pluralidad identitaria con el fin de llegar a la unidad (lo mismo ocurre con el proceso místico). Ya se ha apuntado algo a sus diferencias y coincidencias con Pessoa o con Antonio Machado en cuanto a los heterónimos, y por ello, destacamos su obra “Ensayos fronterizos. Entre el poema y la heteronimia” (2018).

En “Inclinación al envés”, Fernando Cid ya nos indica que mediante la poesía se puede forjar la capacidad de ser una y muchas cosas o seres al mismo tiempo, o se puede volver a lugares como la infancia. Por eso vive algo de pájaro en todo hombre y encontramos esto en su memoria. Sin embargo, los volátiles no son un sello ideal de perfección inalcanzable en sus poemas, ni una categoría inaccesible o sobrenatural. Estos vínculos son traspasados en algún momento, en algún verso que produce un progresivo y extraño caso de misticismo materialista, de fusión de realidad y fantasía para crear nuevos espacios.Inclinación al envés” remite a autores como Leopoldo María Panero, José Miguel-Ullán, Eduardo Scala o Ignacio Prats. Requiere, obviamente, del compromiso del lector y de su relación creativa para con los paratextos, subtextos, intertextos, intratextos o pretextos. Se cuestionan las fronteras tradicionales entre escritor y lector, entre poema y escritura. Andrés García Cerdán indica que “Testigos de la utopía” (2017) recoge un monólogo interior, en fluido de conciencia, una intensa exploración lingüística y sentimental en los tiempos de la Primavera Árabe o la crisis económica en España. Nos lo explica, además en «Poema excluido, pendiente de reescritura». Galán se entrega en este libro, desde la polifonía y el remake, al vaivén entre escritura y reescritura y a la desautomatización de lo que entendemos por poesía.