Arqueología Cerro Alcalá y la Umbría

Nueva entrega sobre las peculiaridades del municipio de Torres, en Sierra Mágina, en esta ocasión sobre algunas de las peculiaridades de este singular territorio en la antigüedad, así como su evolución en la historia

20 oct 2019 / 12:15 H.

Continuando con el hilo conductor de la publicación, magnífica sin duda, titulada “Jaén, pueblos y ciudades”, que vio la luz hace algunos años a través de Diario JAÉN, algo más que un periódico, caminamos por el municipio de Torres en la Sierra Mágina y “mágica”. El pasado domingo iniciábamos la andadura informativa en relación al municipio torreño después de habernos ocupado de Mancha Real, Pegalajar y Albanchez y manteniendo intacta la esperanza e ilusión de recorrer por mediación de estas colaboraciones dominicales, con el sentido de escribir “datos y detalles” de Jimena, Jódar, Bedmar, Cambil... En definitiva, de todos y cada uno de los pueblos que se integran en la comarca antes mencionada si así lo aceptan, entre otros, los lectores del periódico del Santo Reino.

Ante de “entrar en materia”, les indico que hoy la dedicatoria de esta colaboración va para María José Sánchez Talavera, una torreña auténtica y su familia, con, a quien esto escribe, le une gran amistad sobre la que podríamos escribir “mucho y bien”. Entramos en el capítulo de “Arqueología, historia antigua” y escribimos “Cerro Alcalá”. Es, a partir del neolítico hacia el IV milenio A.C. y, sobre todo, en la etapa siguiente, la del calcolítico, entorno al III milenio A. C. cuando se va haciendo fuerte una economía productiva. En estos instantes, cuando se inicia la primera ocupación de Cerro Alcalá, las comunidades agrícolas del Guadalquivir entraron en contacto con los municipios de las sierras meridionales y se empiezan a encontrar asentamientos asociados a los fértiles terrenos de las zonas de la Vega, donde se inicia el desarrollo de la producción agrícola. En los rituales funerarios irrumpe el fenómeno megalítico con enterramientos colectivos. Existe una “laguna informativa” para el término municipal de Torres hasta el final del segundo milenio coincidiendo con el periodo llamado “bronce final”, momento en el que Cerro Alcalá vuelve a ocuparse. A este tiempo corresponden algunas cerámicas y elementos mecánicos procedentes de pozos o simples “loculis” que encerraban urnas con incineraciones cubiertas en fuentes carenadas. De aquí parece que proceden cerámicas con decoración pintada, orientalizantes que denotarían la influencia tartesiana en la zona y, con toda seguridad, creemos que la cronista oficial de Torres, María José Sánchez Lozano nos daría una lección magistral que “no quisiéramos perder”.

A partir de los momentos sobre los que estamos informando, las poblaciones de las zonas evolucionaron y adquirieron los rasgos identificativos de la cultura ibérica. Entonces es cuando Cerro Alcalá será uno de los Oppida del siglo IV A. C. que continuará ocupado hasta la época romana. Las excavaciones en dos necrópolis pusieron al descubierto muchas tumbas siguiendo el ritual de incineración ibérico, algunas de ellas muy grandes y revertidas con adobes. Junto a tales enterramientos, se documentaron “istrinas” que eran lugares donde se incineraban a los cadáveres.

El paso del siglo IV al III A. C. fue muy complejo en el alto Guadalquivir y lo mismo ocurrió con esta zona, Cerro Alcalá que bien pudiera tratarse de la ostigi al a que hacen mención las fuentes escritas, quedaría en el arte bastetana y a los finales del siglo II o inicios del I A. C. en la etapa ibérica que se encuentra en el museo del Louvre y que se conoce como el “Vaso de Torres”. Fue un hallazgo por casualidad y se desconoce el lugar exacto del que procede. Junto al borde, tiene una inscripción, son de la llamada escritura meridional, unas de las inscripciones ibéricas más antiguas que se conocen.

Recordamos bien y ahora nos reafirmamos en algo que prometimos escribir bien en esta segunda colaboración sobre Torres en relación a la “umbría”. Lo hacemos por eso de lo prometido es deuda. ¿La umbría? Clima continental, acusada amplitud térmica y lluvias otoñales. Muchas zonas montañosas lo que deja poco espacio para los cultivos que se hallan sensiblemente desfavorecidos debido a la pobreza del suelo y a la distribución desigual de la propiedad, entre otras notas negativas, siendo principales cultivos el olivo, las cerezas... Sobresaliente no, lo siguiente, el afán de los torreños y personas de otros lugares puesto que con esfuerzo singular hacen bueno lo de querer es poder. Finalizamos ya, pero adelantamos que el tema del próximo domingo será “La Cueva del Morrón, los endemismos de Sierra Mágina”. Feliz semana.