Visita de culto a los seres queridos

Los cementerios se llenan de gente y flores en el Día de Todos los Santos

01 nov 2019 / 10:12 H.

El 1 de noviembre es una fecha marcada en el calendario de todos los jiennenses, quienes se acercan a los cementerios para visitar a sus difuntos. Muchos días de preparativos llevan los familiares en los camposantos para poner ramos de flores en las lápidas, limpiar los aledaños a ellas, poner velas y arreglar cualquier daño que haya surgido con el paso del tiempo, para que el Día de Todos los Santos luzca su mejor imagen. Por ello, es habitual ver escaleras para llegar a los nichos más altos. Una jornada en la que todos los cementerios están repletos de gente, lugares donde está complicado andar y en los que cada calle tiene una multitud de personas alrededor de las tumbas de sus familiares y amigos que descansan después de haber pasado a mejor vida tras su muerte. Una tradición religiosa que, año tras año, aglutina a la sociedad jiennense en los camposantos de San Eufrasio y San Fernando de la capital para recordar a los que ya no están con nosotros y rendirle culto y añoranza a los seres queridos.

Es una festividad nacional que tiene su origen en el siglo VIII, cuando el Papa Gregorio III pasó la fiesta al día 1 de noviembre en respuesta a la celebración pagana del Año Nuevo Celta, que se celebraba la noche del 31 de octubre. Pensó que al señalar este día, los nuevos creyentes irían abandonando sus antiguas creencias sin dejar de lado su cultura e identidad. Siguiendo la pauta del pontífice, esta tradición y costumbre se fue extendiendo gracias, también, a que Gregorio IV continuó con ella, siendo a día de hoy una fecha señalada en el calendario para que las personas puedan ir a visitar y rendir tributo a sus seres queridos. Gregorio III consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los santos. Sin embargo, los cultos a los difuntos tienen unos orígenes paganos, plasmados en varias civilizaciones como en la antigua Roma que se invocaba a los espíritus.

Diferentes tipos de flores hay estos días en los cementerios. Los claveles expresan admiración y homenaje; los gladiolos muestran la pureza del alma del difunto; las azucenas y los lirios, también se utilizan para tributar a los muertos, pero sin duda la estrella en estas jornadas es el crisantemo, ya que su corta floración —entre octubre y diciembre— enseña lo efímera que es la vida. Paradójicamente, esta flor, significa la existencia para los orientales.

Los cementerios se llenarán de vida, pues a pesar del sentimiento de tristeza y añoranza que puede sentir los visitantes porque los seres queridos ya no están al lado, también es un día para celebrar la vida y por estar vivos. Tras los Santos, llegará el Día de los Difuntos, que es mañana y que no hay que confundir, ya que son festividades diferentes y tiene como objetivo rezar por todos los muertos y, especialmente, por aquellos que se encuentra aún en estado de purificación. Por ello, durante estos días la Iglesia organiza multitud de eucaristías dedicadas a ellos y a sus almas.

Además, esta fiesta está relacionada con la gastronomía y con la multitud de comidas típicas en esta fecha. Desde las gachas a las migas, pasando por la variedad de postres y dulces que se elaboran como los buñuelos de viento, pestiños y huesos de santo, que son un bocado con la base de mazapán dulce y blando.