Viaje a la esencia de Jaén

14 abr 2020 / 12:33 H.
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Esa esencia de luto y recogimiento, materializada en el rostro de la imagen más querida de Jaén, se vivió el Viernes Santo en la intimidad de cada casa. Sin júbilo, más bien con un dolor interno colectivo, callado pero que se dejó ver, la madrugada rememoró aquellas noches de belleza estética, emocional y fervorosa que cada jiennense vive al compartir con Nuestro Padre Jesús Nazareno su tránsito por los más recorridos rincones. Lloró hasta el cielo en el ensueño de una tarde de abril que se tornó más oscura hasta cubrir de negro y luto las calles de una ciudad rota. Velas en los alrededores del Camarín de Jesús, aplausos en los balcones y el himno de El Abuelo como melodía de fondo de una Semana Santa que pasó con más pena que gloria en una capital desierta por una cuestión de responsabilidad.

No fue posible besar su pie. Una pandemia, anclada en nuestra historia en pleno siglo XXI, hizo trizas las ilusiones de cofrades y no cofrades que, aunque lo veían venir, todavía no creen que algo así esté pasando. Se quedó la Carrera de Jesús sin colas de pacientes fieles que no faltan a la cita en los prolegómenos de una Semana Santa aguada, no precisamente por la lluvia, sino por las lágrimas de una tragedia humana jamás vivida en el mundo. Se quedó el Santuario de Nuestro Padre Jesús sin rosarios, estaciones penitenciales y expresiones cristianas revestidas de devoción. Se quedó la barroca Santa Marcela sin asomar el paño del Santo Rostro por las callejuelas. Se quedó El Abuelo en casa, como sus devotos, confinado por un virus mortal que tiene al mundo en vilo. Solo su madre, situada detrás de él en el altar mayor del Camarín que lleva su nombre, pudo consolar la tristeza de un Viernes Santo que se prolonga en el tiempo. Se quedó la madrugada para el recuerdo...

Ausentes de bullicio, en el silencio de la calma y en un ambiente de emoción contenida, propio, eso sí, de Semana Santa, profesionales comprometidos, entre los que me incluyo con un halo de pudor, decidimos cambiar el relato de lo que acontece cada año en la procesión de Nuestro Padre Jesús por un salto de vértigo, como los que se dan al vacío, para que quienes rezan siempre, ahora o nunca pudieran ver, desde el obligado confinamiento, la imagen en directo de El Abuelo. La técnica acompañó en una iniciativa sin precedentes que nació del convencimiento expreso de Diario JAÉN como referencia inequívoca de servicio ciudadano, aderezado con la colaboración de la junta de gobierno de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús y María Santísima de los Dolores y el aliento del Obispadode Jaén, con monseñor Rodríguez Magro a la cabeza. También por un puñado de currantes siempre dispuestos a situar el Periodismo por encima de muchas cosas. Las matemáticas demuestran el resultado. Casi cinco millones de personas visualizaron una retransmisión televisiva, a través de diariojaen.es, que comenzó a las dos y terminó a las siete de la mañana. Se estrenó con el sonido de una guitarra del cofrade Jesus Medina con la Catedral como telón de fondo y se despidió con imágenes de la procesión recortada de 2019 que será buena muestra que se repitan a la vuelta de un verano inquietante. Lo que ocurrió en esa franja horaria, convertida en “trending topic” internacional, solo es el resultado del amor, la devoción, el fervor, la pasión y los cientos de calificativos más que despierta el Jesús de Jaén dentro y fuera de nuestras fronteras.

Francisco Jiménez Delgado ejerció de maestro de ceremonias en un directo en el que la magia de la poesía estuvo, precisamente, en hacer real el sueño de ver la grandeza que guarda el interior del Camarín. El directo al corazón de los ciudadanos de a pie quedará grabado para la posteridad en una publicación digital única que viaja de continente a continente hasta sumar millones y millones de visualizaciones de jiennenses y no jiennenses repartidos por todo el mundo, aislados en sus casas, como si estuvieran en el interior de un vientre de ballena en el que resulta imposible escuchar el llanto.

El éxito de una retransmisión única batió récord en la capital, seguida de las grandes ciudades de la provincia, y prolongó sus tentáculos por ciudades como Madrid, Sevilla, Granada, Barcelona... Hasta Palencia. La llama de los cirios no pudo escribir su página en el aire, pero recortes de su brillo llegaron hasta la mesa de quienes buscaron en el periódico de referencia de los jiennenses, vestidos con atuendos de tristeza, ese olor a la noche de El Abuelo inconfundible. Con la esperanza del milagro, los rostros de Nuestro Padre Jesús, la Virgen de los Dolores, la Verónica y San Juan rompieron, por miles, la intimidad de los hogares de Alhaurín de la Torre, Alcalá de Henares, Jerez de la Frontera, Badalona, Vigo y Benidorm. Hizo tanto daño la emigración, en aquellos años faltos de oportunidades, que quiso el destino que El Abuelo viajara, en esta particular Semana Santa, desde Torrejón de Ardoz hasta San Fernando.

El coronavirus marca el paso de un mundo imperfecto que lucha contra una muerte que está cercana, seca la risa de los rostros y priva a los cofrades de luz y cera. Posados con la frente en el cristal de la ventana, de balcones limpios como la patena, asistimos a un entorno vacío que, en la madrugada del Viernes Santo, se llenó con la luz de El Abuelo en aparatos tecnológicos que hacen el aislamiento más fácil. Hasta la ciudad del buen recuerdo regresaron quienes viven en Irvine (Estados Unidos), París, Santiago de Chile, Buenos Aires, Bogotá, e incluso ciudades que hay que buscar en Google para ver dónde están, porque el registro de 117 visualizaciones desde Chihuahua o Hialeah, por ejemplo, demuestra que El Abuelo es patrimonio internacional de la humanidad.

Exiliados en nuestra propia casa, con la resaca de una Semana Santa jamás vivida, cerramos los párpados para soñar con el paraíso. Al final llegará la luz, porque después de una madrugada larga siempre amanece. Nadie podrá robarnos la esperanza.

Jaén