Vacaciones en Jaén lejos de la guerra
Más de treinta niños ucranianos disfrutan del verano en la provincia

De “principio fundamental de la verdadera sabiduría”, que proclamaba Sócrates, a “la lengua que el sordo puede oír y el ciego puede ver”, del escritor estadounidense Mark Twain. Es la definición de bondad de dos autores que, aún separados en el tiempo más de 2.000 años, apreciaron la trascendencia de una cualidad que escasea más de lo deseable. La bondad supera barreras físicas y sensoriales, de ahí la importancia de contar historias como la que el guardia civil Antonio Funes empezó a tejer en marzo de 2022, tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, cuando hizo más de 3.200 kilómetros hasta la frontera de Polonia para alejar a una familia del campo de batalla. Para él la bondad no se ausenta: “Hay muchísimo bien en el mundo, el problema es que el mal hace mucho más ruido”. Eso dijo tras regresar de la travesía.
Ese fue el origen de “Un respiro de esperanza”, que este año suma su segunda edición y que, en resumidas cuentas, es un campamento de verano para niños ucranianos, que bien residen habitualmente en un orfanato en Dowbysz, o pertenecen a familias muy pobres del colegio de Kulikowka. En total, participan 34 niños y 5 mayores como tutores. El año pasado fueron 45 menores y 7 adultos. “Viven en un orfanato, pero eso no quiere decir que todos sean huérfanos. Los hay que vienen de familias desestructuradas o que tienen problemas físicos y psíquicos que dificultan a sus padres prestarles la atención necesaria”, manifiesta Funes Tello.
El 8 de julio, llegó a Madrid con los niños tras subir a un avión en el aeropuerto de Varsovia (Polonia), a donde llegaron en autobús desde Ucrania. Una vez en la capital de España, cogieron otro bus hasta Orcera. Por el momento, los niños del campamento “Un respiro de esperanza” visitaron el imponente Castillo de Segura de la Sierra y el Pantano del Tranco, además de los ayuntamientos de Jaén, Mengíbar y Cazalilla. Hoy parten a la ciudad portuguesa de Fátima y sus últimos días, del 25 al 29, disfrutarán de la playa en Cádiz, y será el miércoles 30 de julio cuando regresen a Ucrania.
“Los niños están locos perdidos, desatados, como al que lo sacan de la cárcel”, exagera Funes para describir el sentimiento de los chiquillos. “Disfrutan mucho de estas vacaciones”, añade el guardia civil, que para poner negro sobre blanco la situación diaria que atraviesan estos menores en su país de origen, cuenta dos anécdotas: “El otro día pasó por Orcera un avión del ejército, algo habitual por la cercanía de la Base Aérea de Albacete. Cuando lo escucharon, todos corrieron a ocultarse en el albergue”. Algo parecido le ocurrió el año pasado en el municipio malagueño de Rincón de la Victoria: “Eran las fiestas del pueblo, por lo que empezaron a lanzar cohetes y los niños se metían debajo de los coches para esconderse”.
Hace ya unos meses, Antonio Funes tuvo la posibilidad de visitar el plató de La Revuelta, programa de Radio Televisión Española (RTVE), para contar qué es “Un respiro de esperanza”. “David Broncano es de Orcera y el albergue donde se alojan los niños se llama como él en su honor. Además, él mismo hizo una aportación económica muy importante para impulsar el proyecto”, reconoce Funes Tello, que destaca la colaboración pública y privada que cosecha la iniciativa en su segunda edición.