Una tradición que une al Islam
Alrededor de unas quinientas personas musulmanas celebran el mes sagrado en la capital jiennense
Comienza una de las tradiciones más importantes en la religión islámica, el Ramadán. Desde el 17 de mayo, los musulmanes no deben comer ni beber nada hasta que se ponga el sol. Son días dedicados a Alá, al compromiso con sus creencias y de solidaridad y generosidad.
El primer día es el más duro. La falta de comida y bebida durante las primeras horas se sienten más pesadas, así como la fatiga que se genera. Sin embargo, Ahmed Fiaz, del Centro Cultural Islámico de Jaén, declaró que el segundo día se hace mucho más liviano, pues “la barriga se acostumbra a que no venga tanta comida como antes”. Según indicó, son aproximadamente unas 500 personas musulmanas las que viven en la capital jiennenses y que, tal y como marca su religión, siguen las costumbres del Ramadán. Fiaz, por su parte, es dueño de un comercio en la ciudad y, para ajustar las necesidades y la fatiga de su cuerpo a su trabajo, suele reducir el horario de apertura del establecimiento.
A esta tradición se sumó junto con su familia. De sus cuatro hijas, Amina Ahmed, de doce años, confesó que, aunque el año pasado no participó mucho, esta vez está cumpliendo con las directrices del Ramadán y que son días “muy chulos”. La “indulgencia” a los más pequeños en estos días es muy corriente. Según explicó Ahmed Fiaz: “Desde pequeño empezamos a practicar poquito a poco. A mis hijos les damos un poco de comida por la mañana y les decimos que solo es hasta que puedan aguantar, que puede ser hasta las once o las doce”. Aunque, una vez cumplidos los dieciséis años, los jóvenes están “obligados” a respetar el Ramadán. “Mi hija mayor lo estaba haciendo, pero estos días tiene colegio y ha tenido que parar porque tiene mucho trabajo y estudios que afrontar, pero lo normal es que lo haga”, apuntó Fiaz.
Durante la tradición islámica, la oración se amplia, sobre todo la de la noche. “Son las horas que le dedicamos al Dios y le pedimos los buenos deseos para nuestra familia y el mundo, para la humanidad y para nosotros”, añadió Ahmed Fiaz, quien expresó que este mes está dedicado por completo a la fe y, por supuesto, a su Dios. “Durante el resto del año, hacemos las cosas por y para nosotros, nuestros hijos o cualquier otra cosa, y ganamos resultados en el acto. Pero los beneficios que nos da el Ramadán los guarda el Dios para después de morir. Y esos no te los puede dar nadie en el mundo”, afirmó. Además, expuso que el Ramadán también es capaz de acercarles a las personas que viven todos los días en pobreza, pues les hace pensar que tal y cómo ellos sufren por poco tiempo, lo hacen muchas personas cada día sin comida ni agua. De igual manera, las donaciones son habituales durante estos días, pues, en la historia islámica, “el Dios dice que todo lo que se done lo devolverá multiplicado por diez”.