¿CUál es su función como director de secretariado?

—Mi labor principal consiste en gestionar y mantener las oficinas de proyectos de tecnologías de la información. Sería básicamente, coordinar todas las iniciativas que existe en la Universidad al uso de tecnologías, de infraestructuras, software que hagan falta e intentar planificarlo,
coordinarlo y mantenerlo de la mejor manera posible.

¿se ha hecho más importante el perfecto funcionamiento de este secretariado con el parón de las clases presenciales?

—Pues sí. En la Universidad ya teníamos una visión clara de que había que apostar por la tecnología, tiene que formar parte de cualquier situación en nuestras vidas. Por lo tanto es un objetivo principal poder utilizar la tecnología de forma correcta, que en todos los edificios funcionen bien y hay que intentar añadir algún valor más a lo que se está haciendo para mejorarlo.

¿qué ha cambiado con la llegada del coronavirus?

—La Universidad ya tenía plataformas para hacer trabajos online y, básicamente, lo que hemos hecho ha sido reforzar e intentar encontrar nuevas alternativas para poder trabajar, sobre todo con la docencia telemática y el periodo de exámenes. Nuestras labores han consistido en reforzar el sistema que ya teníamos, que estaba pensado para un volumen de alumnos que no era tan alto como el que hemos llegado a registrar. Había una media de 800 conexiones al día y ha subido a las 3.000. Además, en cuanto a la parte de dar clase, hemos intentado cambiar para que se continuaran impartiendo en el mismo horario que tenían pero de forma telemática. La verdad es que ha sido un gran esfuerzo por parte del profesorado y el alumnado y teníamos que estar pendientes de equilibrar todas las plataformas que tenía para que el sistema no colapsara.

¿Ahora hay un sistema más reforzado que antes?

—Sí, no solo se ha reforzado el sistema, sino que el coronavirus ha hecho que se cambie la mentalidad de muchas de las personas que trabajan en la Universidad. Muchas veces somos reacios a aprender algunas cosas que parecen inaccesibles y gente que antes no se planteaba dar una clase online, ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempo y cambiar la forma de impartir la docencia. Además lo ha tenido que hacer en tiempo récord y planificarse de otra forma. En cuanto al personal de la Universidad, ha pasado lo mismo, han tenido que aprender nuevas tecnologías y trabajar desde casa.

¿Qué refuerzos ha hecho el secretariado?

—Desde antes de que comenzara el confinamiento, ya empezamos a ver que la plataforma no iba a ser capaz de aguantar el volumen de alumnos que iba a acceder e hicimos varias pruebas e informes y nos dimos cuenta de que no íbamos a llegar a tiempo. Por eso, una de las soluciones que aplicamos fue que una parte de la evaluación se moviera a Google Forms, porque esta herramienta tiene los recursos necesarios para estar vigilantes todas las horas del día ante un posible problema. Estaba disponible para la Universidad y dimos la oportunidad a los profesores de poder cambiarse de plataforma. No obstante, sigue habiendo gente que utiliza el mecanismo que antes había.

¿Se ha multiplicado vuestro trabajo?

—Muchísimo. El servicio de informática ha estado trabajando día y noche para que los sistemas estuvieran funcionando correctamente y ante cualquier incidente, la respuesta ha sido muy rápida. Además, estamos acostumbrados a trabajar con remoto y este cambio de hacerlo desde casa no ha sido tan fuerte como otros profesionales.

¿cómo ha sido la comunicación para dar respuesta a los diferentes problemas?

—En la parte directiva hemos estado haciendo reuniones diarias y la comunicación ha sido constante. Además, para relajar los ánimos y poder hablar, se diseñó un pequeño encuentro de 20 minutos en la que nos conectábamos todos durante el desayuno para comentar cómo estábamos funcionando y los problemas que teníamos. Todo el mundo de la Universidad ha intentado buscar una solución a los problemas que tenía y siempre hemos estado atentos a que se estuviera trabajando con normalidad desde la distancia de cada profesional.

¿QUÉ DIFERENCIA HA HABIDO EN EL TRABAJO QUE DESEMPEÑABA HACE TRES MESES CON EL QUE HACE AHORA?

—La diferencia en el fondo no ha sido mucha. Hemos tenido más la sensación de ser bomberos, de ir apagando fuegos e intentando adelantarnos a todos los problemas que han existido. Si es verdad que lo que ha sido la planificación de proyectos, poder buscar tecnologías emergentes que podrían darnos un valor añadido, se han ido cambiando en cuanto a poder buscar otras herramientas a los problemas que estaban surgiendo en la actualidad o que podían aparecer. No obstante, desde hace unas semanas estamos volviendo al trabajo normal, aunque siempre desde la distancia, en nuestros hogares, pero intentamos continuar con lo que hacíamos en la gestión de proyectos que estaban utilizándose, sacar nuevas alternativas de trabajo, de interactuar con la tecnología y poder dar a la Universidad toda la infraestructura y los recursos que necesite. Ha cambiado en cuanto a la forma y la idea que teníamos de actuar.