Un siglo dedicado al buen buqué
Distribuciones Latorre celebra sus cien años con unos quinientos invitados
Esfuerzo, dedicación y estar siempre abiertos a las necesidades del mercado y al servicio de sus clientes. Son los pilares sobre los que se ha construido un siglo de historia de la empresa Distribuciones Latorre. Cien años de buen hacer jiennense que culminaron en una celebración por todo lo alto. Con unos quinientos invitados, el Hotel HO Ciudad de Jaén acogió a amigos, familiares, clientes y trabajadores de punta a punta del mar de olivos.
Desde las ocho y media de la tarde, la zona dispuesta para el festejo se fue llenando de rostros con grandes sonrisas y gestos de cariño, dirigidas especialmente a un hombre, a Ramón Latorre Gómez, actual presidente de la empresa. Sus hijos, Alicia Latorre, directora general - CEO, y Ramón Latorre, director comercial & marketing, estaban próximos a su padre, recibiendo a los invitados que regalaban continuas expresiones de amabilidad. “Estamos desbordados, no nos creíamos que la gente quisiera tanto a la familia y a la empresa”, comentó Alicia Latorre, que explicó que uno de los ejes de la celebración era homenajear a su padre, la tercera generación que se puso al frente del negocio familiar, por “dedicar toda su vida a la empresa y por el gran poder de convocatoria que tiene, muchísima gente ha respondido; es un reconocimiento a él, que nos ha enseñado a luchar y pelear”.
Amenizado por el saxofonista Magasax, los invitados accedían al cóctel de recepción del hotel y saludaban a los recién llegados. Clientes y amigos entregaban al presidente, Ramón Latorre, placas a modo de obsequio. Entre ellos había nombres tan ilustres como Pelayo de la Mata y Pobes, Marqués de Vargas y Conde de San Cristóbal. Después de degustar las exquisiteces del menú y un postre muy especial, los tres ejes actuales de la empresa, Ramón Latorre Gómez, Alicia Latorre Peinado y Ramón Latorre Peinado, subieron al escenario para dedicar palabras de agradecimiento a los invitados. A continuación, el grupo Transistores tomó el lugar y llenó con su música cada rincón, haciendo mover el esqueleto hasta altas horas de la noche.
Ante la pregunta de cuál es el secreto de una empresa para llegar al siglo de vida, el presidente lo tenía claro: “El truco es tenerle cariño, constancia y tesón, el día a día en el trabajo y, salvando todos los obstáculos que pueden ir surgiendo, la formalidad y la seriedad en el comercio”. Esa es la base fundamental que ha marcado los cien años de esta empresa, “que el cliente sepa que no tendrá problemas, que puede confiar plenamente en Distribuciones Latorre”. Una confianza más que arraigada, de puro orgullo jiennense —“todos somos de aquí”—, que recibió el mayor regalo que podía tener. “Es una satisfacción y un orgullo llegar a los cien años, lo más bonito es que, además, han sido años ininterrumpidos, de una generación a otra”. Ahora, a por los próximos cien años, “que llegarán”.
Para ello es importante una nueva generación que coja las riendas de Distribuciones Latorre, donde el vino corre por las venas de sus descendientes. Ramón Latorre Peinado, director comercial & marketing, confiesa que “ya está inculcando a la próxima generación”. Padre de dos niñas, de 3 y 6 años, “aprenden poco a poco del mundo del vino”, para dar pie, de esta forma, al futuro que afiance aún más su lugar en el corazón de los jiennenses y en el sector de las empresas vinícolas.
“Me embarga el sentimiento de orgullo, pero también hay nerviosismo por la gran responsabilidad que conlleva”, comentó Ramón Latorre, cuarta generación. Pero, a pesar de ello, el sentimiento era de “felicidad”. “Estamos rodeados de amigos, clientes y proveedores, al fin y al cabo, familia”. La constancia, el trabajo y el sacrificio son clave para que una empresa como Distribuciones Latorre haya llegado tan lejos. “Pero, sobre todo, tener a un buen equipo cerca, tanto humano como de proveedores y clientes”, añadió.
La última generación admite que insiste en que lo esencial ha sido sentirlo como un modo de vida. “Como un hijo más, cuidarlo y mimarlo, siempre mirando por la fidelidad de las marcas, esforzándose día a día y trabajar juntos”, comentó Alicia Latorre.
Un esfuerzo conjunto que recoge sus frutos cada día, en el que el origen jiennense marcó una manera de trabajar, de pensar y de saber hacer de la empresa, de un negocio que todavía hoy cosecha éxito y sigue en lo más alto del sector, llevando el estilo jiennense a cada rincón en el que se hable del buen buqué, de tintos, blancos o rosados. Unas raíces hundidas en el mar de olivos y que continúan creciendo, emergiendo, hacia lo más alto, por otros cien años más.