Un fuego intencionado aviva la pelea de clanes de Antonio Díaz

Los Bomberos sofocan las llamas en la vivienda de la familia huida

26 abr 2016 / 12:30 H.

“Se está liando gorda y cualquier día ocurre una desgracia”. La frase es de un policía que se ha jugado el tipo más de una vez en Antonio Díaz, el barrio de la capital que, en las últimas semanas, se ha convertido en un polvorín por una guerra entre el clan de los “Fernandos” y el clan de los “Romera”. El enfrentamiento entre estas dos familias, que hasta ahora vivían prácticamente puerta con puerta, se ha recrudecido. El último episodio de esta historia se escribió el pasado fin de semana: los Bomberos tuvieron que sofocar el incendio intencionado que se declaró en la vivienda de Juan de Dios P. R., el patriarca de los “Romera”. La casa lleva vacía una semana, desde que sus cinco moradores se marcharan con lo puesto para evitar la venganza de sus vecinos, los “Fernandos”, por la brutal paliza que propinaron a uno de sus miembros.

El incendio se declaró en plena madrugada. Alguien rompió los cristales de la puerta de acceso y de una de las ventanas del inmueble y arrojó un objeto ardiendo. Las llamas solo afectaron a las cortinas y algunos enseres de la entrada. Los Bomberos se desplazaron hasta la zona, sofocaron el incendio y ventilaron el edificio en apenas un cuarto de hora.

La Policía Nacional ni tan siquiera ha llegado a intervenir: “No hay denuncia”, aclara el portavoz oficial de la Comisaría, Diego Moya. Sin embargo, los agentes saben que lo que ocurrió en la madrugada del sábado al domingo es un escalón más en esa espiral de violencia entre clanes rivales. Una pelea en la que ha habido pistolas, palizas, persecuciones y daños intencionados.

Las rencillas entre ambas familias no son nuevas. Llevan años de enfrentamiento soterrado con el negocio del menudeo de drogas como telón de fondo. Sin embargo, no se habían registrado trifulcas de especial gravedad. Era una guerra fría, en la que cada clan tenía su territorio bien definido. Todo cambió el 11 de abril. La Policía Nacional efectuó una redada en la zona: el objetivo era Fernando M. M., el patriarca del clan de “Fernandos”. Los agentes de la Brigada de Estupefacientes registraron su casa. A pesar de que no hallaron ni un solo gramo, fue detenido. Cuando se lo llevaban esposado delante de una multitud de vecinos, el arrestado culpó a los “Romera” de haber dado el “chivatazo” a la Policía.

Esa chispa prendió la mecha de las hostilidades. Cuando la Policía se retiró, se produjo una trifulca de las grandes. Familiares del detenido increparon a miembros del clan rival. Uno de ellos, Juan de Dios P. E., sacó una pistola con la que trató de abrirse camino hacia su casa entre la muchedumbre. Con él estaba su padre, Juan José P. R. Alguien avisó a la Comisaría de lo que estaba pasando y una patrulla que estaba en la zona se jugó el tipo para sacar a los “Romera” de su casa y evitar un linchamiento.

Estaba claro que la cosa no iba a quedar así. Una semana después, se desencadenó la segunda batalla de esta guerra sin cuartel. Juan de Dios P. E., su hermano Juan José y dos primos, desplazados desde Mengíbar, localizaron a Fernando M. M. y a su hijo en una terraza de la calle Núñez de Balboa. La bronca fue de las buenas: volaron las sillas y las mesas. Desde ahí, comenzó una persecución en coche hasta Antonio Díaz. Cuando les alcanzaron, presuntamente, les propinaron una brutal paliza, que mandó al patriarca al hospital. Su hijo recibió una puñalada en una pierna. Tras la agresión, los “Romera” huyeron para refugiarse en su casa. Volvieron a salvarse del linchamiento porque llegó la Policía, que se llevó detenidos a los cuatro presuntos autores. Esa misma noche, sus familiares decidieron poner tierra de por medio y marcharse del barrio. La Policía montó un dispositivo de seguridad para evitar incidentes. Cuando los agentes se retiraron, su casa fue destrozada. Es la misma vivienda que intentaron quemar el pasado fin de semana.

Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado están en alerta. De hecho, la Guardia Civil ha vigilado el barrio de Mengíbar donde viven algunos miembros de los “Romera” acusados de participar en la paliza al patriarca de la familia rival. “Esto puede estallar. No se estarán quietos tan fácilmente”, concluye un policía que conoce los códigos por los que se rigen estos clanes. Una de las normas no escritas dice que las afrentas de sangre solo con sangre se lavan.

La declaración de los agredidos, el 6 de mayo

Fernando M. M., el patriarca del clan de los “Fernandos” que recibió una brutal paliza, y su hijo, que fue apuñalado de carácter leve en una pierna, han sido llamados por el juez Antonio Valdivia Milla para el próximo 6 de mayo. El magistrado los ha citado en calidad de perjudicados por las lesiones que, presuntamente, les propinaron cuatro miembros del clan rival de los “Romera”, en concreto, Juan de Dios P. E. y su hermano Juan José, y dos primos desplazados desde Mengíbar. Durante varios días, el patriarca estuvo hospitalizado en el hospital con varias fracturas en una pierna y la cara reventada a golpes. Por eso, no se le había podido interrogar antes. Ninguno de los supuestos autores de la paliza puede acercarse a las víctimas a menos de 500 metros, según la orden de alejamiento dictada por su señoría.