Tributo de Fanny Rubio a los mineros de Linares

Con expectación se espera el ensayo La Taranta Minera, la última obra literaria de Fanny Rubio, muy imbricada en Linares, su tierra

30 oct 2022 / 17:25 H.
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LA ENTREVISTA

La escritora, investigadora y profesora universitaria Fanny Rubio vuelve a primera línea de la actualidad cultural con la publicación de su libro La Taranta Minera, un ensayo póetico que se presentará, el día 13 de diciembre, en Linares, su ciudad natal. Su compromiso social la lleva a reflexionar sobre cuestiones candentes de la actualidad española como el feminismo, la llamada “ley trans” o la Memoria Histórica

—¿Qué es La Taranta Minera?

—Una postal con un argumento en forma de libro dirigida a los mineros de mi ciudad y sus numerosos descendientes, con el recuerdo de sus cantes y de algunas parcelas que sigo valorando, resaltando algo del esfuerzo heroico de estos mineros y de sus familias durante los siglos XIX y XX. Pero como se escribe en las postales, es un texto breve que cuenta con mi borrosa memoria de aquella infancia en mi barrio minero detrás del mostrador de la tienda de ultramarinos de mis padres a un paso del Paseo de Linarejos, que era uno de los caminos de las minas desde tiempo inmemorial. Fue un patrimonio maravilloso, pues aprendí las primeras canciones con las hijas de estos mineros en la misma calle Romea, a la vera del entrañable café-cantante de la Viuda. Entonces los varoncitos iban al parque de San José a jugar al fútbol o a la plaza de toros que estaba a nuestra vera a tirarse al ruedo como maletillas. Todo eso fue antes de que llegaran las carreras de bicicletas. Aquellas familias vivían del trabajo en las minas de la Tortilla, de Arrayanes o de La Cruz, entre otras. No es ni se pretende un libro erudito aunque parta de una somera bibliografía con la que homenajeo a mis amigos y maestros Fernando Quiñones, José Menese o José Manuel Caballero Bonald, a muchos de ellos, desafortunadamente, “in memoriam”. No pretende ser un libro erudito porque hay publicados muchos y buenos estudios acerca de la taranta minera que recomiendo, como señalo de pasada que grandes periodistas y escritores pioneros como Carmen de Burgos y Joaquín Dicenta se detuvieron en el tema. Lo que podría pasar por cita académica es la de Cervantes, que en el capítulo XXII de la primera parte del Quijote, el hidalgo cuenta: “Antes he yo oído decir —dijo Don Quijote— que quien canta sus males espanta”. Y es cierto que la cita se cumple a pie juntillas en Linares: los mineros cantaban para espantar sus males, que no eran pocos, empezando por las enfermedades respiratorias ¡Y vaya que los espantaban! Más aún, el cante de tarantas, escrito por poetas del pueblo y cantado por los mineros levantaba el ánimo de la cuadrilla y daba alegría y energía para seguir en la heroica tarea que los ligaba al centro de la tierra como al poeta místico.

—¿Qué aportaciones hace la obra? ¿Por qué el subtítulo “el canto de la roca”? ¿Supone el libro un cambio de registro en su producción?

—Empiezo por la tercera parte de la pregunta. Intento que cada libro marque un giro en mi producción. Aunque es complicado ir contra la inercia que se crea en tus lectores a partir de tu primer libro, estoy con el gran poeta cordobés Manuel Álvarez Ortega que nos invitó a sus amigos a huir del “síndrome del primer libro” que congela a los escritores en su título primero, con lo cual impide que estos mismos lectores crezcan con él. Yo trabajo tanto en la creación poética y narrativa como en el ensayo y la investigación y me niego al síndrome del único registro. A los escritores que hacen esto en otros países (Octavio Paz, por ejemplo) les dan el premio Nobel. En España solemos castigar a los nativos al salirse del sendero de un género, más todavía si has nacido mujer. Con relación al “canto de la roca” tengo que confesar que muchas veces sentí decir a los mineros al regreso de su tarea que ellos “se entendían con la roca” y que la roca los protegeria si había peligro de derrumbamiento “porque el granito, los filones, a su manera, hablan”. Como decía el poeta León Felipe, la piedra rueda como el cante, y cante y piedra caminan hacia el fondo, como el minero. También el poeta José Ángel Valente tituló uno de sus libros, La piedra y el centro, deteniéndose en una copla que da pie a que hablemos de ello: “fui la piedra y fui el centro/ y me arrojaron al mar/ y al cabo de largo tiempo/ mi centro vine a encontrar”. Me ha intrigado desde siempre la conexión de la piedra y el cante y hace algunos años en un coloquio “online” desde el Escorial con el premio Nobel de Física Murray Gell-Mann le pregunté si era descabellada observar la conexión percibida por los mineros y me respondió que esa posibilidad existía a través de las partículas subatómicas. Como puedes imaginar yo me quedé literalmente “de piedra”. Rescato esa impresión en mi postal minera.

—¿En qué otros proyectos trabaja?

—Sigo en la mina, sigo en los fondos, sigo en las piedras en novela y poesía. La taranta minera me ha dado a mí más trabajo para el futuro que a los mineros de Linares les dio las minas después que se cerraran, no por falta de filones sino porque en la Bolsa de Londres bajó el precio del plomo.

—¿Qué papel tiene la literatura en el convulso mundo actual?

—Es complicado seguir en la brecha cuando grandes escritores de los que me fío mucho, como Mircea Cartarescu, dicen abiertamente, como ayer Juan Goytisolo o Pier Paolo Pasolini, que la poesía no se consume, que el escritor no se parece a un vendedor de frigoríficos sino que aporta conocimiento crítico y verdades que a veces ponen alas para soñar y otras duelen acerca del mundo en el que estamos. Se nos ofrece la literatura banal que no nos proporciona ayuda, energía, razones para apostar por la vida compartida con esperanza contra la angustia que arrasa nuestro tiempo. En cambio me interesa la literatura hace posible lo imposible y nos tiende la mano en momentos oscuros de ansiedad sin sosiego como los que vivimos ahora.

<i>Una joven Fanny Rubio ante la tumba de Miguel Hernández.</i>
Una joven Fanny Rubio ante la tumba de Miguel Hernández.

—¿Cuál es su opinión acerca de la nueva ley de Memoria Histórica?

—Es una pena que al cabo de tantos años tengamos todavía pendiente recuperar los cuerpos y los nombres de tantos miles de desaparecidos en las cunetas de nuestra amada tierra; que todavía esté pendiente la declaración de nulidad de las trágicas sentencias de los tribunales de excepción franquistas y el reconocimiento y la reparación personal de todas las víctimas. Creo que esta ley es la mejor manera de evitar que los papeles de víctimas y de verdugos queden congelados por los siglos de los siglos. Asumida la memoria compartida, deberíamos aceptar que se aproximen unos a otros como en parte se hizo en la Transición tan denostada injustamente hoy para dejar de representar ese papel tan rígido y bipolar que sigue dividiéndonos a los españoles.

—¿Se viven tiempos movidos en el mundo feminista a cuenta de la “ley trans”, ¿qué opina al respecto?

—Las leyes que amparan los derechos humanos pendientes, como la “ley trans”, hacen de nuestro país uno de los más avanzados. En lo que respecta a los niños y adolescentes, en edades tan sensibles, pienso, como docente, que deben opinar los especialistas objetivos; no creo que sea suficiente el drama circunstancial o el deseo puntual de un crío apoyado o no por su familia de cambiarse de sexo, sin más. Sabemos que el deseo es cambiable y la retroactividad en temas tan importantes para quienes afrontan esa solución puede llevarlos a horizontes que no se habían previsto. Parece que una parte importante de esta problemática afecta a las mujeres. Sin pertenecer al PSOE me siento, tal vez por mi generación, más cerca de feministas socialistas como Carmen Calvo y Amelia Varcálcel que se han esforzado hasta límites insospechados por hacer entender a sus compañeros que no pueden desaparecer de un plumazo por intereses electorales de última hora o por hacer pasar parte las conquistas de las mujeres en beneficio de la última moda “trans”.

—¿Cómo ve el panorama de Jaén?

—Me duele que por falta de voluntad política estemos todavía a la cola de las comunicaciones, la industria, la ocupación. Y me consta que hay un puñado de paisanos que se deja la piel en el intento de cambiar esta inercia. No puedo opinar demasiado porque lo hago desde Madrid, pero si hay que regresar para arrimar el hombro un tiempo, como no he dejado de hacer, pues ¡regresemos!

—¿Y el de Linares, ahora mismo?

—Estuve en mi ciudad la semana pasada. No me resigno a esa imagen de la ciudad “récord del paro” que nos han dado los medios hace unos meses. Hay vida cultural y ganas de trabajar. Parece que se están abriendo vetas laborales, pero hace falta confianza en los que apuestan por que las cosas cambien. Linares suena en Europa. Europa conoce que invirtió en Linares más de un siglo y prueba de ellos fueron los numerosos consulados de la población extranjera afincada alrededor de la riqueza minera. Uno de mis cantares favoritos entonados por José Menese termina así: “Donde hubo candela/rescoldito queda/ y humo saldrá”. Yo creo en el rescoldo que late en mi ciudad.

Jaén