Testimonio vivo de ochenta años convulsos

Entrevista imaginaria a la escritora Regina de Lamo Jiménez

30 ene 2021 / 09:00 H.
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México D.F, 30-9-1947. A primeros de mes moría, con 77 años y en Barcelona, la escritora y pionera del feminismo español, Enriqueta de Lamo Jiménez. Tras la guerra, gracias al abogado y periodista José Bernabé, pudo rehacer su vida dando clases de piano y trabajando como traductora así como escribiendo artículos en prensa con seudónimo. De su muerte se hizo eco “La Vanguardia Española” en un suelto de cinco líneas y refiriéndose a ella por uno de sus seudónimos, Nova Avante.

El pasado verano accedió a concedernos una entrevista, con el compromiso por nuestra parte, y a deseo suyo, de no publicarse hasta después de su fallecimiento. La trayectoria personal de esta jiennense, nacida en Úbeda en 1870, es un paradigma de la historia de España durante las últimas ocho décadas; en ese largo periodo destacó como pianista, así como en actividades relacionadas con el papel de la mujer en el mundo obrero y sindical. Durante la guerra, trabajó en el auxilio de la infancia, a la vez que en una infatigable búsqueda de sus hijas desaparecidas. Hablamos de su relación con la provincia. “Mis recuerdos de Úbeda son más de las visitas que hacía a la familia siendo ya adolescente, ya que con seis años, mi familia se trasladó a vivir a Madrid. A Úbeda regresé varios veranos hasta los 30 años. Mi padre mantenía buenas relaciones con un grupo de liberales y republicanos. Recuerdo especialmente a Luis Garrido, infatigable escritor y editor de periódicos, seis en total. En alguno de ellos escribí mis primeros artículos. Perdí mi contacto con la ciudad”. Sus vivencias posteriores en la provincia fueron en otro lugar y contexto. “Visité la provincia varias veces, pero fue en Sierra Morena, cerca de Andújar, en donde Rosario de Acuña, que entonces era pareja de mi hermano, pasaba los meses de otoño en su finca. Era una mujer valiente, de familia noble pero comprometida con los ideales de una sociedad moderna. Mantuvimos asidua correspondencia; y, como se lo prometí, tras su muerte, publiqué sus obras. Antes que Galdós diera el campanazo con su Electra, Rosario lo dio con su Don Juan; pero era mujer, y eso se paga. Usted me entiende. Así que tengo gran estima y buenos recuerdos de su tierra”. Y también algún otro menos bueno: “En 1926, una conferencia mía junto a Federica Montseny fue prohibida en Linares a instancias de los socialistas de la ciudad, para quienes Federica estaba vetada. Durante la II República visité la capital en varias ocasiones y di conferencias sobre los temas que entonces estudiaba, el control de natalidad, el derecho al aborto, la eugenesia y la eutanasia”. Acaba hablándome de los toros. “Soy partidaria de la abolición de las corridas de toros. Curiosamente, según mi madre, al médico tuvieron que sacarlo de una corrida de toros que se celebraba se día, víspera de la fiesta patronal”. Nuestra acaba, pero antes me pide escriba: “Algún día se haga justicia a tantas mujeres anónimas que han trabajado por adelantar la hora del reloj de España”.

Jaén