Tensión extrema en uno de los bloques más preocupantes

23 jun 2016 / 13:30 H.

Los momentos más convulsos del debate electoral tuvieron como protagonista la corrupción y, aunque comenzó como un duelo entre “viejos” partidos y emergentes, también estos tuvieron que encajar “verdades”. Desde el PP, José Enrique Fernández de Moya, enumeró las medidas penales que su partido ha aprobado para luchar contra una de las principales preocupaciones de los españoles: endurecimiento de las penas en los supuestos de prevaricación, refuerzo en la persecución de los delitos de cohecho, ampliación de las conductas tipificadas como tráfico de influencias, incorporación de nuevos delitos fundamentalmente vinculados a la financiación y gestión de los partidos, falsedad contable, financiación ilegal de los partidos y articulación de medidas contra ocultación de bienes y para su devolución a las arcas públicas.

De todo eso se rió la candidata de C’s al Congreso, Raquel Morales, cuando señaló que la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, está blindada en la diputación permanente del Senado “para no dar explicaciones”. “Nos la comemos”, se quejó la dirigente de la formación naranja que criticó que gobierna “el primer partido político imputado por corrupción en este país” y “la amnistía fiscal del PP a los defraudadores”: “Rato, Cañete, los hijos de Pujol, Bárcenas, todos pagaron un 3% del 10% que deberían haber pagado y que ya era bastante injusto. Son 2.800 millones que hemos dejado de ver porque sí, porque les damos ánimo a los que defraudan, porque les enviamos mensajes de ‘Luis, sé fuerte’, porque les damos una palmadita en la espalda a quien no cumple y a quien lo hace, como los autonómos y esas familias que no concilian, los asfixiamos”. Para corregir eso, subrayó: “Hay que ser implacables”. Pidió listas limpias de imputados y, aquí, le mentó la madre al PSOE, señalando: “Chaves y Griñán salieron porque estaban imputados y porque lo reclamó C’s”.

La socialista Micaela Navarro protestó. Aseguró que los dos tienen las manos limpias, pero tuvo que aceptar la imputación de ambos. Eso sí, defendió la presunción de inocencia para cualquier político, pertenezca a unas siglas o a otras. Discrepó con la candidata de C’s cuando esta redujo las diputaciones provinciales a “chiringuitos políticos”. La número 1 del PSOE al Congreso recalcó: “Reforma sí, pero nunca, nunca eliminación”. Pero Morales la corrigió: “Micaela, no era eso lo que iba en el pacto de Gobierno entre el PSOE y C’s”. Y, como la socialista insistía, le aconsejó que hablara con Pedro Sánchez, el líder de su partido y candidato a la Presidencia del País. Para Morales, el dinero que se debía destinar a pensiones o a mantener los pilares del Estado del bienestar se ha perdido en corrupción y “chiringuitos políticos”, a los que lamentó que no se ha querido dar el pellizco.

Por su parte, el candidato de Unidos Podemos, Diego Cañamero, bromeó: “Si los corruptos del PP y del PSOE llevaran una bombillita en la cabeza, parecería la feria de Sevilla. Con eso lo digo todo”. Luego, tuvo que escuchar a Navarro recordándole que él mismo ha estado imputado —de lo que se defendió aduciendo que por “luchar por la justicia social— y que ocupa el lugar que dejó vacío Andrés Bódalo, imputado y, actualmente, en prisión por agredir a un concejal del PSOE de Jódar. Cañamero trató de minimizarlo, poniendo en entredicho la sentencia, apuntando a un “montaje” para atacar a Podemos y cuestionando la independencia del poder judicial.

Afirmó —y no se desdijo, pese a que se lo reclamó Fernández de Moya— que algunos fiscales y jueces atienden llamadas de partidos políticos para dictar sentencias contra sindicalistas. “Es una acusación muy grave”, se escandalizaron el “popular” y la socialista, que llegó a preguntar a Cañamero si él lo sabía porque lo había hecho en alguna de las tantas ocasiones en las que ha sido imputado. Este lo negó y aseguró que, cuando Bódalo salga de la cárcel, lo esperarán para abrazarlo “cientos de compañeros”.