Ser donante de órganos es más necesario que nunca

José Fernández, de 14 años, lleva meses confinado a la espera de un trasplante

05 may 2020 / 12:38 H.
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Esperanza. La sociedad en su conjunto se enfrenta a uno de los mayores retos de la historia reciente, una crisis sanitaria que ha dejado confinado a todo un país durante semanas y que no está siendo fácil. Sin embargo, hay familias para las que el encierro se ha convertido en su forma de vida. Es el caso de José Fernández Bautista, un joven de 14 años de Chilluévar, que desde hace meses espera una llamada que podría cambiarla la vida, la que le confirmara el trasplante de sus dos pulmones. La mayor ilusión de este adolescente es romper unas zapatillas de deporte y sudar una camiseta, un deseo que podría convertirse en realidad si la sociedad sigue apostando por la donación.

Junto a su madre, Ana Bautista, llevan en casa desde el pasado mes de diciembre cuando pasaron a formar parte de la lista de espera. “Ahora nos llaman muchas más personas del entorno de José porque comprenden mejor nuestra situación”, confiesa la madre. Un escenario que se vuelve ahora más complicado, pues la pandemia causada por covid-19 ha provocado que se reduzcan el número de donantes y que las intervenciones se reduzcan al máximo, reservadas solo para los casos extremadamente urgentes, los de código cero, que no es el caso de este joven que se encuentra estabilizado, aunque apenas puede realizar las actividades cotidianas, pues su prioridad es no alterarse y su vida depende enteramente de la ayuda de su madre. José Fernández sufre una hipertensión pulmonar asociada a una cardiopatía congénita. “Fue operado a los once días de vida y hasta los once años no le detectaron la patología. Está catalogada como enfermedad rara y apenas tiene medicación para ser tratada”, describe Bautista, a lo que añade: “Nació con una malformación y a partir de ahí comenzó una ruta por hospitales, desde Úbeda a Jaén y de ahí al Reina Sofía, Córdoba. A los catorce meses, cuando comenzó a andar, me di cuenta de que algo no iba bien y cuando se alteraba su cuerpo no reaccionaba como debía. Volvimos a pasar muchas noches en hospitales hasta que las taquicardias se hicieron más severas y le diagnosticaron la enfermedad”.

Su esperanza está basada ahora en la llegada de un trasplante que supondría “una nueva oportunidad en la vida, volver a nacer”. Es por ello, que ambos lanzan un mensaje sobre la “necesidad de concienciación sobre la donación porque no hay nada mejor que irse salvando vidas”. “Todos nos hacemos falta, hoy por ti y mañana por mí para que tras la muerta haya vida”, defiende esta madre.

De momento se quedará en casa a la espera de que suene el teléfono que les cambie la vida. La siguiente cita es el 16 de junio, que hasta ahora se mantiene activa, para actualizar todas las pruebas y estar preparados en caso de que surja un donante, una acción que depende de todos.

Jaén