Sebastián Chico: “Jaén es mi preciosa esposa que me tiene enamorado”

El obispo hace balance en una entrevista con Diario JAÉN de sus dos años en la provincia con la misión de continuar la labor pastoral de sus antecesores

11 dic 2023 / 13:10 H.
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LA ENTREVISTA | VÍDEO

En la entrada al Obispado de Jaén, en la señorial Plaza de Santa María, una enorme tela roja señala el preludio de un Belén que, como manda la tradición, preside cada Navidad la casa de la Diócesis de Jaén. Una planta más arriba, en el rincón de un sencillo salón, espera el obispo para una entrevista en forma de paréntesis en un día a día que es un no parar. Sebastián Chico Martínez (Cehegín, Murcia, 1968) cumple dos años en un cargo que considera una bendición. La paz que transmite en la conversación es la que promulga en sus visitas pastorales a una provincia de la que está enamorado.

—¿Quién es Sebastián Chico?

—Una persona muy sencilla, hijo de una familia humilde, con un padre trabajador de una empresa y una madre que dejó de trabajar para cuidar de sus hijos, sus padres y sus suegros. Una familia de pueblo, por lo tanto, un hombre con unas raíces muy bonitas de la zona del noroeste murciano, cerquita también a esta tierra de Jaén. En definitiva, Sebastián Chico es una persona sencilla que quiere ser muy cercana a todos. Así es lo que me han inculcado.

—¿Se siente identificado con el refrán “A quien Dios quiso bien, casa le dio en Jaén”?

—Yo considero que Dios me quiere y el Señor ha sido grande conmigo allí donde he estado. No es que mi vida ministerial haya tenido mucho recorrido, pero sí es verdad que por donde he estado ha sido una bendición y, especialmente, ahora estoy viendo y comprendiendo que el Señor me quiere mucho porque me ha regalado una esposa preciosa. Estoy totalmente enamorado. Todavía estoy, como dicen, en ese primer periodo de pasión que da paso luego a la estabilidad. Pero es verdad que estoy totalmente enamorado de la tierra de Jaén y, ahora que estoy con la visita pastoral, la estoy conociendo mucho más intensamente, porque significa conocer a la gente en sí, ir a sus casas, estar en su ámbito, conocer las instituciones, empresas... Esta realidad cada vez me tiene más enamorado y más enganchado. Siguiendo ese refrán, considero que el Señor me quiere muchísimo, espero yo estar a la altura de ese querer y de esta tierra. Cada día le pido a Dios que me haga estar al nivel que se merece el amor de Dios demostrado aquí en esta realidad y sobre todo a la altura de lo que necesitan y quiere la Iglesia de Jaén y la provincia.

—¿Cuándo y cómo despertó en usted esta vocación?

—Desde bien pequeñito, la vocación surgió en mí. Desde que prácticamente tenía uso de razón, yo entendía lo que vivía cuando estaba en la eucaristía con mi abuelo. Veía a ese hombre tan alto arrodillarse, ponerse de pie y yo decía qué será lo que se está celebrando ahí. Aquello empezó a rondar en mi corazón, en mi vida, de tal forma que esa sed empezó a ir creciendo, pero nunca lo hablé y nunca lo compartí. Yo he crecido en una parroquia en mi familia, donde hay dos sacerdotes, por lo que desde bien temprano he sabido lo que es la eucaristía y lo que conlleva ser sacerdote y, en este sentido, cuando uno lo entiende, da temor y, sobre todo, cuando uno puede sentirse llamado a eso. Es algo tan grande... El problema es que no tuve en mi vida quizás ese cauce adecuado para poder expresar lo que sentía, de tal manera que fue un trajín que yo llevé por dentro durante bastantes años hasta que ya llegó el momento en el que pude hablarlo y buscar la forma de enfrentarme a aquello que vivía en mi interior.

—¿Quién es el otro sacerdote?

—Un primo hermano mío. Mi abuela materna fue una mujer muy religiosa y rezó mucho, estoy seguro de que es de las que tendrían que estar en los altares, porque es una mujer que amaba a Dios y que rezaba mucho y yo creo que el fruto de su oración ha sido dos nietos sacerdotes.

—¿Qué conoce de Jaén?

—Pues prácticamente ya toda. Me quedan algunos pueblecillos todavía, pero muy poquitos, yo creo que ya no me faltan dedos para contarlos. En los dos años no he parado de recorrer la Diócesis. Es verdad que con la visita pastoral es otra forma de hacer el camino, porque voy a tardar siete años en recorrer de esta manera la Diócesis, con esta tranquilidad. He conocido a la gente, la industria, instituciones de ámbito social y político... Y, como decía anteriormente, cada vez que la conozco más enamorado, más gracias le doy al Señor y más me lleva a exigirme a mí mismo.

—¿Qué visión tiene de Jaén?

—Una visión fantástica, pero que necesita creer más en ella. Yo por donde voy quiero decir que mi esposa es preciosa, que tenemos una tierra maravillosa, con el segundo Parque Natural más grande de Europa, con un enorme patrimonio cultural, una historia maravillosa y lo más valioso: su gente. Tenemos que estar totalmente convencidos nosotros de ello. Me duele mucho, yo que vengo de fuera, aunque ya me considero de aquí y de hecho digo que soy serrano, cuando se dice que somos la gran olvidada. Quizás hay razones, pero entre todos tenemos que ayudar en cuanto a infraestructuras y, algo muy importante, los jóvenes. Hay una gran preocupación en el ámbito social, sobre todo en algunas zonas, por el tema de la juventud, porque crecen, estudian y ya no regresan. Las distintas instituciones dan pasos al respecto y creo que la Iglesia tenemos también aquí una palabra que decir en cuanto a que nosotros podemos llevar un mensaje de esperanza, podemos ilusionar a los niños, a los jóvenes que pasan por la parroquia, que gracias a Dios es una tierra donde la religiosidad está muy viva, donde un gran número de niños son bautizados, la mayoría de los niños van a la catequesis, hacen la Primera Comunión, muchos también la Confirmación... En todo ese periodo yo creo que la Iglesia podemos también echar una mano, así me lo pedían en una reunión que tuve con empresarios, en el sentido de alentar en la esperanza y en el sacrificio. Eso es lo que hacemos desde la Iglesia, porque al que seguimos es a uno que se sacrificó totalmente por nosotros, por todo el mundo. Eso es algo que siempre lo he tenido presente en mi vida, porque cuando una persona está esperanzada está ya predispuesta para que surjan en ella iniciativas y eso es, precisamente, lo que necesitamos en esta tierra, proyectos e instituciones que los apoyen. Por lo tanto, es necesario buscar cauces para dar oportunidades a nuestra juventud, además de creer que verdaderamente somos una tierra fantástica, que lo somos.

—¿Cómo encontró la Diócesis cuando usted llegó?

—Bien, bien. Mis hermanos obispos han hecho un gran trabajo. Santiago García Aracil, que estuvo en torno a 16 años aquí, trabajó muy intensamente la infraestructura diocesana. Don Ramón del Hoyo, que estuvo 11 años junto a nosotros, consolidó esa estructura y especialmente el documento que nos han ido compactando como Iglesia a través de los documentos que emitió y luego también a través de todas las visitas pastorales que realizó. Don Amadeo Rodríguez, que ha estado cinco años y también ha marcado el nuevo itinerario que la Iglesia nos brindaba a través del Papa Francisco, sobre todo con el tema de la sinodalidad y abriendo este camino que yo ahora he recogido, puesto que estamos dentro de un proceso de conversión pastoral. Yo he venido a montarme en el carro de una Iglesia que gracias a Dios ha estado en funcionamiento siempre. Hablo de tres etapas anteriores a mí que son quizás las más vivas que yo estoy recogiendo.

—Todavía hay sacerdotes que, en misa, se refieren al obispo Santiago...

—Sí, pero no me ha pasado sólo aquí por el hecho de haber tenido un antecesor que se llama Santiago, sino que no sé por qué, quizás en algunas zonas no es tan corriente el nombre de Sebastián. De todas formas, por mí encantado.

—¿En qué ha cambiado la Diócesis en estos dos años?

—Quizás no soy yo el más propicio para responder a esta pregunta. Es verdad que, cuando llegué, sí hice una reestructuración en el ámbito de la curia, porque creía que era más eficaz el hecho de dividir la Iglesia en cinco vicarías territoriales, que en su momento podrían ser vicarías pastorales, un trabajo que tendrá que salir a lo largo de los años. Es una forma de estructura a la hora de trabajar el obispo, porque cada semana en el Consejo de Gobierno yo me reúno con los cinco vicarios territoriales, que son los que están al frente, en mi nombre, de cada una de las vicarías. De esta forma, tengo en la mesa de trabajo, todas las semanas, los miércoles, la realidad diocesana. Y luego dos vicarios sectoriales, el de Caridad, por lo grande que es este ámbito y la importancia que tiene, y sobre todo el de Evangelización, que coincide en el vicario general con Juan Ignacio Damas, que antes también era y que lo está haciendo fantásticamente. Ese ha sido el gran cambio que yo he podido hacer desde que llegué. Por lo demás, habría que preguntar a los sacerdotes. Yo sigo mi ritmo que siempre he tenido, el estar muy cerca de la gente, porque quiero ser un obispo que siente su casa como la Diócesis entera, esa es mi mentalidad, salir a celebrar los domingos, sea donde sea, y visitar cuanto más mejor los pueblos y cualquier realidad, especialmente la riqueza que tenemos en el ámbito cofrade.

“Es necesario buscar cauces para dar oportunidades a la juventud, además de creer que somos una tierra fantástica, que lo somos”

—¿Qué es lo que más le preocupa, actualmente, en el marco de sus competencias pastorales?

—Hay dos cosas que son las que estoy compartiendo con toda la realidad que voy visitando y es la que también veo reflejada en la gente. Por un lado, la juventud, porque hay ciertas áreas de la Diócesis que están empobrecidas por los jóvenes, por lo que una de mis líneas de acción que subrayo es el trabajo para estar cerca de los jóvenes. Y, por otro lado, claro está, el tema de la familia, algo que hay que apoyar, que quiero fomentar, que quiero alentar, que quiero acompañar.... Cuando digo yo, me refiero a través de todas las estructuras, especialmente de la Delegación de Familia y Vida. Esos son los dos temas más preocupantes, aunque hay muchas más cosas.

—¿Cómo está la cantera?

—Tengo que decir que no estamos mal, aunque siempre se puede estar mejor. Viendo años anteriores, son 18 seminaristas los que tenemos este curso, 3 de ellos son becados, por lo tanto nuestros propios son 15, y en comparación con otros años está bastante bien. Me gustaría tener 40 o 50 seminaristas, pero hoy eso no es posible. De todas formas, hay cantera. Para el año que viene tenemos la previsión ya de varios chavales que iniciarán el proceso. El tema es que, si se acompaña a los jóvenes, si se está cerca de ellos, al final terminan respondiendo. Yo parto del hecho de que la vocación no te viene así, no es algo que yo quisiera y que me guste, no, la vocación es una cosa que Dios te la ha dado desde el mismo momento que te ha pensado. El tema es descubrirla en el momento adecuado de tu vida. Yo he dicho anteriormente que la descubrí siendo bien pequeñito, pero no afloró hasta un momento determinado bien adelante de mi vida, a los 27 años, cuando lo pude dialogar porque era necesario. En una de las celebraciones que tuve en la Catedral, una de las llamadas que hice a los jóvenes es que si sentían la llamada del Señor, que no tuvieran miedo, que aquí estamos para acompañarles y para ayudarles. Alguno después habló conmigo. Sentirse arropado, acompañado y fortalecidos a la hora de dar un paso hacia delante es lo importante.

—El Papa planteó a los obispos un seminario único. ¿Qué opinión tiene al respecto?

—Eso está en la “racio universalis”, la que recibimos del Papa para todos los seminarios del mundo, y luego hay que hacerla aterrizar en el ámbito de la conferencia episcopal de cada país. España ha sido uno de los países en realizar ese “recepcio” y, por tanto, la “racio” nacional. Nos proponíamos una serie de pasos, entre ellos, que si no había una comunidad que se sostuviera por sí misma, tenía que unirse a otro seminario, porque en la formación del seminarista es necesario y prioritario que haya comunidad, porque el sacerdote tiene que ser una persona social y es fundamental durante los 6 o 7 años de formación que ese ámbito humano crezca dentro de una comunidad. Un seminario hoy en día con dos, tres, cuatro o chavales es un empobrecimiento. Hemos estado hablando de eso, de los retos que nos marcamos y de cómo en los próximos años tenemos ya que irlo poniendo en marcha. En la próxima conferencia que tengamos en marzo, tendremos que ir ya dialogando.

—¿Cuál será su posición?

—Ahora mismo no sabría decir. Nosotros vamos progresando en el número, tenemos una comunidad aceptable, por lo que vamos a ver qué es lo que va a suceder en los próximos años. Si se viera que la comunidad se empobrece, pues tendríamos que dar un paso, pero el paso no lo da por sí solo el obispo, sino que será en diálogo con el resto de los obispos de la provincia eclesiástica para ver si creamos un Seminario Interdiocesano o bien dos o tres, no lo sabemos. El tema es ver cómo podemos enriquecernos entre todos, por lo que tendremos que dialogar y ver la situación en el momento adecuado, pero creo que nuestro Seminario ahora mismo va en una progresión ascendente.

Sebastián Chico: “Jaén es mi preciosa esposa que me tiene enamorado”

“Las cofradías son una riqueza”

El obispo anuncia que tiene en marcha un plan pastoral para atender todas las zonas de la provincia ante la falta de clero que asume que existe. Se considera una persona cofrade y valora el trabajo que realizan las hermandades jiennenses en el seno de la Iglesia Diocesana de Jaén.

—¿Cómo está el plan de unidades pastorales?

—Es un proceso que ya nos vemos abocados en la Iglesia diocesana a hacer, lo mismo que el norte de España, por la falta de clero. Se trata de estudiar cada una de las zonas que tenemos y ver cómo podemos ir unificando pastoralmente ciertas realidades. Vamos con tranquilidad, no queremos dar pasos en falso, porque hacer una unidad como tal significa llevar al obispo hasta hacer un decreto en un determinado momento después de un proceso que incluso tiene que pasar por los organismos asesores. Hicimos una consulta a los arciprestes para ver qué unidades podían surgir y he empezado a dar ya el paso con alguna, por ejemplo, en la zona de Sierra Mágina, donde dos sacerdotes están llevando cinco parroquias. Hay que tener en cuenta que una unidad pastoral tiene que estar constituida por sacerdotes, por religiosos si los hubiera, por diáconos permanentes y por laicos. A mí me tiene esto muy ilusionado. Por ejemplo, en la zona alta de la Sierra de Segura, en Santiago-Pontones, ya hay como si fuera una unidad pastoral, es decir, un sacerdote con tres religiosas, y ya les he dicho a los cuatro que vayan buscando laicos para que formen y completen toda la unidad para llegar a toda la zona alta, que son cinco parroquias y cientos de kilómetros, con muchas aldeas pequeñas. Con un equipo bien formado, la gente, aunque sean cinco o seis personas durante el invierno, podrá estar bien atendida.

—No está parado el plan...

—No, no, estamos en ello. De hecho, este año, a la hora de hacer nombramientos de los sacerdotes, he hecho algunos para ir empezando a tantear si esas unidades el día de mañana se pueden ya consolidar.

—Dicen de usted que es una persona muy cofrade. ¿Le halaga o le molesta?

—A mí me halaga. No tengo por qué dejar de ver que yo he sido parte de la historia cofrade de mi pueblo, donde he salido de nazareno, he sido fundador de una cofradía, cofundador de otra, presidente en la Junta Central de hermandades, es decir, he estado dentro de esta realidad. Por lo tanto, algo conozco. Eso sí, no conocía la realidad andaluza, que es muy distinta y muy rica. No he visto riqueza más grande que lo que tenemos aquí en Andalucía con nuestras cofradías, y eso conlleva de todo, lo bueno, pero también algún dolor de cabeza, porque donde estamos las personas siempre pueden surgir problemas. Es una realidad muy rica que, además, aglutina a mucha juventud, por lo que quiero ser cercano y acompañarlas, porque son de los grandes instrumentos que tiene nuestra Iglesia andaluza para anunciar el Evangelio.

—¿Cómo está el patrimonio eclesiástico en Jaén?

—El patrimonio, por lo general, no está mal. Es verdad que llegan ciertas dificultades. Tenemos un gran patrimonio, templos que son una maravilla, por lo que es algo que también entra dentro de mi preocupación. Sin embargo, yo veo cómo la gente quiere a su patrimonio. Me encuentro con pueblecillos en los que el tesoro del pueblo es su templo y cómo los habitantes quieren mantenerlo, cómo ellos se mueven, cómo ven de qué manera hacer frente a su conservación y, en este sentido, tengo una comisión para asesorarme sobre este tema, que está constituida por gente entendida, a la hora de orientarme para poder proteger y guardar nuestro patrimonio. Los obispos del sur estamos intentando reactivar la comisión que tiene que dialogar con la Junta para ir afrontando poco a poco aquellas realidades de toda Andalucía que tengamos que poner en valor. Ahora mismo en la Diócesis todo va saliendo poco a poco. Tenemos varias cosas ahora mismo que estamos buscando la forma de hacer frente para poder, al menos, que no se nos vengan abajo, por decirlo de alguna manera, rehabilitar o tener una cierta reparación.

—¿Por qué la Catedral no es Patrimonio de la Humanidad?

—Sé que se presentó un expediente que al final se echó para atrás porque se pusieron varios retos y, todo lo que en un principio se sugería, estamos en ello. Lo último era la rehabilitación de la Plaza de Santa María, para despejar y que se viera el esplendor de toda la fachada de la Catedral, lo mismo que las vidrieras, donde la Junta realiza un gran esfuerzo con ese millón de euros que ha aportado para la rehabilitación. También es importante el entorno, por parte también del Ayuntamiento... Yo creo que se van dando pasos y que hay una gran apuesta por parte de la sociedad jiennense. Pienso que se están poniendo ahora mismo todas las claves para ya, nuevamente con seriedad, poder presentar el expediente. Creo que tenemos muchos motivos. Y si no los tenemos, desde luego, el jiennense sí los tiene, porque para nosotros, la Catedral es el gran emblema y el patrimonio mundial. Que sea reconocido, pues bendito sea.

“El asunto es que ya nos gustaría tener los suficientes turistas para mantener y sostener la Catedral”

—¿Cree usted que los jiennenses deberían poder entrar a la Catedral gratuitamente?

—Lo estamos viendo. El asunto es que ya nos gustaría tener los suficientes turistas para mantener y sostener el templo. Hay algunos que a mí me gustaría tenerlos, como en otros lugares, abiertos todo el día. Tenemos joyas en nuestra ciudad, pero no tenemos medios para hacerlo. Nuestra Catedral la tenemos abierta prácticamente todo el día, pero gracias a un esfuerzo económico que se está haciendo bastante grande. Ya no es solamente el servicio de consumo de luz y de limpieza, sino es el personal que hay para mantener este gran tesoro. Si tomamos la decisión de la gratuidad, me transmiten que no podríamos mantener la situación de apertura continua. Se está estudiando y se está viendo por parte del Cabildo. Quizás hay que brindar otras opciones.

—¿Considera que es solidario el pueblo jiennense?

—Totalmente. Tenemos 1.500 voluntarios trabajando en Cáritas y atendemos a muchas realidades de toda nuestra Diócesis. Ahora mismo estamos con el proyecto para atender a temporeros en aquellos lugares donde es necesario. Gracias a Dios los ayuntamientos cada vez ponen más medios. Me gustaría que los propios empresarios se implicaran mucho más en este tema, pero bueno, al fin y al cabo ahí está Cáritas para echar una mano en todo lo que podamos, incluso en el alimento. Somos una Iglesia muy caritativa y eso se nota a la hora de nuestra colaboración por parte de toda la sociedad.

—¿La mujer debe tener un papel más dominante en la Iglesia que el actual?

—La mujer es fundamental en nuestra Iglesia jiennense y en general, porque si no fuera por vosotras, dónde estaríamos. Yo creo que cada vez se le va dando más papel de responsabilidades en los ámbitos de curia y en la propia organización parroquial, donde son ellas las que llevan adelante la catequesis y son ellas las que también ahora van a poder adentrarse a través de los ministerios laicales.

—Dicen que los obispos deben estar al tanto de todo. ¿Qué opina del proceso mediante el que Pedro Sánchez ha sido investido presidente?

—Yo simplemente me ciño al documento que hemos sacado los obispos en la última plenaria, en el que decimos que tenemos que buscar la comunión, porque la diversidad es una riqueza, pero siempre que busque el consenso y la verdad y que huya de la crispación. Tenemos una Carta Magna, nuestros padres nos la han cedido a los que hemos venido detrás, que pensamos que fundamenta el Estado de Derecho y que guarda y conserva la independencia de los distintos poderes.

—¿Sebastián Chico está de paso en la Diócesis de Jaén?

—Sebastián Chico ha venido a dar su vida a esta Diócesis, por lo tanto está aquí como si fuera para toda la vida. La provincia es mi esposa y su rostro es la Iglesia es Jaén.

—¿Dónde cenará en la próxima Nochebuena?

—Aquí en casa con mi madre, que vive conmigo y cenaremos juntos para, después, ir a la Catedral a celebrar la Navidad.

Jaén