Respetar y racionalizar es una tarea de todos

Toda gota de agua es fuente de vida. Desde que sale del grifo de los hogares, sigue un proceso de recuperación que pocos conocen pero que, en ocasiones, llega a recordar al del cuerpo humano, motor perfecto e inteligente pensado por y para subsistir. Se llena de productos, pasa por desagües y tuberías para, al final, llegar “sucia” a la estación depuradora. A partir de ahí, esa gota, bien líquido, emprende un ciclo que devuelve al río totalmente limpia. Es la labor que realizan los técnicos que están en la planta Santa Catalina, gestionada por Aqualia, que se encarga del Servicio Municipal de Aguas de la capital, desde 1997, y una pieza más en el engranaje.

Andrés Naranjo es el delegado en Jaén y Córdoba y, junto con Rosa Domenech y Francisco Cruz, técnicos encargados de la planta de Jaén, se afana en cuidar, al milímetro, el proceso, hasta el punto de que el ciudadano ni percibe una rotura. El equipo humano y técnico trabaja 24 horas los 365 días del año. Eso, para una estación que lleva abierta más de 15 años, supone prácticamente el triple de tiempo de vida. Todo, para que los hogares jiennenses dispongan, siempre, de este bien líquido, un servicio que, en ocasiones, el ciudadano ni valora ni percibe.

En la provincia se encuentra la cabecera de la delegación de Aqualia en Jaén y Córdoba. Presta también el servicio de aguas en La Guardia, Martos, Beas de Segura y es socio tecnológico con los ayuntamientos de Linares, Torredonjimeno y Jódar. 7 municipios que representan a 237.000 habitantes y 119.000 contadores. “Somos un servicio de titularidad municipal, servidores públicos que son una parte más del resto de áreas del Ayuntamiento”, matiza Antonio Nicola, director técnico de Aqualia en Andalucía y firme defensor del modelo de gestión mixto entre la empresa pública y privada.

Pero Aqualia no solo atiende a municipios y comunidades de vecinos, también tiene contratos de gestión con industrias. De hecho, en Jaén opera con 3 orujeras. Además está presente en 850 municipios españoles y 1.100 en todo el mundo. En la capital del Santo Reino comenzó a prestar el servicio en 1997. Lo primero que se hizo fue asegurar el suministro y evitar las famosas restricciones. Al inicio, antes de las obras, se necesitaba un volumen de 13,9 hectómetros cúbicos para dar un rendimiento del 57%. Ahora, esa cifra ha bajado 8,3 hectómetros, lo que supone ahorrar agua como para abastecer a una población de 45.000 habitantes durante un año. Una labor de “eficiencia” que, a día de hoy, continúa. Sin olvidar las tareas para garantizar la presión, ya que en una ciudad con una orografía con 300 metros de desnivel es de suma importancia, recuerda Nicola. Para ello pusieron en marcha, junto con el Ayuntamiento, el Plan Director de las Infraestructuras de Abastecimiento de Agua Potable, Alcantarillado y Depuración. Han sido 34 millones de euros los ejecutados y financiados en clara colaboración entre la empresa pública y privada.

La racionalización en el uso del agua está interiorizada entre los ciudadanos y las empresas. Ahora, la gran labor pendiente es la de los residuos que se arrojan, principalmente, al inodoro, que, como indica Andrés Naranjo, “no es el basurero”. “Estamos creando la semilla y creo que dará su resultado”. Es gracias a una labor de concienciación que se divide en dos vías. Por un lado se convoca un concurso nacional y en muchos municipios se entregan los dosieres de participación y los técnicos explican qué es el ciclo del agua. Además, en la factura se le detalla al usuario cómo consume, cuánto y cómo ahorrar bien líquido, independientemente de la información de la página web, de la celebración del Día del Agua, de los juegos interactivos para niños y un sinfín de actividades. Porque el ciclo sería mucho más sencillo si, por ejemplo, no se arrojasen toallitas al inodoro —aunque el fabricante diga en el envase que sí—, y tampoco cabellos. Se contribuiría con un gesto tan sencillo como el de colocar una papelera en el cuarto de baño. Fácil, pero eficaz.

“Nos sentimos orgullosos de nuestro trabajo y de contribuir a gestionar, de forma eficiente, un elemento esencial en nuestra vida y contribuir a que un derecho fundamental como es el acceso al agua en la cantidad suficiente, con las condiciones sanitarias aseguradas y a un precio razonable, sea realidad”, defiende Naranjo.