Por Santiago Apóstol

Un centenar de caballistas marchan por la ciudad para honrar a su patrón con una tradición familiar única

29 jul 2019 / 11:23 H.

La tradición que comenzó hace más de treinta años de mano de Diego Díaz y Anita García, del restaurante Los Caballos, volvió a hacer resonar en la capital el golpeteo de los cascos de los caballos sobre el asfalto y los cascabeles de los collares que adornaban el cuello de estos hermosos animales. Una tradición que, este año, se desarrolló envuelta en sentimientos y emociones, pues se hizo en homenaje a Marina Montes, la joven que falleció, a finales de 2018, en un accidente de tráfico en Jaén.

Ana Díaz, una de los cinco hijos de la pareja que inició esta actividad y organizadora de la misma, vivió este día con las emociones a flor de piel, pues esta costumbre no solo le recuerda a sus padres, sino que este año también le falta una persona muy especial para ella, Marina. “Este año, como todos, vivimos este día con mucha emoción y mucho orgullo de poder seguir haciendo esto. Es la tradición que empezaron mis padres, Diego y Ana, y este año lo hacemos con un motivo especial, por nuestro angelito que está con su sonrisa eterna, con su flor puesta y sus volantes acompañándonos en el camino. Ella hace que este día sea especial junto a mis padres desde el cielo”, manifestó. Junto a ella, un centenar de caballistas se reunió en el Paseo de las Bicicletas, donde, en torno a las diez de la mañana, compartieron un desayuno y algunas risas antes de comenzar la marcha que los llevaría, pasando por el centro de la capital, hasta la parroquia de Juan Pablo II, en el Bulevar. Allí los esperaban numerosos ancianos de la residencia Caridad y Consolación para hacer, junto a los caballistas, una ofrenda floral a Santiago Apóstol. Además, en esta ocasión, los jinetes también llevaron flores a los mayores para agradecerles su participación. Ana Díaz valoró enormemente que tantas personas se unieran a ella y su familia en esta tradición. “Son los que me dan fuerzas para continuar”, dijo, no sin mencionar su gratitud para con la hermandad de la Santa Cena, la parroquia y las firmas colaboradoras.