“¿Por qué el porcentaje de mujeres en los puestos de Dirección es escaso?”
Seis voces expertas responden a la cuestión en la tertulia “Mujer y sociedad. Feminismo y empoderamiento”
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Segunda pregunta de la tertulia “Mujer y sociedad. Feminismo y empoderamiento”: El porcentaje de mujeres en los niveles de Dirección es escaso. ¿Por qué ocurre esto?
Aunque en el ámbito político hay una ley de paridad, Francisca Medina apuntó que “hay que avanzar un poco más”, ya que “hay puestos que se nos resisten”. “No tenemos una presidenta del Gobierno, o una de la comunidad autónoma”, recordaba. Es “una aparente igualdad que en realidad no es tal”, explicando que coincide con María del Mar Shaw en que “la mujer, en ciertos ámbitos, aún no tiene cabida”. Recordó así “la foto de determinados momentos, sobre todo económicos, donde todos son hombres”, apuntando que “cada uno tiene su cargo y tiene que estar en esa foto, pero no deja de ser ilustrativo de qué es lo que está pasando”. “No es el reflejo de la sociedad que tenemos hoy en día, y por ello aún nos queda mucho camino por recorrer”, concluyó.
Esperanza Pérez explicó que “cada vez son más las mujeres que acceden al ámbito judicial”, en un “porcentaje altísimo”. En este sentido, recordó que “de cada doce que aprueban, es un chico por cada once chicas”, por lo que “se ha roto el techo de cristal en ese aspecto”. Un techo que, por otra parte, ella confesó nunca haber experimentado personalmente: “Nunca he tenido ningún problema por el hecho de ser mujer, he tenido respeto por parte de mis compañeros hombres, he tenido los mismos derechos en sueldos, en vacaciones, en todo”, indicaba. Aun así, explicaba, “entiendo que en otros ámbitos fuera de la administración pública sí que existen diferencias, y bastantes”. “Es difícil acceder a esos ámbitos privados por parte de la mujer”, lo que, en su opinión, se debe combatir con “la mujer luchando desde pequeña”. Finalmente, parafraseó a Indira Ghandi, indicando que “para liberarse la mujer debe sentirse libre. No para rivalizar con los hombres, sino libres en sus capacidades y personalidad”. “Creo que si la mujer va consiguiendo eso, si empieza a sentirse importante, a pensar que puede acceder, y ella misma a no retrotraerse, se podrá conseguir algo más”, concluyó.
Cuando Gracia Rodríguez aprobó las oposiciones de fiscales, en el año 86, o en el 87, no recuerda bien, fue el último en el que aprobaron más chicos que chicas. “Hoy, tanto jueces como fiscales no superamos la barrera o trampa de cristal, como queramos llamarlo, y eso que los funcionarios tienen muchísimos menos problemas que cualquier trabajador en una empresa privada, y hablo de mujeres. Con la incorporación de la mujer al mercado laboral se tuvo que legislar sobre acoso sexual, que no existía, y sobre acoso laboral, que tampoco. Es increíble, pero hay un acoso laboral y sexual impresionante”, indica la fiscal, que señala algunas de las problemáticas que tienen las chicas para salir adelante.
“Hay muchas empresas pequeñas que no tienen la obligación de tener un protocolo contra el acoso. Ahí son todo hombres los que trabajan y, a pesar de que las empresas de más de 50 trabajadores están obligadas a contar con ese protocolo y el empresario a intervenir, hay unas dificultades enormes para las chicas y esto puede trasladarse cualquier profesión. Hay mucho acoso laboral y mucho acoso sexual. El funcionariado tiene menos posibilidades, pero en la empresa privada hay mucho. Esto es el machismo”.
Tradicionalmente se habla de profesiones masculinizadas y feminizadas. En este sentido, Esther López Zafra considera que cada vez se incorporan más mujeres a las primeras y más hombres a las segundas: “Desde pequeñas, se socializa a las niñas para que se dediquen a tareas de cuidados u otras que tienen que ver con características más comunales, mientras que a los chicos no. Al contrario. Eso se reproduce etapa tras etapa y, efectivamente, provoca que exista esa desigualdad”.
La Universidad, destaca, “emprende muchas experiencias para mejorar y para que las mujeres no tengan, o no vean con ese miedo o ese ‘esto no es de chica’”. “Y, efectivamente, en las universidades vemos un ascenso de las mujeres en determinadas carreras que se consideraban masculinizadas, pero es cierto que observamos que los chicos se dedican más al ‘hardware’ y las chicas al ‘software’. Es decir, que dentro de la propia titulación, hay una diferenciación. También vemos que hay profesiones que anteriormente se consideraban feminizadas, como le Enfermería, en las que empiezan a participar más hombres, aunque socialmente aún se considere que eso no es tan bueno como realizar otro tipo de trabajo”, expone López.
Habla también de sus últimas investigaciones en materia de liderazgo: “Observamos que, en cuanto a las acreditaciones, las mujeres tienen más dificultades para ello, para ser catedrática, por ejemplo, que los hombres. Y todo a pesar de que ellas son muchas más y tienen mejor currículum... Llega un momento en el que se dedican a tareas más propias que le impiden esa promoción”.
Respecto a la proyección profesional de las mujeres, María del Mar Shaw quiso apostillar entre “dirección y económico”. “Cuando tú ves una foto del poder económico del banco, de las grandes empresas, de los empresarios... qué pocas mujeres, y las que hay normalmente han sido por herencia, tipo Botín”, expresó, manifestando que “ahí es muy difícil entrar, existe un techo de cristal al ser un ámbito, hoy en día masculino, donde difícilmente dejan entrar a las mujeres”. “Hay diversas fórmulas que se aplican para que las mujeres no accedan a la dirección”: “Primero y fundamental, que las mujeres somos quienes más trabajan a tiempo parcial, lo que supone una menor escalada social, formativa y profesional”, para sumar luego “el cuidado de los hijos y de los mayores, que vuelve a recaer sobre la mujer”.
Asimismo, nombró sectores en los que la mujer tiene buena incorporación, como en el agrícola o en el de los cuidados, aunque advirtió: “No son empleadoras, son trabajadoras”, algo con lo que “hay que romper”. Asimismo, criticó que en Consejo General del Poder Judicial “no hay prácticamente mujeres”, cuando en la profesión hay más mujeres que hombres. “Hay una red masculina de poder cerrada que todavía no sé explicar” concluyó Shaw.
“Es importante que se sepa que, para romper ese techo de cristal, hay que tener mucho cuidado y no cortarse. Hay que construir de manera sólida para saber que, al final, aunque haya carreras y estudios más solicitados por hombres o por mujeres, lo que hay que conseguir es la igualdad. En el mundo literario ocurre algo diferente. Por un lado, cómo la mujer, a lo largo de estos años, sobre todo a partir de los ochenta, cuando se consigue esa ruptura con los modelos anteriores, adquiere más protagonismo. Veo mucha igualdad porque las mujeres editoras... La editora de mi tercer libro es una mujer, que tiene además una editorial en Jaén. Hay más mujeres en recitales, donde conseguir estar más presentes ahí. En la literatura queda por hacer, pero no estamos mal”, expone Rosario Sabariego Gómez, que sí detecta un ligero matiz en la poesía: “Las poetisas. Odio ese término, que lo sepáis. Yo prefiero que sea la poeta. Está bien, vale, pero, en la antigüedad, las poetisas eran mujeres que leían poemas, que no tenían que ser propios, para agradar a los hombres”. En esta misma línea, reconoce que, ciertamente, haca ya un siglo, o incluso algo más, que la poesía no es lo que era para las mujeres. “El término poetisa de hoy en día no se refiere a las poetisas de la antigüedad”, señala Sabariego, que deja bien clara una cosa: “Las mujeres no queremos agradar a nadie. Escribimos por necesidad y compartimos esa necesidad de crear”. No obstante, observa avances en lo literario.