Pilar Cano pide trabajo para no verse en la calle

La familia tendrá que salir de su casa “okupada” el 20 de noviembre y a día de hoy no tiene alternativa habitacional

07 nov 2016 / 12:09 H.

Situación crítica. A penas quedan dos semanas para que Pilar Cano, junto con sus tres hijos, tengan que recoger sus cosas y salir de la vivienda que “okupan” desde hace once meses. Por eso, pide trabajo para no verse, de nuevo, en la calle.

Según señala su primogénita, Pilar Córdoba, que sus hermanos encontraran un empleo sería la única forma de que pudieran optar a un alquiler. Por eso, como portavoz de la familia, hace un llamamiento a los empresarios y a cualquier jiennense que necesite gente para recoger aceituna, ahora que se acerca la campaña, para que les de trabajo. El mayor, José Córdoba tiene veintiséis años, e Irene y Alejo, veintiuno y diecinueve respectivamente. “Los dos más pequeños están sacándose los estudios de la ESO. Son valientes y pueden trabajar en cualquier cosa, mi madre es la que está mal de salud para poder trabajar”, explica Pilar Córdoba, mientras añade que sería la única forma de poner vivir de alquiler. “No tenemos ningún tipo de ingresos, por lo que nadie nos va a alquilar un piso si no tenemos un contrato de trabajo”, lamenta.

Han vuelto a mover hilos y a llamar a las puertas de las administraciones para evitar quedarse, una vez más, a la intemperie. “Por el momento lo único que hemos conseguido es una ayuda de setecientos euros, por parte de Asuntos Sociales para el alquiler, pero no nos soluciona nada”, explica Cano, mientras tanto no pierde la esperanza. “Ojalá haya alguien que nos pueda ayudar”, manifiesta. Hace varias semanas, los miembros de Acampada Esperanza realizaron una protesta para pedir a las administraciones alguna alternativa habitacional, sin éxito. La familia tendrá que abandonar la casa, propiedad del Banco Popular, ubicada en la Urbanización Azahar. A cambio retirarán de los cargos de los que se les acusaba por okupar el inmueble y por enganches ilegales a las redes de luz y agua. Fue hace once meses, cuando después de agotar todas las opciones y la ayuda de Cáritas, de seis meses del pago de un alquiler, decidieron entrar en la vivienda, sin necesidad alguna de romper ningún tipo de cerraduras, ya que la cochera estaba abierta. Pese a tener techo, su situación no ha sido ni es nada fácil. No tienen agua caliente ni luz. “La casa estaba vacía”, admite Pilar Córdoba. Como consecuencia de ello, la entidad financiera decidió actuar y emprender su desahucio. Tras el abandono voluntario, quedarán “libres” de la sanción económica.