Once años de cárcel por abusar de su nieta decenas de veces

El tribunal da total credibilidad al testimonio de la víctima, que ya es mayor de edad

22 nov 2018 / 08:46 H.

Manuel F. L. proclamó su inocencia desde el interior del pequeño calabozo existente en la Audiencia. “Yo no he hecho nada. No sé por qué estoy aquí”, le dijo, casi a modo de confidencia, a los policías que lo custodiaban y que lo habían trasladado al Palacio de Justicia desde la cárcel de Jaén. Después, este septuagenario de Andújar repitió su alegato exculpatorio delante del tribunal que lo juzgó: “Yo no he tocado jamás a mi nieta con malas ideas”, explicó. “No soy un degenerado”, llegó a decir. Sin embargo, sus explicaciones no han convencido a los magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia, que acaban de imponerle una condena de once años de cárcel por un delito continuado de abusos sexuales. La sentencia considera probado que Manuel F. L. realizó tocamientos y diversas prácticas de índole sexual a la menor. Esos abusos comenzaron cuando la niña tenía 14 años y se prolongaron durante tres años y medio, hasta que ella cumplió los 17. Entonces, ya no aguantó más esa situación y se atrevió a contárselo a sus padres. Fue a mediados del pasado mes de enero. Sus progenitores interpusieron una denuncia contra Manuel F. L., que fue detenido y encarcelado de forma preventiva. Ahora, ya pesa sobre él una condena, aunque todavía no es firme.

En el juicio, celebrado el pasado 14 de noviembre, adolescente, que ya tiene 18 años, fue muy contundente a la hora de ratificar la denuncia contra su abuelo. Por videoconferencia, explicó a los magistrados que la primera vez que ocurrió estaban durmiendo la siesta: “Me desperté y él me estaba tocando el pecho. Me levanté y me fui. Él me siguió... Me miraba para ver si decía algo. Yo me callé”. Según su versión, aquello se produjo en el verano de 2014 en la casa de campo en la que trabajaba su padre. “Aquello fue a más. Ocurrió entre 30 y 50 veces”, relató para añadir: “Era como un padre para mí. Yo callaba porque no quería hacerle daño a mi abuela, que estaba muy delicada, ni a mis padres”. Finalmente, en enero, la adolescente no aguantó más la situación y se lo contó a una amiga y a otros familiares, que fueron los encargados de comunicárselo a los progenitores. A partir de ahí, se puso en marcha toda la maquinaria judicial que ha terminado con la condena.

Los magistrados dan total credibilidad al testimonio de la víctima. Recuerdan, además, que está apoyado por las declaraciones de otros testigos de referencia y, también, de los informes periciales de los forenses que analizaron psicológicamente a la menor. La sentencia también pone de manifiesto que Manuel F. L. hizo un reconocimiento parcial de los hechos cuando fue arrestado. En concreto, admitió que tocaba los pechos y las piernas de la niña, si bien negó haberle introducido los dedos en la vagina. Posteriormente, se retractó. Es lo mismo que hizo el día del juicio ante el tribunal. Es decir, negar todos los cargos.

Además de la pena de once años de cárcel, la Audiencia también impone al septuagenario la prohibición de acercarse y comunicarse con la joven durante 15 años, así como un periodo posterior de libertad vigilada, consistente en la obligación de realizar programas de educación sexual. Como responsabilidad civil, condena al acusado a indemnizar con 20.000 euros a su nieta y hacerse cargo de las costas procesales, incluidas las de la acusación particular, ejercida por la Asociación Amuvi, que representa a mujeres víctimas de violencia sexual.

Desgarrador testimonio de la madre

La madre de la víctima e hija del acusado tuvo que declarar en el juicio: “Jamás me podía imaginar lo que estaba ocurriendo”, dijo con la voz rota. Recordó que, al enterarse de lo que pasaba, le pidió explicaciones a su progenitor: “Me reconoció que era cierto, pero que era poca cosa”, contó la mujer. Un testimonio que ha sido tenido en cuenta por los magistrados.