“No vendía marihuana, la consumía yo para el dolor de artrosis”
El fiscal pide 18 meses de cárcel para esta mujer de 71 años y para sus dos hijas, acusadas de delitos de salud pública
La Fiscalía acusa a María del Carmen V. F. de ser un “camello”, es decir, de traficar con droga en su piso del Polígono del Valle. Ayer, esta vecina de la capital de 71 años fue juzgada en el Penal número 2 para defender su inocencia: “No vendía la marihuana. Me la fumaba yo para los dolores de artrosis porque me lo había aconsejado un curandero”, explicó ante su señoría. A su lado, en el banquillo, estuvieron dos de sus hijas, también acusadas de un delito contra la salud pública. Una de ellas aseguró encontrarse fuera de Jaén cuando ocurrieron los hechos y la segunda alegó, igualmente, el autoconsumo. No obstante, la Fiscalía mantuvo los cargos para las tres por un delito contra la salud pública y pidió 18 meses de cárcel para cada una.
Los hechos se remontan al mayo de 2013, cuando la comunidad de propietarios en la que vivía María del Carmen presentó una denuncia en los tribunales. Entre otras cuestiones, puso en conocimiento de la Justicia que en el bloque se traficaba con droga. La Policía abrió una investigación: “Comprobamos que acudían numerosas personas al edificio. Las seguíamos y vimos que entraban en el piso de la acusada. A la salida les dábamos el alto y llevaban su dosis de marihuana”, relató ayer el inspector jefe de la Brigada de Estupefacientes en el juicio. Del mismo modo, explicó que también adquirían la sustancia en la casa de una de las hijas de la acusada: “Formaban un clan familiar”, añadió. Cuando levantaron diez actas de aprehensión, pidieron permiso al juez para entrar en ambas casas. Fue el 13 de mayo de 2013 cuando practicaron los registros en el marco de la conocida como operación “Negrus”. “Nos costó muchísimo trabajo acceder, porque la puerta estaba acorazada. Fue dificilísimo echarla abajo. Además, María del Carmen se puso delante para impedir que avanzáramos”, aclaró el agente. Y agregó: “Durante ese tiempo, me da la impresión de que arrojaron algo por el retrete, porque el cuarto de baño estaba inundado”. No obstante, la Policía se incautó de 135 gramos de marihuana, tres gramos de hachís y 21 gramos de hongos alucinógenos. También había una báscula, unos 4.000 euros en billetes fraccionados y numerosas bolsitas de plástico como las que se utilizan para dosificar la droga.
Los investigadores dieron por cerrado un “activo punto negro” de venta de estupefacientes. Sin embargo, las tres acusadas rechazaron, por activa y por pasiva, dedicarse al tráfico de sustancias: “Teníamos la marihuana en la casa porque mi madre la consumía para los dolores de artrosis”, justificó una de las procesadas. Sobre el dinero, alegaron que lo habían sacado para pagar un viaje que pensaban hacer y, con respecto a la balanza, alegaron que se trataba de un utensilio que empleaban para cocinar.
La Fiscalía no las creyó y mantuvo los cargos contra ellas. Es decir, pidió un castigo de 18 meses de cárcel para cada una. Las defensas sostuvieron que no hay pruebas suficientes para condenar: “Solo existen sospechas”, dijo uno de los letrados. “Nadie vio a mis clientes vender la droga”, añadió para cerrar un juicio que quedó visto para sentencia.