No basta con prohibir

“Vivimos un tiempo en el que las matemáticas están a diario en los medios de comunicación y no para dar buenas noticias”

12 feb 2024 / 12:50 H.
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EL ÁGORA DE THALES

Vivimos un tiempo en el que las matemáticas están a diario en los medios de comunicación y no para dar buenas noticias, como ha ocurrido recientemente con la publicación de los resultados del último informe PISA, con las medidas propuestas por el Gobierno para mejorar estos resultados o con la propuesta del partido de la oposición planteando la unificación de las pruebas de acceso a la universidad.

Ante los malos resultados de España en las pruebas PISA han sido muchas las ideas y propuestas que se han lanzado por la clase política para mejorarlos, acciones en las que no estaría mal contar con los profesionales que están a diario en las aulas y no tanto con los teóricos e investigadores que en ocasiones las referencias que tienen de este alumnado no universitario son escasas o nulas. En paralelo con estas propuestas también se han buscado culpables, tanto personales como materiales. En el primer caso, como era de esperar, las culpas recaen en el profesorado y, en el segundo, se dispersan algo más, llegando a culpar a la pandemia producida por la covid-19, a los teléfonos móviles e incluso a las calculadoras, como ha ocurrido en la red social X por parte de la presidenta de una comunidad autónoma.

Las calculadoras deben ser el mal de la educación desde hace años, ya que no solo se prohiben, en muchas ocasiones, por el propio profesorado, sino que también se hace por parte de las universidades españolas prohibiendo su uso en pruebas como la EBAU, en la que se limitan a unos modelos concretos, evitando aquellas con más posibilidades didácticas argumentando, de forma errónea, que suponen una gran ayuda para el alumno sin necesidad de saber matemáticas.

Nada más lejos de la realidad, el alumnado aprovechará las posibilidades que estos recursos ofrecen siempre que conozca los contenidos matemáticos y sepa cómo emplearlos para obtener o comprobar los resultados, que por otro lado, en estos exámenes siempre se pide que los detalle sobre el papel. Por tanto, mejor prohibirlas que preocuparnos por aprovecharlas para la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas. Aún recuerdo cuando comenzaron los proyectos para la incorporación de las TIC a las aulas, la obsesión por prohibir webs, entre las que se encontraba YouTube, que ahora es una fuente incalculable de vídeos educativos que se aprovechan en las aulas, pero como es norma en este país, la primera intención también fue su prohibición. Algo similar ha ocurrido con los teléfonos móviles, que con un buen uso serán un excelente recurso didáctico, pero mejor prohibirlos que educar para su buena utilización. Cada vez son más las aplicaciones y recursos educativos a los que se puede acceder, no solo desde el ordenador, sino también desde un móvil, por lo que deben formar parte de las aulas de la misma forma que lo son de la vida cotidiana del alumnado.

Pero una vez más, mejor prohibirlos que educar en su uso, algo que se debería hacer no solo con el alumnado sino también con muchos adultos.

Sin duda, nos sonará la palabra Chat GPT y algunos términos más relacionados con la inteligencia artificial, cada vez más presente en nuestra sociedad. Personalmente y dada nuestra trayectoria, creo que ya estamos tardando en establecer su prohibición. Quizás no nos demos cuenta de que prohibir por prohibir no es la solución a muchos problemas de la educación, por lo que mejor educar que tomar estas decisiones. El debate sobre los malos resultados en las pruebas PISA tanto en matemáticas como en compresión lectora quizás deba ser otro, abordando temas como la ratio en las aulas, el número de profesores o la falta de docentes de matemáticas, el número de horas semanales en cada curso tanto en lengua como en matemáticas, y para ello, no olvidar que también los docentes son parte implicada y con muchas ganas de mejorar, no solo los resultados de PISA, sino de lograr una sociedad mejor formada.

(*) Agustín Carrillo de Albornoz Torres, de la Sociedad Andaluza de Educación Matemática Thales.

Actividad subvencionada por la Diputación Provincial de Jaén.

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