Más codos en silla de ruedas

Un estudiante de la Escuela de Idiomas critica la accesibilidad al centro

22 ene 2016 / 10:22 H.

Carlos Linares lleva dos años en la Escuela de Idiomas Xauen para aprender inglés, y aunque la lengua de Shakespeare no es fácil para todo el mundo, lo que realmente tiene complicado este alumno es acceder físicamente al centro. Adaptado a primera vista con su rampa exterior y un salvaescaleras en el interior, el joven indica que no puede subir a la planta donde se imparten las clases de idiomas. “Los problemas comienzan con el aparcamiento, pues, aunque hay dos plazas para nosotros, siempre están ocupados y, cuando llamo a la Policía Local pasan”, explica Linares. Con su silla de ruedas, que desplaza con la fuerza de sus brazos, el alumno indica que, si bien hay una rampa para entrar al centro, la inclinación no cumple la normativa. “Es muy larga y debería tener un descansillo en medio”, cuenta.

Luego, dentro del edificio, aunque hay un salvaescaleras para acceder a las plantas de arriba, Carlos Linares indica que no funciona. “El primer año intentamos probarlo y funcionaba, pero no llegaba hasta arriba. Lo iban a consultar con la Consejería, pero pasó el tiempo y no se arregló. Mi suerte es que en la planta baja está el aula de Música, donde compaginamos las clases de inglés”, dice. Sin embargo, a pesar de la solución tomada a medida para el estudiante, el problema continúa, ya que se trata de una habitación bastante pequeña. “El primer año, éramos treinta y tantas personas y este curso se ha intentado que el aula sea más grande, quitando mobiliario, pero sigue siendo muy pequeña”, apunta. Consciente de que es una solución única para él, subraya que el verdadero problema puede venir cuando llegue otra persona con problemas de movilidad. “Este año soy el único en silla, pero si el año que viene se apunta otra persona con silla y tiene un nivel de idioma diferente al nuestro, solo tendríamos una clase”, dice.

No es la primera vez que el joven se encuentra con dificultades en un centro de formación. “Quise hacer un módulo de Imagen y Sonido en el Auringis. Me dijeron que el instituto era accesible pero que las clases a las que quería matricularme no podía acceder. En la ‘José Nogué’ directamente me contestaron por teléfono que ni se me ocurriera apuntarme, pues no podría ni ir a echar la matrícula”.

Preguntados a los directores y a las ampas de los centros educativos de la capital sobre la adaptación que permita la accesibilidad a la comunidad, la mayoría indica que están preparados con rampas, ascensores y aseos, especialmente los de reciente construcción.