Martínez Rojas: “Vivimos un momento en la Iglesia que no podemos dejar pasar”

Afronta su cuarto mandato con la ilusión del primero y con la responsabilidad que da sentir el apoyo del cuerpo de sacerdotes que dirige en la capital y en la ciudad patrimonial. Es consciente de que queda mucho trabajo por hacer para que el templo renacentista sea declarado Patrimonio de la Humanidad

25 sep 2022 / 19:36 H.
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Lleva razón cuando dice aquello de que acceder a la Catedral de Jaén es como entrar en otra dimensión. La tranquilidad que se respira entre paredes llenas de historia fue el ambiente que acompañó el escenario idílico de una entrevista con uno de los jiennenses que más sabe del tesoro del que pueden presumir los jiennenses. Francisco Juan Martínez Rojas (Vilches, 1961) no sabe cómo agradecer el reconocimiento al trabajo que realiza como deán de la Catedral de Jaén y de Baeza. Afronta su cuarto mandato con responsabilidad, la seriedad que requiere el cargo y un gran amor por el patrimonio. Considera que la Iglesia en la provincia tiene muchas más ventajas que otras zonas de España y pone en valor que el ochenta por ciento de los jóvenes estudie Religión, que la mayoría de los jiennenses se vuelque en la Declaración de la Renta y que se mantenga la religiosidad popular como herramienta contra la secularización. Anuncia su marcha temporal a Roma con una beca de investigación que le permitirá la publicación de cuatro libros que tiene entre manos.

“Este obispo es más joven, dinámico y activo”

—Nadie esperaba su reelección como deán de la Catedral de Jaén y de Baeza. ¿Por qué cree que fue la excepción que confirma la regla?

—Yo creo que estamos ahora mismo inmersos en un proceso de restauración, terminamos las cubiertas y están pendientes las vidrieras, que durarán dos años, por lo que eso es lo que ha llevado a los canónigos a pedir que siguiera otra mandato.

—¿Le dolió más que le quitaran la hernia de hiato o la Vicaría?

—La hernia de hiato. De la Vicaría, hasta cierto modo, estaba cansado, se lo había dicho al obispo y creo que hay circunstancias que pueden ser más dolorosas, no en el dejar, sino en el cómo. Llevaba ochos años y era hora de empezar una nueva etapa, dedicar el tiempo que me quede de vida activa a otras cuestiones de investigación y trabajo en el patrimonio y entiendo que el vicario es el hombre de confianza del obispo. Ya lo fui con dos, ya con tres parece que iba a ser demasiado.

—¿Quema el cargo?

—Cuando me nombró don Ramón del Hoyo me dijo: “Ten en cuenta una cosa, a ti te van a dar las tortas que no son capaces de darme a mí” (ríe). Es un cargo que quema, porque eres el brazo ejecutor del obispo, tienes potestad delegada y eso implica que uno sea el “poli” malo.

—¿Qué recuerdo tiene de Ramón del Hoyo?

—Entrañable, porque es un hombre profundamente bueno, muy tímido y de gran amor a la Iglesia, además de muy perspicaz. Ha tenido mucha experiencia pastoral como vicario en Burgos, luego como obispo en Cuenca, donde le tocó un periodo difícil, porque sucedió a un prelado que fue significado y afrontó muchos cabos sueltos que le hicieron sufrir. Dentro de su modo de ser, no le gusta el protagonismo y es casi huidizo, es muy constante y trabajador.

—¿Todo lo contrario de Amadeo Rodríguez?

—Sí, distintos pero complementarios. Don Amadeo tiene un carácter de una pastoral más directa, la especialidad que estudió en Roma, donde nos conocimos en el Colegio Español en 1984. Tiene otro perfil, es más de programación pastoral, no tan de curia como don Ramón, quien, antes de irse, sacamos un volumen con toda la legislación aprobada en su estancia y salió un libro de trescientas páginas.

—¿Qué opinión le merece al actual obispo, Sebastián Chico?

—Es mucho más joven que los anteriores, muy dinámico, muy activo y prácticamente he estado cinco meses con él.

—¿Qué significa ser deán de la Catedral de Jaén y de Baeza?

—Es el decano del cuerpo de sacerdotes que cuidan las catedrales de Jaén y de Baeza. Es un solo Cabildo, el primus interpares, no es un monarca absoluto, y tiene que coordinar las actividades culturales, de evangelización y mantenimiento de los dos edificios.

—Muchos más quebraderos Jaén que Baeza...

—Sí, Baeza es más pequeña, arquitectónicamente no es tan compleja y, evidentemente, Jaén es más grande en superficie.

—¿Por qué dice usted que acceder a la Catedral es como entrar en otra dimensión?

—Porque la proporción que da el Renacimiento hace que te empapes de esa serenidad que tienen los elementos, lo que se ve en la Sacristía, el único sitio donde Andrés de Vandelvira utiliza la proporción áurea, la divina, la que el creador ha dejado en lo más profundo de las entrañas de la naturaleza. Una catedral gótica te sume en la altura, te recoge una románica y una renacentista tan pura como la nuestra te da serenidad, armonía y paz.

—Le preguntaba qué significa para usted el cargo.

—Ah, vale... Un reto, en el sentido de que tengo que agradecer que mis compañeros hayan decidido que por cuarta vez sea yo el que presida el Cabildo de la Catedral y es un motivo de satisfacción, porque me demuestra el apoyo y el reconocimiento a todo lo realizado en estos quince años por mis hermanos canónigos.

—¿Hay alguien más que conozca este templo mejor que usted?

—Sí, hay historiadores del arte. Lo que conozco muy bien es la historia de la financiación de la Catedral gótica primera hasta la actual. Pedro Galera y Felipe Serrano son las personas que, de manera global, mejor la conocen.

—¿Hay algo que, a estas alturas, todavía le sorprenda?

—Me sorprende que se hiciese tan bien y tan perfectamente acabada, es decir, el que no hubiese engaño, que cualquier detalle de decoración de las bóvedas en la época del trampantojo fuese hasta el final y con gran primor... Eso es lo que me asombra.

—¿Hay alguna zona que los jiennenses no conozcan?

—Las menos conocidas son unas habitaciones que ahora las vamos a poner en valor y que se pueden ver desde las ventanas de la calle Campanas. Son cinco espacios que queremos que se puedan visitar porque son muy curiosos, porque están los servicios en forma de letrinas de piedra que son auténticos sillones. La idea es ubicar ahí el Centro de Interpretación de la Catedral con los materiales de una exposición que inauguraremos el 5 de noviembre con el título “Vandelvira después de Vandelvira”.

—¿Por qué no prosperó el expediente para que fuese declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco?

—En realidad no fue un rechazo, sino un informe de Icomos, empresa que trabaja para la Unesco, que advertía de la no viabilidad del expediente en caso de que se presentase, por lo que es de agradecer el aviso. Unas cuestiones son discutibles y otras no, como el arreglo del entorno; la prevención sísmica y el sistema contra incendios que ya está solventado con el arreglo de las cubiertas; la demostración documental del influjo de la planta en las catedrales de América, que se está trabajando en la Universidad, y lo más gratuito desde mi punto de vista era que Andrés de Vandelvira hace la zona sureste cuando es arquitecto hasta que muere, pero lo que viene después no tiene nada que ver. Hay una barroquización de las bóvedas y la inclusión de una gran cúpula barroca, pero está demostrado en una tesis doctoral que hay dieciséis constantes arquitectónicas que él usa y que se mantienen en el resto. Aquí no hay ruptura y sí un deseo bastante generalizado, sobre todo en el siglo XVII, de que se siga la traza que dejó Vandelvira. Ese argumento de Icomos es el más flojo, los otros tres tienen lógica.

—Tampoco fue muy acertado ligarlo a Úbeda y Baeza...

—Eso demostró la poca altura de los políticos, porque diferencias sobre la salida de la autovía hacia Baeza hicieron que hubiera una venganza retirando el apoyo y, por lo tanto, conllevó la inviabilidad. Ahora sí evitamos rabietas infantiloides de los políticos.

—¿Cuánto tiempo será necesario para terminar el expediente?

—Falta tiempo. Hay cuestiones que están salvadas, pero falta el arreglo del entorno. No hay prisa.

—¿Sigue adelante la beca de investigación en Roma?

—Está concedida y me voy el 17 de octubre, donde estaré hasta primeros de septiembre del año próximo, aunque iré y vendré para cultos como Navidad y Semana Santa.

—¿Qué investigará?

—Tengo cuatro libros pendientes. Uno es una historia contemporánea de la Iglesia del Concilio Vaticano II a nuestros días, una recopilación de artículos y conferencias mías, que está prácticamente terminado, sólo me falta homogeneizar el estilo y lo regalaré a Cáritas. El Instituto de Estudios Giennenses publicará la edición de los informes de los obispos de Jaén a los Papas desde 1589 hasta ahora. Luego tengo otro, que me encargó una editorial de Madrid, sobre la religiosidad popular en los padres de la Iglesia. Y, por último, la Iglesia Nacional Española de Roma me ha pedido la biografía de un sacerdote que está enterrado allí, Juan Bautista Vives, que muere en 1632 y es el gran inspirador de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

—¿Qué significa para usted ese “run-run” que había de su nombramiento como obispo?

—Hay de todo. Visto fríamente es preocupante, porque en el fondo aunque se dice que si hubiera una lluvia de mitras de plomo ninguna caería en el suelo, siempre habría una cabeza para pillarla, es un cargo difícil, porque siempre estás en el punto de mira, nunca vas a gobernar a gusto de todos y si tienes aficiones intelectuales las tienes que aparcar. Era un run-run, simplemente.

—¿Se siente querido en Jaén?

—Sí, me considero un privilegiado, recibo muestras de cariño.

—¿Y en la Diócesis?

—Con motivo de mi cese como vicario general tuve una serie de manifestaciones de sacerdotes y seglares que algunos, realmente, ni conozco y que me hicieron llegar mi agradecimiento. Me he sentido muy reconocido dentro y fuera de Jaén.

—¿Cómo ve la Iglesia en Jaén?

—En un momento importante, que no se puede dejar pasar. En comparación con otros sitios estamos en una situación buena, en el sentido de que hay campo donde trabajar, pero hay que saber hacerlo con criterio, con un proyecto claro y con algo que realmente enganche a la gente. Tenemos realidades muy buenas. El 80% de los niños y de los jóvenes eligen Religión, somos la tercera Diócesis de España con equis en la declaración de la Renta para la Iglesia y todo el campo de la religiosidad popular en el que todo no está hecho, pero hay sustrato como antídoto contra la secularización. Estamos en un momento en el que no podemos perder el tiempo en cuestiones que pastoralmente no van a ser rentables y es necesario tener unas metas claras.

—¿Qué opina de la santería?

—Me dicen que soy muy volteriano, pero yo creo que hay realidades que son transracionales, es decir, no todo depende de la razón y es cierto que hay mucho engaño, pero no es menos cierto que hay una serie de determinadas personas que, por lo que sea, tienen unas capacidades que no son habituales. Hay gente que sana, lo mismo que Jesús, pero son bastantes menos de los que aparecen o, al menos, de los que se publicitan.

—¿Quién es Francisco Juan Martínez Rojas?

—Un cristiano que quiere ser un buen cura, que está feliz, un miembro de la Iglesia de Jaén y que espera servir a esta comunidad hasta que el Señor lo llame, con la mayor fidelidad posible.

—¿Su peor momento?

—Fue hace muchos años, un periodo duro en el que tuvo que estar de coadjutor, tuve que salir de la parroquia y coincidió con la secularización de muchos amigos.

—¿El mejor?

—Muchos, mi tiempo en Villardompardo y Escañuela, que fueron cuatro años que me curaron del mal momento, mi etapa de estudio en Roma y el día a día.

—Las confesiones son secretas, pero ¿han cambiado los problemas de la gente?

—No, hay muchos problemas que no lo son, sino ideas irracionales. Hay sufrimiento, por falta de comunicación, competitividad laboral, insolidaridad y carrerismo inhumano, ausencia de diálogo, soledades compartidas en las vidas matrimoniales, falta de madurez en los jóvenes...

Jaén