Manuel Ignacio Martín Porres: “El mejor patrimonio que tiene Jaén son las personas”

El máximo representante de las Fuerzas Armadas en Jaén dice adiós mañana a su cargo después de un mandato completo en el que consiguió cumplir el propósito de acercar la institución a la que representa a la sociedad con una labor aplaudida por los jiennenses

16 jun 2024 / 16:33 H.
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LA ENTREVISTA

La vocación de servicio público fue lo que le movió a continuar el camino marcado por la figura paterna en la etapa de su vida en la que le tocó elegir profesión. Se nota la madera de militar de Manuel Ignacio Martín Porres (Écija, Sevilla, 1961), un sevillano enamorado de Jaén que puede presumir de trayectoria en un balance en el que hubo de todo, desde complicadas misiones internacionales hasta no menos fáciles destinos relacionados con la paz y la seguridad. Mañana se despide de la Subdelegación de Defensa con la satisfacción del deber cumplido después de seis años en los que consiguió abrir la institución que representa a la sociedad. Se emociona al decir adiós.

—¿Puede dar fe de que a Jaén se entra llorando y de Jaén se sale llorando?

—No, no.

—No vino llorando...

—Efectivamente. Quizás porque conocía parte de la provincia, gracias a mi época de teniente en Córdoba, donde estuve en varios municipios haciendo patrullas de oficial, maniobras tipo Alfa, desde Andújar o Linares a Baeza, Campillo de Arenas, Huelma... Conocí muchos lugares y supe de la hospitalidad y del cariño que tienen los jiennenses a las fuerzas armadas y, en este sentido, intuía que aquí me iba a venir bien. No vine llorando, pero sí confirmo la segunda parte del refrán.

—¿Qué balance hace de estos seis años como subdelegado de Defensa en Jaén?

—Lo primero que tengo que decir es que estoy seis años porque la normativa me impide seguir más tiempo, me habría encantado seguir hasta la edad del retiro, pero tengo que marcharme. En cuanto al balance, el tiempo primero se pasó muy rápido y, sin embargo, lo considero muy positivo, tanto en lo personal como en lo profesional. Mi estancia en Jaén la califico como muy especial y en eso tienen que ver mucho los jiennenses. El patrimonio de esta tierra para mí son las personas. Recuerdo que, cuando llegué, recibí hospitalidad y cercanía y, durante estos años, he tenido apoyo y colaboración de muchos aliados de la Subdelegación de Defensa y, en el final, recibo afecto, cariño y estímulo para seguir haciendo cosas.

—¿Ha hecho amigos?

—Yo muchos, mi mujer también, que es muy importante, porque ella se vino aquí dejando sus labores para acompañarme.

—¿Y enemigos?

—Yo creo que no. Me dicen algunos que todo el mundo habla bien de mí, pero seguro que algún enemigo tendré por ahí

—¿Ha conseguido su propósito de acercar la Subdelegación de defensa a la sociedad?

—Sí, ese era mi propósito, pero a la sociedad de toda la provincia. Yo siempre dije que venía a ser el subdelegado de la capital y de todos los municipios, para que nos conozcan en Villarrodrigo, en Cabra del Santo Cristo, en Porcuna... En todos los rincones. Es verdad que me hubiera gustado llegar a más sitios, pero me voy con la satisfacción del deber cumplido.

Manuel Ignacio Martín Porres: “El mejor patrimonio que tiene Jaén son las personas”

“Me voy encantado de lo que he visto en la provincia. Ha sido completar una parte profesional de mi vida que tenía en un porcentaje bajo”

—¿Para qué sirve esta institución pública?

—Me gusta definir la Subdelegación de Defensa como un organismo territorial periférico del Ministerio de Defensa creado para la gestión y para la prestación de servicios principalmente de carácter administrativo. Por aquí han pasado, en estos seis años, más de trece mil personas para solucionar asuntos administrativos muy variados, de casuísticas diferentes, con ejemplos muy curiosos, de los que el Ministerio de Defensa es competente y tiene capacidad para resolver, pero además del trabajo de intramuros hacemos una labor, que para mí es la más importante, fuera de la Subdelegación de Defensa. Considero que prestamos un servicios a los jóvenes jiennenses muy importante desde el punto de vista de orientación laboral, porque el Ministerio de Defensa es un gran empleador, con más de cuatro mil plazas este año para diversos cuerpos, escalas y especialidades. Una de nuestras fortalezas es llegar a los centros de enseñanza y hablares a los jóvenes de las bondades de la profesión militar y, por supuesto, de los inconvenientes. Hemos impartido casi cuatrocientas conferencias, hemos estado en este curso en sesenta y dos centros de enseñanza de treinta y tres municipios impartiendo casi noventa conferencias que han escuchado casi seis mil alumnos y hay que decir que, aunque el jiennense tiene que coger el petate e irse fuera de su provincia a ejercer la labor de militar, aquí han querido ingresar en las fuerzas armadas más de cuatro mil jiennenses en seis años, de los que lo han conseguido más de mil. Además, llevamos a cabo un cometido muy importante, la difusión de la cultura de defensa, concienciar a la ciudadanía y, especialmente a los más jóvenes, de cómo son los militares de este siglo, hablarles del concepto de defensa nacional... Lo hacemos todo a través de conferencias, exposiciones, juras de bandera de personal civil, concursos culturales y homenajes a jiennenses que han sido referentes en la defensa nacional de sus puestos.

—¿Cómo vivió la pandemia?

—Esta organización administrativa, con once personitas, hizo un trabajo muy importante, porque servimos de enlace entre las autoridades civiles y muchos directores de residencias con las fuerzas armadas actuantes. Se solucionaron muchas situaciones sobrevenidas de alcaldes y directores de centros residenciales sirviendo de enlace y, además, fuimos base logística de todas esas unidades para, entre una misión y otra, entrar y salir con la máxima rapidez y eficacia. Hubo un cometido muy bonito, ordenado por el Ministerio de Defensa, para que las personas vulnerables no se sintieran solas ni desamparadas, una labor que nos agradecieron más de un centenar.

—¿Por qué decidió ser militar?

—Es una pregunta difícil. Es verdad que la figura paterna, en los años que yo nací, para mí era un referente, él era militar, pero yo siempre he tenido esa vocación de servicio a los demás. Tengo una frase que es clave para mí: mandar es servir.

—¿Cuál fue su primer destino?

—La verdad es que me costó terminar la formación. Estuve en Zaragoza dos años, más los cinco de academia, y cuando salí de teniente, como me siento profundamente andaluz, tenía muchas ganas de volver, por lo que cogí la vacante de Córdoba, una ciudad que me encantó.

“Hay candidatos suficientes en las diferentes escalas. Hay cantera. La profesión militar sigue siendo atractiva, pero en otras zonas más”

—De toda su trayectoria, con misiones internacionales incluidas, ¿qué es lo que más le ha marcado profesionalmente?

—Llevo 42 años vistiendo el uniforme y me han marcado muchas experiencias. Siempre digo que el aspecto positivo ha sido conocer a personas, eso te da una riqueza y una apertura de mente muy importante, pero también conocer a gente que está en zonas de conflicto. He tenido la suerte, aunque haya vivido épocas difíciles, de estar en misiones como Bosnia-Herzegovina, en 1994; en Irak en la época más difícil, en 2003-2004; en Kosovo, con la paz en camino pero no terminada, o el Líbano en 2010... Y he visto las consecuencias y las secuelas de una guerra, no he estado en la trinchera, pero sí muy cerca, porque no fui a combatir, sino a estabilizar y a mantener la paz. Eso es lo que más me ha marcado.

—¿Alguna vez corrió riesgo su propia vida?

—Alguna vez, sí, sobre todo en Bosnia y en Irak, donde hubo momentos delicados y complicados.

—¿Qué pensó cuando le dieron como destino Jaén?

—Era un destino totalmente diferente, porque todos los anteriores habían sido en unidades del Ejército de Tierra, de combate, que son las que despliegan, por lo que vine con mucha ilusión, porque tenía ganas de vivir la sociedad civil y percibir cómo nos ven. Me voy encantado de lo que he visto. Ha sido completar una parte profesional de mi vida que tenía en un porcentaje bajo.

—¿Por qué?

—Por ejemplo, si en Jaén hubiera una unidad militar multiplicaríamos el número de candidatos. Como Jaén hay otras ocho provincias en España, que obligan a coger el petate.

“Mi sucesor tendrá que apoyar el Cetedex, un proyecto en el que creo firmemente por cómo trabajan mis compañeros en Jaén y en Madrid”

—¿Qué papel juega la mujer en las fuerzas armadas?

—Interesante. La mujer es clave en un Ejército moderno del siglo XXI y está plenamente integrada en todos los destinos, pero es verdad que tenemos el reto de conseguir incrementar el número. Ahora son quince mil en España, lo que significa un trece por ciento. Sin embargo, en Jaén estamos en el dieciséis por ciento. Ahí tenemos que seguir el trabajo.

—¿Cómo han cambiado las fuerzas armadas desde que usted comenzó?

—Creo que es de las instituciones que más han cambiado. Yo entré con un Ejército de reemplazo donde había casi cuatrocientos mil, ahora tenemos un oficio más reducido, ciento veinticinco mil, no había mujeres, la estructura del Ejército se ha racionalizado, estamos inmersos en esas organizaciones de Seguridad y Defensa que cuando salí de la academia estaban aisladas y, en general, son completamente diferentes a las que había en los años ochenta.

—¿Qué visión tiene de Jaén?

—Su principal patrimonio son sus gentes, el haber conocido a los jiennenses ha sido un descubrimiento, es una provincia que tiene una riqueza y diversidad orográfica impresionante, también monumental, gastronómica, incluso de acentos lingüísticos, más que una provincia me parece un país. Después considero que es una tierra que necesita de esos proyectos transformadores, como será el Cetedex, pero a mí me da que, dentro de unos años, habrá más.

—¿Cuál quiere que sea su impronta en la Subdelegación?

—La de un militar sencillo que ha sabido mezclarse con la sociedad jiennense. Hoy ser una persona normal ya es mucho.

—¿Qué significan todas esas medallas que lleva?

—Cada una tiene su historia, la mayoría está relacionada con las cuatro misiones internacionales y, después, las que me han sabido reconocer mis jefes en el día a día.

—¿Están colmadas todas sus aspiraciones profesionales?

—Totalmente. Me voy del Ejército completamente satisfecho y este destino ha tenido mucho que ver.

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