Los rebuscadores encuentran aceitunas entre lluvia y barro

La meteorología no impide que lleguen kilos a las almazaras que hay abiertas

29 mar 2018 / 08:30 H.

Comenzó a llover el 26 de febrero y, salvo esta semana, prácticamente no ha parado. Solo hay que caminar por cualquier finca de olivar para constatar cómo está el terreno de barro. Pisar por muchas zonas es casi imposible. Con estos ingredientes, lo fácil es pensar que la rebusca ha sido un auténtico fracaso. Comenzó el 1 de marzo. En cambio, las almazaras que siguen abiertas —algunas aún reciben fruto— dicen que ha llegado la misma aceituna de siempre o, lo que es lo mismo, que la lluvia ha entorpecido la labor de los rebuscadores, pero que no ha supuesto un obstáculo.

“La rebusca ha ido bien. La gente ha trabajado con lluvia, con barro y con frío. Van con espuertas, cepillos y rastrillos, es decir, con un material muy ligero, por lo que el agua no les impide desarrollar su labor”, afirma Antonio Calatrava, propietario de la almazara Cruz de Esteban, de Mancha Real, que ha estado abierta para la rebusca y que todavía recibe aceituna dentro de esta campaña.

La mayoría de las personas que han trabajado en la rebusca son temporeros extranjeros —de Rumanía, Senegal, Marruecos o Argelia— que esperan por la provincia el inicio de otras campañas agrícolas, como la de la fresa. También hay muchos españoles que aprovechan para conseguir un jornal. En ambos casos, son aceituneros que han estado a lo largo de la campaña y conocen zonas de fincas —muchas son las mismas en las que han estado con la cuadrilla— a las que no se ha llegado porque había tan poca aceituna que no le interesaba al agricultor. En cambio, una vez que ha acabado la recolección, algunos de ellos, en vez de estar parados, se han ido para apurar esos olivos y coger la aceituna que podían.

“Muchos han sacado aceituna hasta de debajo de las piedras. La almazara ha tenido jornadas en las que ha pagado 5.000 y 6.000 euros por el fruto que ha recogido. El aceite tiene un buen precio, por lo que el fruto se paga bien. Con una poca de suerte, una persona se puede sacar un jornal de 40, 50 y hasta 120 euros, que no está nada mal”, narra el propietario de esta fábrica. Además, continúa: “Yo no soy una hermanita de los pobres. Tengo abierta la aceitera en la rebusca porque me interesa. Si mis números salen y doy un servicio a gente que tiene una oportunidad de ganarse un dinero, para qué voy a cerrar. Además, es mucho mejor para mis trabajadores que tengan casi 6 meses de trabajo, desde que comenzamos en octubre con los aceites de alta gama hasta después de Semana Santa, que solo 2 o 3 como se hace en otras fábricas”, concluye Antonio Calatrava.

La rebusca continúa, aunque ya el volumen de fruto que llega a las fábricas es muy pequeño. Por eso, casi todas cerrarán el patio de recepción cuando termine la Semana Santa. Un año más, los rebuscadores necesitaban una autorización por escrito del propietario de la finca y un plano de la parcela. Con eso, una espuerta, su coche, el rastrillo y ganas de trabajar, decenas se han ido al campo.