Lección sobre la arquitectura que nace de las grandes ideas

Juanjo López y María González repasan proyectos muy “pegados a la tierra”

18 mar 2016 / 09:20 H.

Juanjo López de la Cruz y María González son dos jóvenes arquitectos. Quienes los conocen los definen como auténticos genios que marcan las pautas de unas obras muy ligadas a la realidad de las ciudades. Tienen premios en Italia, Austria, Alemania, Bélgica y Estados Unidos. De hecho, el decano del Colegio de Arquitectos, Pedro Cámara, no lo duda ni un momento: “Suponen el relevo generacional de los grandes maestros de la arquitectura. Tienen un currículo impresionante y, si se mira su obra, resuelven con tremenda sencillez problemas bastante complejos”. Juanjo López y María González tienen el estudio Sol 89 y fueron los protagonistas de una conferencia que se impartió dentro del ciclo que tiene en marcha el Colegio de Arquitectos de Jaén. Su antecesor fue Alberto Campo Baeza.

Estos dos profesionales afirman que los grandes proyectos no están ligados a las obras faraónicas. Por eso, afirman que simplemente son los que nacen de las buenas ideas o, lo que es lo mismo, de la innovación. Se definen como arquitectos que están muy “pegados a la tierra” y que han sabido compaginar las grandes construcciones con los pequeños proyectos en el centro de las ciudades. “Apostamos por trabajar y hacer muchas cosas con pocos medios”, señala Juanjo López. Quizá está filosofía les hace caminar con fuerza en un escenario muy marcado por la crisis de la construcción. No obstante, coinciden a la hora de señalar que se trata de un discurso que los arquitectos de la periferia nunca han abandonado en su labor diaria.

Su pensamiento está marcado por la argumentación de que no tiene sentido crecer en las ciudades si, a cambio, existen cascos históricos mal conservados. Asimismo, evocan un modelo de creación en el que los edificios son infraestructuras que están bien separadas del uso. Por eso, pueden cambiar su función según los tiempos y las necesidades de la población. Pusieron como ejemplo la Escuela de Hostelería de Medina Sidonia, que antes era un matadero. También la intervención en el Convento Madre de Dios de Sevilla para adaptarlo a las nuevas necesidades. O cómo un edificio público, como una guardería, sirve para reactivar otros espacios degradados, como un parque, tal y como ocurrió en una obra en Ayamonte.