Laura y el coraje de vivir

Laura López ha conseguido normalizar su vida doce años después de entrar en coma

21 ene 2023 / 16:20 H.
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Nadie que estuviera con ella aquel fatídico 30 de diciembre de 2012 puede creer que hoy, doce años después de entrar en un coma profundo, pueda estar como está. Hasta los profesionales sanitarios que intentaron por todos los medios salvarla creen que hubo algo sobrenatural detrás de la recuperación de Laura López Montiel, una joven que tenía veinte años cuando sufrió una hemorragia cerebelosa que la tuvo más en la muerte que en la vida. Hoy, con poca ayuda, es capaz de caminar, leer, comer, vestirse e, incluso, salir con un grupo de amistades que son su delirio. Representa el coraje de vivir y, por supuesto, el triunfo de la sanidad.

Hay historias que no se pueden olvidar, sobre todo cuando el desenlace es feliz, para ella y para quienes la quieren con locura, una familia entregada que es la principal “culpable” de una recuperación que roza lo divino. Su padres, Manuel López y Encarnación Montiel, están convencidos de que lo ocurrido “fue un milagro”. Nueve meses estuvo en coma, los que discurrieron entre enero y septiembre, hasta que poco a poco, después de las operaciones del prestigioso neurocirujano Osama Abdullah El Rubaidi, despertó. Gracias a él, al equipo sanitario que estuvo con ella y a los suyos, quienes no dejaron ni un minuto de hablarle, de cantarle e, incluso, de celebrarle su cumpleaños. Fue una hemorragia cerebelosa lo que cambió por completo su rumbo y el de quienes la rodean. Truncó su presente y su futuro. En la orilla de un mar embravecido, cuando la muerte se acercaba con aires de soberanía, su familia cosió las redes de la esperanza para construir un dique imposible de rebasar. La ciencia remó contra viento y marea por mantener en cubierta el escaso hilo de vida del que dependía su corazón. Fue difícil luchar contra la fuerza de la naturaleza. Hubo quienes pensaban en el naufragio, en el desastre y en el fracaso, mientras que otros miraban el horizonte de la confianza de ver, algún día, el mar en calma. Los avances científicos contaron con el aliado idóneo para impedir que la fuerza del agua arrastrara a Laura López mar adentro. Sus padres, sus dos hermanas, sus sobrinos, sus incontables tíos, primos, y amigos fueron los que se armaron de paciencia para construir, como hormigas, los cimientos de un poderoso malecón. Sin mirar el reloj, con cariño y entereza, los que se mantuvieron cerca de ella en todo momento lograron que, mientras dormía, sus neuronas despertaran lentamente, sin prisa, lo que dura un embarazo, hasta que abrió los ojos. Quiso el milagro aliarse con la ciencia en lo que supone un ejemplo de superación jamás conocido en esta tierra. La historia de Laura López, tal y como quedó reflejado en el libro de bolsillo “Mientras dormía”, es la leyenda de una joven con una fortaleza única que reencontró en los médicos y en su familia el coraje de vivir.

<i>2013. La hermana pequeña de Laura le toca la guitarra mientras ella permanece en coma.</i>
2013. La hermana pequeña de Laura le toca la guitarra mientras ella permanece en coma.

Basta con recordar las palabras del neurocirujano que se hizo cargo del caso para darse cuenta de la situación en la que estaba la joven cuando la llevaron, trasladada por el 061, al hospital. “La encontré con signos neurológicos de muerte, en coma profundo y con respiración mecánica. No había otra alternativa que operarla”, dijo Osama Abdullah a este periódico, una vez que ya se recuperó. Los médicos pudieron dar el caso por perdido, pero él nunca arrojó la toalla. Sabía que una mujer con veinte años tenía posibilidades de salir de la situación y, al menos, había que intentarlo. Dos intervenciones quirúrgicas en apenas días mediante las que el neurocirujano y su equipo dieron con la tecla hasta cortar por lo sano la hemorragia. Laura López se enfrentaba, a partir de ese momento, a tres posibilidades: morir, quedar vegetal (coma reactivo profundo prolongado) o salir del coma. El doctor aseguró, en una entrevista publicada en Diario JAÉN, que la recuperación de la joven tiene una base científica, aunque sostuvo: “En Medicina, dos y dos no tienen por qué ser cuatro, es decir, a veces los médicos no tenemos la respuesta”. Explicó que el cerebelo es algo así como la central eléctrica de una ciudad. Se trata de un sistema reticular compuesto por neuronas gigantes que conforman una malla con actividad eléctrica. Son las que activan el sistema respiratorio, el vascular, etcétera. Ahí es donde ella tenía la hemorragia. Una vez solucionado este problema, las neuronas empezaron a regenerarse, lentamente, de tal forma que era imperceptible incluso para los profesionales ver que la joven salía poco a poco del profundo sueño. “Ella estuvo dormida tanto tiempo porque su sistema reticular estaba enfermo. El periodo de penumbra esquémica quiere decir que las neuronas estaban dormidas, pero no muertas, y esa fue la fase del coma”, subrayó Osamah Abdullah.

El médico reconoció que lo que vivió la familia durante esos nueve meses fue “desesperante”. Aseguró que él aportó su grano de arena, pero “responsabilizó” de la recuperación a sus padres, a sus tíos, a sus primos... Siempre estará convencido de que el cariño y los mimos que recibió la joven mientras dormía fueron los que hicieron que las neuronas se regeneraran hasta devolverla a la vida. Sin ellos no habría salido, como no salen muchos de los que atraviesan una situación similar. Laura es el trofeo de la sanidad pública, el premio a una gran labor, lo que hace que los médicos mantengan viva la ilusión, la misma que tiene Laura López en un día a día en el que Adacea también tuvo mucho que ver.

Jaén