Las condiciones son proclives, pero el precio del aceite decae

Las exportaciones están al alza, de hecho, según la Agencia Andaluza de Promoción Exterior (Extenda), entre enero y febrero se registró el segundo mejor dato histórico en cuanto a ventas de productos agroalimentarios al exterior. ¿Qué lugar ocupa ahí el aceite? Está tercero con exportaciones que ascienden a un valor superior a los 290 millones de euros.

El consumo interno de aceite, potenciado por la crisis del coronavirus, también experimentó un fuerte crecimiento desde que se decretara el estado de alarma. Así lo reconoce el propio ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, que invita a los ciudadanos a consumir aceite de oliva español.

La oferta, por su parte, es también abundante. ¿Entonces? Si el producto se vende mucho al exterior, se consume en España y hay existencias más que suficientes, ¿por qué los precios experimentan caídas, según los olivareros, de hasta el 15%?

Este hecho responde a “problemas estructurales”. De este modo lo manifestó ayer el ministro, a la vez que animó al consumo de aceite de oliva. “No es que sea patriótico, sino que es un elemento muy importante para apoyar a los agricultores, ganaderos y pescadores”, aseveró Planas, que también hizo hincapié en la labor que desempeña el sector. “Su trabajo diario hace que funcione el abastecimiento alimentario”, aclaró.

¿Cómo se pondrá fin a los problemas estructurales de los que habla el ministro? A través de la modificación de la ley de cadena alimentaria que se gesta desde el Gobierno de Sánchez. Las condiciones son proclives a ello, pero los precios no terminan de despegar. De hecho, tal y como queda reflejado en los últimos datos del observatorio de precios del aceite de Infaoliva, consultados por este periódico, a fecha de ayer, el litro de virgen extra se vende a algo más de dos euros —2,075—, el virgen a 1,75 y el lampante a 1,665.

Unos precios de auténtica “ruina”, tal y como han expresado en incontables ocasiones desde las diferentes organizaciones agrarias, que se manifestaban antes del inicio de la crisis sanitaria por el coronavirus para exigir unos precios de justicia.

Sobre ello, el ministro de Agricultura reconoce que, a pesar de un aumento del 31% del consumo en los hogares, el precio del oro líquido se ha desplomado un 15%. “Se trata de un problema estructural que tratamos de afrontar”, aseguró, a la vez que se retrotrajo a momentos antes de la crisis, cuando ya había “problemas de organización, de estructuración y de promoción que aún no se han resuelto”. “Existen todavía y trabajamos en su solución a través de la ley de cadena alimentaria y de la mano del sector para intentar subir los precios. Tenemos una producción y oferta muy atomizadas y, por otra parte, muchos vendedores y pocos compradores y el resultado es el que es”, puntualizó el ministro.

Numerosas voces, como la del Gobierno de la Junta de Andalucía, meten prisa a la Administración de Sánchez para que adopte medidas en favor del sector no solo agrícola, que también, sino olivarero. El objetivo es que la crisis del coronavirus no termine por castigar más a un producto cuyo precio no remonta y que es vital para la economía.