Las cinco prioridades de Cristóbal Cano para el campo jiennense
El secretario general de UPA recuerda la importancia de la trazabilidad del aceite para ensalzar su origen y lamenta que la candidatura al Patrimonio Mundial quedara en un cajón

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El empuje al olivar tradicional que pretende Cristóbal Cano desde su posición en la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) no son solo palabras, sino que se traduce en hechos: “Tan convencidos estamos de que el olivar tradicional tiene futuro, que predicamos con acciones en la dirección correcta. Un buen ejemplo de por dónde debe ir el sector en esta apuesta constante por la diferenciación, la sostenibilidad y la calidad, es el acuerdo que pusimos en marcha tres de las partes fundamentales del sector: productores, industria y distribuidores”. Estos tres eslabones de la cadena, señala Cano, unieron fuerzas para comercializar el primer aceite de oliva virgen extra procedente de olivar tradicional en una conocida cadena de distribución.
“El convenio se firmó en un momento delicado para el sector, en 2019, cuando el precio estaba por debajo de los 2 euros en origen y acumulábamos pérdidas de varios años porque no nos cuadraban los números. Entonces, los tres fuimos capaces de sentarnos en una mesa para determinar una medida que nos beneficiara a todos y así surgió este acuerdo, que tuvo una importante aceptación en España y en otros países, como por ejemplo Suiza. Demostramos que, cuando hay voluntad, sí es posible adoptar medidas que beneficien a los pequeños y medianos agricultores y al olivar tradicional”, manifiesta el responsable de UPA. En esta línea, el alcalaíno pone en valor la complicidad de la Universidad de Jaén (UJA), que jugó un “papel fundamental” con la inclusión de las nuevas tecnologías en el proyecto: “Gracias a un código QR en la botella, el consumidor puede conocer la trazabilidad del aceite de oliva virgen extra que hay en su interior, de dónde procede, cuáles fueron los olivos de los que se extrajo, qué cooperativa lo produjo y cuáles fueron las condiciones laborales de quienes recolectaron la aceituna”. “Gracias a ello, hemos hecho llegar a los consumidores tres conceptos fundamentales: origen diferenciado, transparencia y seguridad”, pone de relieve Cano.
Asimismo, asegura que este es solo un ejemplo de cómo la UPA trabaja por la prosperidad del sector oleícola. “Puedo contar muchos otros, como por ejemplo que fuimos parte imprescindible en la creación del Grupo Interóleo Picual Jaén y del que actualmente formamos parte como socios no productores. O los veintiún años consecutivos de promoción del aceite de oliva virgen extra de la mano de la Diputación Provincial, con la que llevamos las bondades del mejor producto de Jaén a los colegios para que los niños disfruten de un desayuno saludable a base de aove, y también a las mejores escuelas de hostelería de toda España para que los futuros cocineros tengan el oro líquido como base en sus cocinas para todo tipo de recetas”, añade. “Sí, el olivar tradicional tiene mucho futuro. Por ese motivo, quiero mirar al olivar y a sus aceitunas con la vista puesta en el horizonte. El aceite de oliva es la grasa vegetal más saludable y, aún así, no llega a representar el 3% del consumo de grasas vegetales en el mundo. Tenemos margen de crecimiento y el reto tiene que estar claro: comercializar más pronto que tarde 4 millones de toneladas de aceite de oliva al año a un precio justo y razonable”, concluye.
Menospreciar la candidatura “Los paisajes del olivar en Andalucía” a Patrimonio Mundial de la Unesco —Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura— fue una decepción. “La idea primigenia de la candidatura no podía ser más loable porque se trataba de compartir y poner en valor algo que los olivareros tenemos muy presente. El olivar andaluz ha configurado un paisaje que es fuente de vida, prosperidad y cultura para los territorios rurales, es una herencia común, presente y futuro, y en el interior de Andalucía nos sentimos orgullosos de los valores que aporta”, expone el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), Cristóbal Cano, que agrega: “Ante estas premisas, ¿quién se podría oponer?”. Pues, por desgracia, no solo es que hubiera voces críticas dentro del propio sector, sino que esos mismos actores, tanto por acción como por omisión, animaron un movimiento que, de forma más que intencionada, alentó a ponerse en contra con argumentos tan peregrinos como que a los agricultores se les iba a quitar la libertad de poder decidir qué hacer en sus cultivos. Cuánto daño hace el término libertad cuando se utiliza en según que casos y con según qué intención”.
En este sentido, hace hincapié en que UPA Jaén “estuvo desde el principio a favor de la candidatura”. “Siempre tuvimos muy claro que no existía ninguna traba al uso agrícola de esos olivos”, precisa Cano. “La declaración era una herramienta más para poner en valor el olivar de Andalucía y de la provincia de Jaén, y en especial el olivar tradicional, para aumentar exponencialmente las posibilidades de una comercialización de aceite de oliva diferenciado y del cada vez más atractivo concepto de oleoturismo. Porque, desde el inicio de la candidatura, quedaba claro que no se producía menoscabo alguno al uso agrícola de las explotaciones, que nunca estuvo en duda ni en discusión. También que las distintas figuras de protección que existían sobre la superficie incluida en el expediente, tales como pudieran ser los planes urbanísticos de los ayuntamientos, siempre se analizaron de forma minuciosa y se determinó que ya implicaban, por sí solas, la limitación de ciertas acciones, unas limitaciones que existen hoy aún sin la declaración de Patrimonio de la Humanidad. Esas figuras prohiben, por ejemplo, construir una gasolinera si al titular de la explotación le apeteciera, pero no instalar una megaplanta de placas solares, como ocurre en la actualidad en alguno de los términos que estaba incluido en la candidatura”, argumenta. Por esta razón, Cano Martín indica que asistió “incrédulo” a la retirada definitiva de la candidatura una vez que la Diputación Provincial, que fue impulsora del proyecto, decidiera dar un paso atrás ante las reticencias y la negativa de algunos agricultores. “¿Fue una decisión intencionada? ¿Hubo intereses externos que echaron por tierra la candidatura y motivaron las protestas de un reducido número de olivareros? ¿Por qué se lanzaron bulos contra esta iniciativa?”, se pregunta Cano, que relaciona el proyecto actual de la megaplanta fotovoltaica con el rechazo a ser Patrimonio Mundial.