La UJA desarrolla una técnica más eficiente para crear abono con el alperujo

El método aplicado por el equipo de investigación permite reducir costes y tiempos en el control de su fabricación

02 mar 2025 / 07:00 H.
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La Universidad de Jaén vuelve a ser pionera en proyectos de investigación, y, especialmente, en un producto tan vinculado a la tierra como es el aceite de oliva. Un equipo de investigación jiennense ha aplicado una técnica avanzada de análisis que reduce costes y tiempos en el control de la fabricación de abonos a partir del alperujo. Dicho método permite conocer fácilmente cuándo el compost creado está listo para su uso como fertilizante, lo que garantiza su efectividad y evita daños a las plantas. El alperujo es un subproducto de la extracción del aceite de oliva que se obtiene en el proceso de centrifugación en las almazaras. Además de una pequeña cantidad de aceite residual, está compuesto principalmente por agua, restos de pulpa, piel y hueso de la aceituna. Estos residuos pueden ser utilizados para producir aceite de orujo, alimentación de animales, biomasa o fertilizante.

Su uso como fertilizante implica un procesado natural donde el alperujo se descompone para formar un abono nutritivo, mezclado con otros residuos procedentes de la poda y la ganadería. El sistema de análisis propuesto por los investigadores y desarrollado en el artículo “Monitoring organic matter transformation of olive oil production residues in a full-scale composting plant by fluorescence spectroscopy” de la revista Environmental Technology & Innovation indica de manera precisa cuándo está completamente maduro y es seguro para usar en suelos agrícolas. Tradicionalmente, este proceso requería mucho tiempo y recursos. Sin embargo, con esta nueva técnica, los investigadores han logrado relacionar los cambios en la materia orgánica mediante espectroscopía de fluorescencia, una tecnología que mide la luz emitida por los compuestos presentes en una muestra después de haber sido iluminados con luz ultravioleta.

“Este sistema nos da información sobre las propiedades químicas de la biomasa en descomposición, lo que permite monitorear cómo cambia a medida que se degrada durante el proceso de compostaje de una manera más rápida y precisa”, indica la investigadora de la UJA Ana Domínguez, autora del artículo, a la Fundación Descubre, organismo dependiente de la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación.

Estos componentes ayudan a los investigadores a entender mejor cómo los residuos se transforman en abono y en qué momento alcanzan la madurez adecuada para ser utilizado para nutrir los suelos. Al permitir un mejor control del proceso y una mayor calidad del compost se allana el camino hacia prácticas agrícolas más ecológicas y eficientes, beneficiando tanto a los agricultores como al medioambiente. Con la implementación de esta tecnología, se podrían reducir los errores humanos y mejorar la consistencia del compost producido, a la vez que puede ser beneficiosa en instalaciones de compostaje a nivel industrial.

El círculo sostenible del olivar

Este enfoque no solo es más rápido que los métodos tradicionales, sino que también ofrece una visión más detallada y precisa del proceso. Incluye indicadores clave de madurez del compost, como el tiempo de compostaje, la relación carbono-nitrógeno, que influye en la velocidad de degradación de la materia o la acción de los microorganismos descomponedores. También la capacidad de intercambio catiónico, que determina su potencial para retener nutrientes esenciales y ponerlos a disposición de las plantas. Este tipo de análisis permite obtener de manera precisa y rápida información sobre el momento óptimo para utilizar el compost, sin la necesidad de complicadas pruebas de laboratorio. De esta manera, posibilita a los productores de abono optimizar sus tiempos y recursos. “Además, al utilizar esta tecnología, los agricultores pueden estar más seguros de que el compost que aplican a sus cultivos es de alta calidad, favoreciendo el crecimiento de las plantas sin riesgos de toxicidad”, señala Domínguez. Así, se cierra el ciclo de los materiales, transformando desechos contaminantes en recursos valiosos para la agricultura y reduciendo el uso de compuestos químicos.

El proceso de compostaje, aunque natural, puede verse afectado por factores como el clima y la cantidad de oxígeno disponible, lo que lleva a una variabilidad en la calidad del compost. “Este avance tiene un gran potencial para mejorar la sostenibilidad del compostaje a gran escala al estar más controlado todo el proceso”, concluye la investigadora. Esta investigación se ha financiado a través de un proyecto del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades en colaboración con el Centro de Instrumentación Científico Técnica (CICT) de la Universidad de Jaén (centro financiado por UJA, Mineco, Junta de Andalucía y Feder).

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