La hostelería experimentó altas y bajas en su noche más oscura
La mayoría de bares funcionó de manera accidentada hasta el atardecer

La gran noche que cayó sobre Jaén se tornó verdaderamente oscura en las calles a lo largo que pasaban las horas. La vida y el color que da la hostelería se apagó de manera intermitente en casi toda la ciudad.
La jornada, que comenzó como un lunes cualquiera de primavera se convirtió en un caos cuando la electricidad cayó de manera monumental en toda la geografía española, una cosa que no había sucedido nunca antes y que pilló en jaque a todo el mundo, pero especialmente a los bares y restaurantes, que vieron comprometida su actividad laboral.
Algunos negocios pudieron seguir, de manera atropellada, su actividad hostelera, pero otros que no contaban con la misma suerte tuvieron que bajar las persianas y rezar porque la luz llegase pronto y poder preservar el género del que disponían.
A lo largo de la tarde, por zonas muy activas de hostelería como pueden ser el bulevar o el centro, se podían ver los camareros de los bares que todavía resistían al cierre, pero que no pudieron seguir sin más género frío y sin poder cocinar para realizar un turno de noche a gusto de los consumidores.
Agustín Aybar abrió hace casi un mes el bar “Agustito” en el Paseo de España de la zona del Bulevar. El propietario del establecimiento pudo atender a sus clientes gracias a una plancha de gas. “Las comidas de a medio días las servimos bien, pero por la noche ya tuvimos más problemas. Estamos muy agradecidos por el respaldo de la clientela”, aseguró a este periódico. Pese a la oscuridad de la noche, la terraza del local estaba concurrida y en cada mesa había una vela. “Es una experiencia que vivimos en esta corta andadura del bar”, dijo.
La postal nocturna que ofrecía la calle Bernabé Soriano y las aledañas a la Catedral rozaban lo distópico, una inmensa sombra agujereada por miles de estrellas oscureció el cielo jiennense y las calles, semivacías, ya marcaban el tono de la noche.
De los cientos de bares que existen en esa zona, la gran mayoría se encontraban cerrados a cal y canto y lo poco que se pudo ver fue gente buscando ya el cobijo de su hogar.
Y aunque fue así la tónica mayoritaria, no todos los bares cerraron, el restaurante de la estación de trenes se mantuvo abierto en todo momento, ya que contaba con la electricidad generada por los grupos electrógenos de la propia estación.