La historia acorazada de la capital de Jaén

Una visita al edificio del antiguo Banco de España de Moneo para ver el Archivo Histórico Municipal

02 oct 2023 / 06:00 H.
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EL REPORTAJE

Fue en 1368 cuando Jaén sufrió un frutal ataque, en la guerra de frontera que mantuvieron moros y cristianos, que terminó en una histórica quema de sus archivos. Resulta misión imposible encontrar documentos anteriores al siglo XIV en una ciudad importante en el contexto nacional por su situación geográfica. El edificio que construyó Rafael Moneo para el Banco de España, en la zona norte de la capital, custodia desde 2016 valiosos fondos que, en forma de tesoros, relatan el pasado de esta tierra a partir del siglo XV. Hay reales provisiones de los Reyes Católicos, privilegios otorgados por el rey Enrique IV, cédulas del emperador, bulas papales escritas en latín... Todo un privilegio para investigadores que, sin embargo, se pueden contar con los dedos de las manos. El Archivo Histórico Municipal es una joya que los jiennenses, sin embargo, desconocen. Dirigido por Juan Cuevas, allí se emplea a fondo cada día Miguel Félix Gómez Trillo, un trabajador del Ayuntamiento que conoce como la palma de su mano cada papel vigilado en las estanterías. De un modesto piso situado en la calle Arco de los Dolores, este organismo fue emplazado en el viejo Banco de España para empezar a poner en valor documentos dignos de una exposición. Cámaras acorazadas, situadas en los depósitos, albergan auténticas obras de arte que relatan la historia de la ciudad. Lo más antiguo se remonta a 1404, pero no es un original, sino una copia de una orden que prohíbe el paso de caballos y yeguas de Jaén a Granada. Interesantes pergaminos se guardan como oro en paño, como la Real Provisión de los Reyes Católicos, de 1499, mediante la que ordenan al “Concejo” —ahora Ayuntamiento— la construcción de un Archivo Municipal. Sin embargo, los más bonitos a la vista son los privilegios de la capital, como el de 1456, de Enrique IV, mediante el que realiza una concesión: “A los vecinos de la ciudad y sus arrabales, huertas y alquerías, tanto cristianos como judíos y moros, quedan libres del pago de impuestos”. Es curioso que, en lugar de estampar su firma, el rey deja impreso su escudo y cita como testigo al condestable Miguel Lucas de Iranzo. Hay muchos más. Hasta un ejecutorio de un pleito sobre la venta de carne con las letras de Juana I de Castilla, “Juana la Loca”.

Miguel Félix Gómez, que ejerce de perfecto guía turístico por la historia de la capital, dice que en una caja con documentos de la Policía Local encontraron una bula papal con un plomo —como una moneda— con dos caras, una con San Pedro y San Pablo y la otra con el nombre del obispo recién nombrado. Está escrita en latín. El archivero explica que no todos los fondos municipales están en el Archivo Histórico. Algunos, dependiendo de su catalogación, se encuentran en el Ayuntamiento, otros en un nave del polígono de Los Olivares y, por supuesto, los más valiosos se custodian en el edificio de Moneo. El público puede consultar planos de edificios, padrones municipales, libros de cementerios... Incluso los investigadores tienen las puertas abiertas siempre y cuando demuestren el legítimo interés. El “corazón”, no obstante, son las actas de los plenos, desde 1479. Manuel Carlos Vallejo, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Jaén, alude a la necesidad de poner en valor todo lo que atesora el Archivo Histórico Municipal. “Los jiennenses no saben ni siquiera que está en el antiguo Banco de España”. Anuncia que estudia una ubicación definitiva.

<i>Así era Jaén en un viejo dibujo. / Jason Moyano / Diario JAÉN.</i>
Así era Jaén en un viejo dibujo. / Jason Moyano / Diario JAÉN.

Torre del Reloj y Cofradía de la Magdalena

No sólo son órdenes o concesiones reales las que se pueden encontrar entre los archivos, sino que hay también documentos tan valiosos como el proyecto de la recién restaurada Casa del Reloj, ubicada en la esquina de la Plaza de Santa María con la calle Maestra. Obra de Antonio Merlo, de 1906, hay un dibujo original de su estructura que merece la pena ver. También está el libro de estatutos de la Cofradía de la Magdalena, del año 1514, una auténtica obra de arte. Es complicado que archivos como el de Jaén se puedan convertir en un museo, pero sí se pueden realizar exposiciones de fondos concretos para darlos a conocer a la ciudadanía. Tanto Miguel Félix Gómez como Manuel Carlos Vallejo coinciden en que para ello es necesario dotar al edificio de más medios materiales y humanos.

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