La estanquera indomable

Carmen Merino Martínez se jubila hoy con 88 años, pero su estanco sigue

30 jun 2020 / 12:21 H.
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Ni los años, ni sus hijos pudieron convencerla. La nueva generación de mujeres de la familia, sus nietas, con la misma determinación que la matriarca de la familia Ruiz Merino, le han dicho a la abuela que es hora de descansar y cuidarse un poco más. Y Carmen Merino Martínez, la señora estanquera de la calle San Clemente, trabajadora indomable, les ha hecho Caso. Este martes se jubila con 88 años. Con ella se va la última representante de una generación de comerciantes que han regentado durante décadas los comercios más emblemáticos de la popular calle capitalina. Los negocios familiares siguen en pie, pero ya con otra generación al frente. La señora estanquera se retira, aunque sólo da un paso atrás, sale del mostrador y prepara quien el sustituya tras el mostrador de la expendiduría de tabaco número 13, que sigue en sus manos.

“Muy fuerte y muy vital”. Así define la familia a quien consideran la columna vertebral de los Ruiz Merino, quien los congrega y los une. Con sólo 14 años, y gracias a su buen manejo de la mecanografía, Carmen comenzó a trabajar con 14 años en la Fiscalía de Tasas de la capital. Desde entonces no ha parado. Se casó y tuvo 5 hijos que le han dado diez nietos. Su vida, en realidad, fue creciendo exponencialmente en retos. Presume de sus nietos. “La segunda camada es muy buena”, suele decir de ellos. Todos con estudios y “bien situados”.

Cuando se casó, abrió un paréntesis laboral, aunque alternó el trabajo en casa ayudando en el estanco familiar. Enviudó y con 50 años se puso al frente del estanco. Cada mañana, hasta ahora, se levanta a las 7 en punto y conecta el ordenador para hacer los pedidos del estanco, antes de abrirlo al público. Mientras va a la calle San Clemente aprovecha para visitar los comercios donde encarga la compra. Cuando cierra al medio día, la recoge, llega a casa y prepara la comida. Vive sola, pero en casa nunca falta gente para comer. Un hijo o alguno de sus nietos. La familia se nuclea en torno a ella. Cuatro de sus hijos viven en Jaén y un quinto en Cartagena (Murcia). Tampoco le salió mala la primera camada. Esta familia, además de su profesiones tiene fuertes vínculos con la música. Antes que ella se jubiló su única hija, Carmen María. Ha sido profesora y presidenta de la Coral Aida. Ramón es ingeniero de telecomunicaciones y trabaja en tierras murcianas. Ignacio es perito en una compañía de seguros y ha sido presidente de La Cantoría. Francisco es informático, pero ha tenido una intensa actividad como solista con la Compañía Lírica Andaluza. Y Miguel Ángel, profesional, reconocido tenor, que se ha ocupado de atender el estanco durante el confinamiento por la covid-19 y hasta que su madre elija un empleado para atender a la clientela.

Con 88 años está perfecta de salud y, pese a la pandemia, quería seguir tras el mostrador. De nuevo sus nietas la hicieron recapacitar y ella entendió que confinarse era lo mejor. Por dos veces han conseguido encauzar ese espíritu inquebrantable con el trabajo. Le gusta el cine, los concursos de la tele y estar con sus nietos. El orgullo de Carmen es su familia y, por supuesto, su estanco. Son su legado. Vecinos y clientes la verán llegar, seguro, para darse una vuelta y ver cómo va todo. De paso, encargará la compra. Siempre tendrá a uno de los suyos a la hora del almuerzo.

Jaén