La cosecha engorda gracias a un verano de duro trabajo

Los agricultores se esfuerzan sin parar ante el gran déficit de agua

09 ago 2016 / 17:30 H.

En la orilla del “mar de olivos” han clavado su sombrilla cientos de agricultores de esta tierra. Otros, ni siquiera eso. Por las mañanas, bien morenos y sin necesidad de bronceador toman café en los bares de los pueblos antes de arrancar el tractor y echarse al campo. También los hay que cargan gasóleo y se van a la parcela para dar unas vueltas. Parece claro que esta cosecha exige que las vacaciones sean en el mar de olivos. Por eso, pocos se quieren “despistar” en la playa y quienes lo hacen solo cogen algunos días para volver pronto a los olivares.

“Si se te atranca con gotero y no lo ves en unos días, cuando vas a la zona notan que la aceituna está arrugada. Son días de estar muy atento en el campo”, afirma el olivarero y secretario general de COAG en Jaén, Juan Luis Ávila. El campo sorprende con una cosecha buena para lo poco que ha llovido. Además, los hombres del campo saben que puede dejar dinero porque el aceite se paga a más de 3 euros. De ahí que cada kilo de aceituna resulte determinante. Sin embargo, el gran problema está en el estrés hídrico. Los olivos tienen menos agua del que necesitan. Ha llovido, pero poco. En cambio, los árboles han cuajado una producción sorprendente porque las precipitaciones llegaron en momentos clave —80 litros por metro cuadrado en mayo, por ejemplo—. Por eso, conservar lo que hay resulta indispensable, sobre todo, porque los agricultores tienen muy claro que el aceite, el año que viene, volverá a valer dinero. Y si se tienen las aceitunas, pelean para sacarlas hacia adelante de la manera que sea.

La Consejería de Medio Ambiente y de Ordenación del Territorio indica que Jaén ha recibido 463 litros por metro cuadrado en este año hidrológico, mientras que Cazorla ya dispone de 533. Asimismo, Andújar cuenta con 473. Son cantidades de un año deficitario en recursos hídricos, que bien podrían valer si la cosecha fuera pequeña. En cambio, no es el caso de Jaén, que apunta a una cantidad media-alta. Por eso, los hombres y las mujeres del campo intentan suplir con trabajo el agua que le falta a sus árboles. Se hace día a día, aunque cueste “recortar” las vacaciones o dejarlas para más adelante porque agosto resulta clave para ello.

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